Deuda

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Sentir los brazos de Jimin alrededor de mi cuerpo era como construir paso a paso un enorme muro que me protegía ante todo, su calor corporal borraba el frío y la humedad de mi cuerpo, así como todo el malestar que había sufrido en este tiempo. Era como la medicina que me sanaba aquí dentro, mi droga para alejarme de la realidad y el mayor regalo que mis emociones podían recibir; en su interior había risas, sí, también lágrimas, pero nada que no pudiera curar, nada que no pudiera borrar con sus palabras y su radiante sonrisa.

Me negaba a separarme de él.

Negué varias veces imaginando el solo hecho de ser así, de no volver a verlo nunca más, de no disfrutar de su cercanía y sus ojos fijos en los míos mientras me decían cuánto me amaban.

— ¿JungKook? —abrí mis ojos y lo miré fijamente, en su rostro podía ver la preocupación y no tardó en acariciar mi cabeza y afianzar nuestro abrazo. Sin decir nada hundí mi rostro en el hueco de su cuello— ¿Se te da bien cocinar? —aquella pregunta me descolocó un poco, o más bien, me sorprendió. Ambos nos separamos un poco para vernos y mientras esperaba mi respuesta, subió la manta por nuestros cuerpos aún desnudos, ya que comenzaba a hacer fresco cuando nuestro calor corporal fue bajando.

— Supongo que ni bien ni mal, ¿por qué?

— Igual que a mí —rió levemente—. ¿Cuál es tu color favorito? 

— El rojo...

— El mío el azul. ¿A qué país te gustaría ir? Ya sabes, de visita —permanecí algo en silencio intentado que me viera a los ojos pero él apenas los movía de un punto en concreto, y el cual estaba lejos de mí.

— ¿Los Ángeles? —me encogí de hombros sin tener muy segura mi respuesta, tenía la cabeza embotada de demasiadas cosas como para ponerme a pensar en gustos— Jimin...

— Eso no es un país. ¿Te gustan los videojuegos?

— ...sí.

— De joven solía jugar muchos y, oh, a mí me gustaría poder visitar algún país de Europa, quizás, Alemania o puede que Suiza.

— Jimin.

— ¿Te dedicabas a algún deporte o ibas a algún tipo de clases particulares?

— Jimin...

—Yo solía bailar, ¿sabes? Desde pequeño siempre me gustó y aunque sabía que no me dedicaría a ello por mi sentido de la irresponsabilidad, me gustaba ir a bailar de vez en cuando. Seguro que tú eras bueno en los deportes, tienes buenos brazos y si me dejas adivinar... diría que algún tipo de artes marciales. ¿Acerté? —al fin cruzó miradas conmigo y una forzada sonrisa me puso aún más nervioso. Sin responder a nada, acuné sus mejillas entre mis manos y besé delicadamente sus labios, con un simple roce que demostraba todo lo que callábamos. Al separarme y abrir mis ojos, los suyos estaban empapados en lágrimas, destrozándome aún más cada vez que una tras otra caía por su rostro. Me abracé a él como si de ello dependiera salvarle la vida, aferrando mis manos a su espalda y dejando mis labios sobre su oreja mientras le susurraba cosas sobre mí; gustos, anécdotas, pensamientos, todo valía, Jimin quería grabar todo de mí y yo se lo concedí.


[...]

Por las próximas horas conversamos sobre miles de cosas, nos conocimos mucho más gracias a su entusiasmo de compartir cada párrafo de nuestras vidas, incluyendo incluso recuerdos de nuestra infancia. Los temas podían variar entre divertidos, serios o tristes, incluso llegamos a volver a tocar el tema de su hijo, en donde Jimin intentaba ponerle rostro a quien ni siquiera podía ponerle un género, pero era tierno verle imaginar como su hijo podría tener sus rasgados ojos, las mejillas regordetas que solía tener unos años atrás e incluso bromeó con la estatura. Yo sólo podía sonreír ante su dulce imaginación e hipnotizado por su risueño rostro.

18m² [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora