CAPITULO 7_2

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La casa estaba a oscuras, y la habitación de Hyun Seung, cerrada. Minho no se había dado prisa en llegar; sin embargo, ahora necesitaba hablar con su amigo. Le apremiaba sincerarse, contarle la estupidez que había cometido esa noche. Pero eso lo pensaba cuando el silencio de la casa le devolvía al presente y a todo lo que Hyun Seung estaba haciendo por él. Hasta ese momento había estado bebiendo de recuerdos hasta que se sintió ebrio de nostalgias y amarguras.

Había salido de Haeun-daero 779 pegado a la río. Cuando se alejó lo suficiente para que Kibum no lo viera, se detuvo junto a la barandilla metálica pintada en blanco. Fumó un cigarro mientras contemplaba cómo desaparecían los pequeños copos al tomar contacto con las aguas oscuras de la río. No había hallado la fuerza que le provocaba odiarlo y había estado a punto de perder su libertad por verlo; solo por verlo. Mientras expulsaba el humo que se mezclaba con la nieve en su caída pensó en todas las locuras que había hecho por acercarse a Kibum. Y las seguía haciendo.

Primero fueron por amor, ahora por simple y puro rencor.

Llegó a preguntarse qué daría por que Kibum desapareciera de la faz de la tierra. Nada, se había respondido. No concebía un mundo sin él. No imaginaba en qué volcaría su rabia y su frustración. No. Estaba seguro de que él existía porque Kibum seguía estando allí recordándole su obligación de saldar cuentas.

Había consumido un cigarro tras otro utilizando las minúsculas colillas para encender el siguiente hasta acabar con todos; había recibido la nieve sobre su gorro, sus hombros y su espalda hasta sentir la humedad en sus huesos; había recordado sus apasionados encuentros del pasado con él hasta que con un crujido se le rompió el corazón. Ahora estaba en casa, parado ante la puerta de la habitación de Hyun Seung bajo la que se apreciaba una delgada línea de luz.

Rebufó antes de golpear la madera con suavidad. La voz de su amigo le indicó que pasara. Antes de hacerlo soltó de una sola vez el aliento y se frotó las manos sobre la dura tela de los vaqueros.

Lo encontró en la cama, recostado sobre dos almohadones y el cabecero. Leía una de sus novelas de misterio.

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—¿Qué tal te ha ido? —colocó el marcador y dejó la novela.

—Hay algo que... —Minho se frotó la nuca a la vez que tragaba— Hay algo que tengo que contarte —se sentó sobre el colchón, a los pies de la cama. Tres segundos después se levantó y caminó hasta la ventana. Sin detenerse se acercó a la cabecera retorciendo los dedos de una mano sobre los de la otra.

—¿Quieres parar? —pidió Hyun Seung, que comenzó a preocuparse— No puede ser tan grave eso que vas a contarme.

—¡No, claro! —exclamó Minho con una sonrisa nerviosa— No es nada malo. Es... —se friccionó de nuevo la nuca, agarrotada por la tensión— ¡El auto! —dijo de pronto— Es el dichoso auto, que no arranca cuando hace tanto frío como hoy.

—Me habías asustado —rio aliviado— Con lo que te han cobrado por él, lo raro es que arranque alguna vez —señaló con guasa.

—Lo sé —confesó Minho sentándose de nuevo en el borde de la cama. Comentó la posibilidad de proteger el motor con cartones mientras continuaran los fríos glaciales. Así no tendría más sorpresas. Hyun Seung bromeó con que tenían un Ferrari que dormía al raso. La risa acabó cuando Minho indicó que tenía algo más que contarle. Hyun Seung se quedó inmóvil. Conocía aquella mirada fija. Intuía que algo no iba bien.

—No jodas, Minho —dijo frunciendo el ceño.

—Lo he visto. Lo he visto en Beon 1-dong.

—¿Y qué diablos quiere decir eso? —bramó arrojando el libro sobre la mesilla— ¿Que lo has visto por casualidad? ¿Que lo has visto de lejos?

Je T'aime Et Je Te Hais _ Adaptacion (MinKey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora