Octava vez en el día que iba al baño desde que había despertado, y no me extrañaba en absoluto. La comida que nos daban era imposible reconocer qué cosas llevaba, por lo que acabé teniendo un agudo dolor estomacal en la noche anterior, levantándome al siguiente día con una necesidad sobrehumana de ir al baño. No me encontraba para nada bien, sentía que con cada visita al baño mis energías se iban reduciendo, así como mi estómago rugía más y más por estar completamente vacío.
En el momento que KyungSoo llegó nuevamente con la comida, me negué a probar un solo bocado de esa papilla. Si estaba así era por culpa de esa asquerosidad y seguir comiéndola lo único que iba a producirme era mi muerte. Siempre había tenido un estómago algo delicado para los alimentos, por lo que no era un chico que comía de todo. Era algo así como... muy especial.
KyungSoo, preocupado por mi aspecto –ya que mi rostro estaba pálido y tenía unas ojeras que llegaban a mis pies–, se acercó y me inspeccionó un poco. Él tenía claro que no podía acercarse a nosotros, así como ni siquiera dirigirnos una mirada. Pero cuando el guardia se quedaba afuera mientras él dejaba la comida, aprovechaba para regalarle algún dulce a JiSung o mostrarnos alguna mirada afligida y de apoyo, así como alguna sonrisa.
Sostuvo mi rostro con ambas manos y lo vi morder su labio inferior algo fuerte. Luego puso una mano en mi frente y otra en la suya, echando de vez en cuando una mirada hacia la puerta, pues aquello podía costarle la cabeza. Luego se levantó y salió afuera, volviendo a entrar segundos después con el guardia.
— A ver, ¿qué ocurre? —KyungSoo me señaló con su índice y HeeChul se me quedó mirando por un momento para volver a mirar al bajo—. ¿Que aún no te queda claro que no puedes tener contacto con nadie? —el bajito de cabello negro negó con rapidez y luego se autoseñaló sus ojos con el dedo para luego señalarme a mí—. Tampoco tienes permiso para mirarlos —volvió a negar con el rostro algo fastidiado y señaló ahora su frente. HeeChul bufó y se colocó de cuclillas para poner su mano en mi frente, notando que ésta estaba ardiendo—. Tienes fiebre —pareció pensarse algo, y agarrando la mano de KyungSoo, ambos salieron.
No pasaron ni diez minutos cuando HeeChul volvió a entrar, pero esta vez solo. Vino hasta a mí y pasó mi brazo por su hombro y me levantó. Yo simplemente caminé lentamente junto a él, pasando por el lado de JiSung y viendo su rostro bastante preocupado y asustado. Con un pequeño gesto de mano le dejé claro que no debía preocuparse y él asintió antes de que cerraran la puerta y lo dejaran ahí solo.
El doctor me examinó e inyectó algo que supuse serviría para mejorarme. Le explicó a HeeChul los medicamentos que tendría que darme a sus horas exactas y luego me devolvió a la habitación, dejando mi cuerpo pesado y sin energía sobre la cama.
— ¿Por qué? —pregunté antes de que se fuera de la habitación. Él me miró con una ceja alzada sin comprender— ¿Por qué nos secuestran y luego cuidan de nuestra salud? —cuestioné con la voz suave y sin una pizca de fuerza.
— ¿Comprarías una manzana podrida? —negué— Pues ahí tienes la respuesta —sonrió de medio lado y se marchó sin más.
Recordé las palabras de hace unos días atrás: "mercancía cancelada", y todo cobró sentido en mi cabeza. Quizás en otro momento habría entrado en pánico, quizás si no sintiera que mi alma estaba más fuera de mi cuerpo que dentro, pero ahora no, y mucho menos cuando había pasado tantas semanas aquí dentro. Mi cuerpo y mente se habían ido acostumbrando a los golpes producidos por mis errores, a los llantos de un niño que se oían directamente desde mi oído, pero sobretodo, a sentirme como un simple objeto y no un humano; sin derechos ni nada, dentro de estas cuatro paredes esa palabra no existía. Hacía tiempo que había quedado claro que esto no se trataba de una pesadilla, era tan real como mis moratones y malestares, y aunque costara de admitir, es lo que me tocó. Pudo ser cualquiera, mi vecino, el panadero de enfrente, un compañero de clase, pero lamentablemente, me tocó a mí.
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18m² [JiKook]
Fanfic❝¿Dónde estoy?, me pregunté cuando desperté con un agudo dolor de cabeza en un lugar completamente desconocido. Mis ojos divagaron por el oscuro lugar en busca de reconocimiento, pero no era más que una simple habitación con unos pocos muebles viejo...