Je T'aime Et Je Te Hais _ Adaptacion (MinKey)

CAPITULO 04_01

—¿Esto se va a convertir en una costumbre? —preguntó Kibum en cuanto él terminó de cruzar la calle y se detuvo a su lado.

—Buenos días —respondió Dongwoon— Se ve que el fin de semana te ha sentado bien. Estás hermoso.

—Buenos días —repitió él mientras pasaba las correas de su mochila por los brazos— Resulta agradable que te digan algo agradable a primera hora del lunes —sonrió al añadir, sin ninguna pausa— Últimamente frecuentas mucho esta zona —Dongwoon le devolvió la sonrisa. No era un secreto que estaba loco por él. Aunque reconocía que su actitud de los últimos días se parecía bastante a la de un acosador.

—Cambié las entradas para el musical —dijo tan nervioso como cada vez que le proponía una cita— ¿Te parece bien que lo haya puesto para este jueves?

—¡Estupendo! —exclamó al tiempo que levantaba el cuello del abrigo negro de Dongwoon y le cruzaba las solapas sobre el pecho para protegerlo del aire frío. Él no se movió mientras Kibum le acomodaba el abrigo. Le gustaba que le prestara atención, sobre todo cuando se acercaba de ese modo y le rozaba para colocarle la chaqueta, el cabello o cualquier cosa que él considerase que no estaba como debiera.

—He reservado mesa en el restaurante en el Club de Haeun_daero —indicó en cuanto Kibum se apartó— Pero si no te apetece que cenemos después de la función puedo...

—Está bien —afirmó de nuevo— ¡Cómo voy a poner peros a tus planes! —Dongwoon pensó que él era quien convertía cualquier noche en perfecta. Y así se lo dijo, pero en silencio, con una media sonrisa cómplice que Kibum comprendió.

—Tengo el auto aquí al lado —indicó a la vez que le recorría el rostro con los ojos— Puedo acercarte a la tienda.

—Sabes que me encanta caminar los días fríos como este —comentó Kibum mirando el cielo encapotado que, sin embargo, no amenazaba lluvia. Un pequeño vendaval echó hacia atrás el abrigo abierto de Dongwoon hasta dejar al descubierto la correa que sujetaba el arma bajo la axila. La cubrió con rapidez, sin apartar la mirada de Kibum, y volvió a cruzarse las solapas tal y como él se las había colocado.

—Y tú sabes que me gusta facilitarte las cosas, igual que me gusta disfrutar de tu compañía. Permite que te acerque y charlamos en el auto —pidió sin rogar— Hace unos cuantos días que no lo hacemos. No me has contado qué ocurrió con ese cliente que enciende los puros con euros —Kibum soltó una carcajada mientras otra racha de viento le revolvió el cabello.

—Creo que exageré un poco —se acomodó el cabello con sus manos— Seguro que no va por la vida quemando dinero, sino gastándolo en lo que le gusta.

—¿Me lo cuentas en el trayecto? —preguntó con una cautivadora sonrisa. Kibum aceptó. Los ratos que pasaba junto a él eran siempre especiales. Charlaban, reían. Él sabía cómo hacerlo sentir bien y eso le convertía, a sus ojos, en un hombre casi perfecto.

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εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз

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Era su primer día de trabajo. Nada más salir de casa había sentido el frío helador en el rostro y en la cabeza, pero al menos no llovía ni parecía que fuera a hacerlo en las siguientes horas. Sin embargo, el viento soplaba recio y, según le había dicho su recién estrenado jefe, debían extremar las precauciones porque las jornadas como esa podían resultar peligrosas.

Sentado en la parte trasera de una camioneta, Minho entrecerraba los ojos para que el aire no le molestara. Apenas arrancó el vehículo había intentado, sin ningún éxito, encender un cigarrillo en medio de aquel incómodo y constante remolino. Se consoló recordándose que el trayecto no sería de más de cinco minutos y mantuvo el pitillo entre los dedos a la espera de detenerse. Le habían explicado que unos fuertes vientos habían derribado, hacía unas semanas, algunos árboles junto a la carretera nacional, en las inmediaciones de Cheongsapo-ro, localidad próxima a Gongsu II-gil. Ahora tenían que talar los que quedaban en pie, para evitar nuevos accidentes, y limpiar y cortar los troncos para después transportarlos.