CAPITULO 26

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Minho esperó un rato en las calles de Haeun-daero 779. Observó la calle desierta hasta tener la seguridad de que nadie le había seguido y que ni un alma respiraba a su alrededor. Su reloj marcaba las cinco de la mañana cuando cruzó la carretera. Se detuvo ante el portal, bien arrimado al edificio para no destacar en la oscuridad. Cogió aire una y otra vez, con la mano comprimiendo su abdomen. Cogió aire hasta que se sintió con fuerzas para pulsar el botón de llamada.

Arriba, Kibum dormía sobre el mullido edredón blanco, con la luz de la lamparita encendida. No se había quitado la ropa, ni se había cubierto con una simple manta, porque su intención había sido esperar todo el tiempo necesario. Pero las lágrimas y el cansancio la habían vencido.

Abrió los ojos, sobresaltado por el sonido del timbre. Miró el reloj en la mesilla y su temor aumentó. Saltó de la cama y corrió hacia la puerta mientras se le evaporaba el oxígeno. Preguntó a la vez que oprimía el interruptor que desbloqueaba la entrada al portal. No recibió respuesta y salió al rellano. Los sonidos de un apresurado ascenso por la escalera alborotaron el reposo de la noche y terminaron de agitarle el corazón.

Cuando alcanzó a verlo el aire regresó llenándole de golpe los pulmones. Pero siguió sintiendo ahogo. Ahogo de alivio, ahogo de emoción. De la misma emoción que paralizó a Minho a falta de un peldaño para alcanzar el rellano y a Kibum.

Lo miró como si lo viera por primera vez. Estaba hermoso. Con la ansiedad y la preocupación vibrando en su cansado rostro, estaba precioso. Le acarició con los ojos al tiempo que también él sentía en su piel y en su alma la caricia de su mirada avellana. Lo amaba. Lo amaba con desesperación y ahora sabía que le amaría hasta su último aliento.

Cerró los ojos al sentirlo rodear su cuerpo y dejó escapar un profundo suspiro. Sus dedos se movieron con voluntad propia buscando tocarlo, pero los crispó en dos puños y los obligó a permanecer inmóviles y esquivos. Porque amarlo no consistía solo en decírselo y llenarlo de besos, se recordó mientras se dejaba arrastrar por Kibum hacia el interior de la casa.

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FLASHBACK

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—¿Cuarenta y ocho horas son suficientes para ti? —le había preguntado Chun Jae Man hacía un rato. Él había asentido con un gesto, ahogado por las golpes recibidos, casi todas en la boca del estómago— Si nos fallas, nos divertiremos con tu amante para olvidarnos del mal trago —la sangre se le había encendido hasta calcinarle las venas, pero apretó los dientes pensando en que lo único que importaba era mantenerlo a salvo.

—No... tengo amante —había conseguido decir con fatiga.

—¿Ah, no? —preguntó, sarcástico— Y ese minino al que besas y manoseas en su tienda y en la calle, ¿quién es? ¿Un puto a la que pagas por follar?

—Algo parecido —respondió— Es el maldito poli que me engañó y me encerró en la cárcel. Estoy preparando mi venganza.

—¡Qué conmovedor! —había dicho antes de sujetarle del cabello y tirarlo hacia atrás para mirarle a los ojos— Pero no te creo. Por la cuenta que te tiene, haz bien las cosas. De no ser así, esa preciosidad será el encargado de compensarnos. Seguro que a alguno de estos pervertidos se le está poniendo dura deseando que falles —su carcajada soez y las risas cómplices de sus hombres le terminaron de llenar de terror y de cólera.

—Me harían un favor —a duras penas había controlado su furia— Acabar con un ex poli que tiene contactos con los cabrones de más alto rango en el cuerpo de narcóticos no es fácil. No me apetece demasiado volver a la trena —Chun Jae Man le había respondido encajándole el puño en la boca del estómago, haciéndole doblarse y gritar de dolor buscando aire.

Je T'aime Et Je Te Hais _ Adaptacion (MinKey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora