CAPITULO 16_2

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Los temores de Hyun Ah se aquietaron. Sus expectantes ojos negros brillaron y su rostro se iluminó con una indecisa sonrisa.

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—¿Entonces está a punto de terminar esta pesadilla? —Minho la estrechó por la cintura y siguió caminando. No le quedaba mucho tiempo para acompañarla a casa, coger su auto y llegar a la cárcel antes de la hora límite.

—Yo no diría tanto —le besó con suavidad la frente— Aún no pienso hacer esa llamada.

—¿Por qué no? —intentó pararse, pero el paso firme de Minho no se lo permitió— No te entiendo. ¿A qué vas a esperar?

—Él acabó con lo que yo era, con lo que yo hacía. Me gusta la idea de que lo último que haga, antes de ir a prisión, sea devolverme algo de lo que me robó: mis dibujos, mis creaciones, el trabajo que me apasionaba —aminoró el ritmo de modo inconsciente— Me lo debe y me lo voy a cobrar hasta el final.

—Tiene una socia —adujo con impaciencia— No creo que las cosas en la tienda vayan a cambiar porque detengan a ese poli —él inspiró buscando otra excusa que hiciera comprensible su obstinación.

—No quiero correr ese riesgo. Si voy a pasarme la vida talando árboles y limpiando maleza, antes quiero hacer esto. Te juro que lo necesito.

—Y lo comprendo —se disculpó— Perdóname. Es que sueño con el día en el que ese tipo desaparezca para siempre de nuestras vidas.

—Lo hará —afirmó con una sonrisa— Pero si he esperado años, ¿qué importancia pueden tener unos días más, o unas semanas, incluso unos meses? La prisión te enseña a ser paciente, a esperar el momento preciso.

—¿Y cuándo será eso? —preguntó, de nuevo ansiosa.

—Cuando haya terminado los diseños, cuando me hayan pagado por ellos. Entonces Kibum pasará a ser historia.

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Tras despedirse, Minho recogió su auto y dio un absurdo rodeo con el único propósito de pasar por Beon 1-dong. Condujo despacio por Haeun-daero 779 mirando hacia las ventanas que correspondían al piso de Kibum. Una de ellas estaba iluminada; la que daba a su dormitorio.

¿Estaría solo? ¿Estaría con el maldito oficial?

¡Malditos bastardos los dos!

Curvó los labios en un gesto amargo y pisó el acelerador. Sus emociones, a veces, se asemejaban un poco a los celos. No le extrañaba que sus dos mejores amigos hubieran llegado a dudar de lo que sentía. Pero él lo sabía bien. Su corazón estaba lleno de odio, de rencor, de ira, de resentimiento. Nada que ver con los irracionales celos que pudiera padecer un enamorado sin rendición. Aunque era consciente de que celos y odio compartían, a veces, el mismo doloroso y fiero resquemor.

Cuando terminaba de cruzar el río y ascendía por el puente Haeun_daero hacia la iglesia, echó un último vistazo. Pero desde esa distancia no se apreciaba si la luz continuaba encendida. Solo entonces se llamó necio por haber sucumbido a la tentación de pasar bajo su casa aun sabiendo que no conseguiría verlo.

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εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз

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Kibum se había internado unos pocos pasos en esa habitación sencilla e impersonal, pero limpia y ordenada que olía a él; a Minho y a tabaco.

El recibimiento de hacía un instante le había dejado aturdido. Minho le había acogido con la áspera indiferencia de costumbre, y su compañero de piso, con una frialdad desconcertante que le había apagado la felicidad de descubrir que no era el hogar de Hyun Ah. Había esperado apenas un simple y educado saludo, pero nunca ese escueto y forzado «hola» sin que se molestara siquiera a mirarlo.

Je T'aime Et Je Te Hais _ Adaptacion (MinKey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora