Mercancía cancelada

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Llevaba media hora viendo subir y bajar una pequeña araña que estaba tan indecisa que no tenía claro si quedarse en lo alto o corretear por el suelo. Era estúpido, pero no tenía otra cosa mejor que hacer que observarla y entretenerme un poco, aunque en ciertos momentos mi mente dejaba de echarle cuenta y volvía a viajar por mis recuerdos o pensamientos. Al volver en sí buscaba rápidamente el pequeño insecto con patas mientras un repelús recorría mi cuerpo por imaginar que llegó hasta abajo y paseaba por mis ropas, pelo o sobre mi piel.

Me levanté al aburrirme de observarla sin hacer otra cosa y fui hasta la puerta, la cual golpeé con mis nudillos dos veces, el guardia me respondió y pedí ir al baño.

Como siempre, ató mis muñecas y cubrió mi cabeza, me soltó dentro del estrecho baño y se quedó en la puerta a esperarme. Al terminar con mis necesidades y tirar de la cisterna, toqué nuevamente la puerta y se repitió el mismo proceso pero a la inversa, o eso creí hasta que una voz reconocida detuvo al guardia que me llevaba y éste hizo lo mismo conmigo.

— ¿Te has enterado? Hoy traen a una docena de mujeres.

— ¿Una docena? ¿Por qué tantas?

— No estoy completamente seguro, pero no es para el jefe, es simplemente un favor.

— ¿Y dónde las piensa meter?

— Seguramente las repartan.

— Más trabajo...

— Sí..., y el sueldo no aumenta —lo oí suspirar—. Por cierto, ¿no deberías taparle las orejitas? No creo que deba oír de más.

— No te preocupes, mañana mismo se larga de aquí —me tensé en mi propia oscuridad. ¿Se referían a mí?

— P-perdón... —musité elevando mis manos hasta palpar su mano en mi hombro e intentar girarme.

— Ni te muevas —dijo a mis espaldas y obedecí bajando mis manos, pero no me quedaría con la incertidumbre.

— ¿Se referían a... mí? —tragué grueso esperando alguna respuesta, pero ésta estaba tardando más de lo que me esperaba, por lo que abrí mi boca de nuevo— Han dicho que...

— Sabemos lo que hemos dicho —me interrumpió quien debería de ser el guardia alto—. ¿No te quedó claro que fuera de la habitación siempre debes guardar silencio? Mucho menos puedes preguntar, no tienes ese derecho, ¿entendido, mocoso? —asentí varias veces asustado por la autoridad de su voz. Porque si había algo en lo que me sentía con suerte aquí dentro es que el guardia que se encargaba de mí no era ese hombre de voz gruesa, ojos psicóticos y altura y fuerza descomunal.

— No seas tan duro —oí al otro bromear y lo que quizás sería un golpe al compañero—. Lo voy a echar de menos, para mí ha sido el más divertido hasta ahora.

— Cuidado con lo que dices.

— ¿Dudas de mí? Yo no soy el estúpido de ChanYeol —chistó alguno de los dos—. Mañana saldrás de la habitación y te irás a otro lugar —susurró cerca de mi oído y juraría que me habría encogido si su aliento hubiese chocado en mi nuca, pero gracias a la tela tan sólo oí su voz.

— Deja de jugar con fuego, HeeChul —y tras esas últimas palabras y risa escandalosa por parte del otro, seguimos caminando hasta mi habitación. Retiró todo, me guiñó un ojo sin borrar esa sonrisa que solía tener la mayor parte del tiempo y se fue cerrando tras de sí.

— ¿Voy a... salir? —susurré para mí mismo— ¿Voy a... otro lugar? —a pesar de conseguir algo de información no supe descifrarla correctamente, pues con esas palabras podría llegar a más de una conclusión. ¿Me dejarían libre? ¿Me cambiarían de lugar? ¿Iría a algún sitio fuera de aquí? ¿O... me matarían?

18m² [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora