Somos libres

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— Es hora.

Jimin y yo nos levantamos del suelo y tragamos grueso mientras nuestras manos, ahora entrelazadas, sudaban y temblaban de los nervios. Estábamos asustados, de eso no había duda, se podía notar no sólo en nuestras articulaciones sino en la respiración y tensión de nuestros cuerpos. JiYong entró en compañía de NamJoon, y éste último se quedó junto a la puerta mientras el dueño de vida separó nuestras manos y me miró con una sonrisa de oreja a oreja.

— Por fin te tendré para mí solo.

— No hasta que cumplas lo que prometiste.

— JungKook, te di mi palabra.

— Quiero ver tu palabra con mis propios ojos.

— Lo harás —dijo y me sorprendió oír aquello, miré a Jimin pero éste no dejaba de ver con sumo odio a JiYong.

— Antes de salir... —comencé a decir y me sentí extraño por dichas palabras— necesito saber algo. Por favor, tengo que saber dónde está JiSung.

— Podrás preguntárselo tú mismo a SiWon.

— ¿A SiWon? —pregunté extrañado y noté como Jimin se removió a mi lado inquieto.

— Siento interrumpir, pero el jefe dijo una hora y faltan diez minutos. No le gusta ser él quien espere a la gente —advirtió NamJoon y caminó hasta nosotros con un par de cuerdas y dos sacos negros. 

Después de que JiYong se apartara, NamJoon ató nuestras muñecas y, antes de que nuestros rostros fueran ocultos, miré a Jimin y él me devolvió la mirada. Quise sonreírle, mostrarle que al final estaba equivocado y que de verdad lo liberarían, pero la ansiosa sonrisa que quise ver jamás llegó y la tristeza volvió a cubrirme; tal y como mi cabeza.

— El furgón está abajo —escuché la voz de Kris algo lejana—, pero el maldito de HeeChul sigue sin aparecer. ¡Se supone iba a conducir él!

— Tendrás que hacerlo tú.

— ¡Y una mierda! Yo debo quedarme aquí.

— Pediré a SeHun que te cubra.

— Maldita sea... —gruñó el más alto de todos y muy cerca nuestro sentí como agarraba a Jimin a mi lado y se lo llevaba, lo que me hizo entrar un poco en pánico.

— Tranquilo —escuché a JiYong susurrarme y agarró mi mano y brazo para conducirme con él.

Iba con mis cinco sentidos puestos mientras recorría toda la estancia y el camino que jamás olvidaría, como tampoco lo haría con el momento de nuestra fallida escapada. Poco a poco, el olor a humedad y a veces a pútrido, iba cesando y desapareciendo. Ahora, lo que captaban mis fosas nasales, era el olor a madera vieja, a alcohol y a comida recién hecha. Me pregunté si seguiría siendo ChanYeol el cocinero; ahora solo y sin ayuda de KyungSoo, un sentimiento de nostalgia y pesar me hizo imaginar a un chico alto y triste solo en aquella habitación y a otro mucho más bajo luchando por años y años que podrían jamás terminar.

Ni mis compañeros ni ellos dos se merecían tal trágico final.

— Bien, adentro —apenas me había dando cuenta de por dónde iba cuando me perdí en mis pensamientos, pero de seguro subí a algún vehículo y me obligaron a permanecer sentado, luego escuché como dos puertas eran cerradas y entonces mi cabeza fue liberada.

La sacudí antes de analizar mi entorno y efectivamente me encontraba en el interior de un gran vehículo, no había asientos y las ventanas que tenía estaban ocultas por periódicos y revistas viejas; lo que hacía imposible de ver el exterior. 

18m² [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora