ADVERTENCIA: lemon
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Lunes, 20 de marzo - 20:40
El atentado con gas sarín en el metro de Tokio se llevó las vidas de doce personas. Miles de personas resultaron heridas, y se desconocen las consecuencias o secuelas que padecerán los civiles que estuvieron en contacto con el gas sarín. Los medios de comunicación no fueron prestos al alertar a la población, ya que la información que dieron en un principio no era certera y muchos de los servicios de evacuación de heridos tuvieron que improvisar sus acciones.
La mañana del veinte de marzo, los perpetradores de la tragedia situaron y agujerearon bolsas con gas sarín en estado líquido, envueltos en papel de periódicos, en tres de las líneas de metro de Tokio: la Línea Chiyoda, la Línea Marunouchi y la Línea Hibiya.
Yuri y Yurio viajaban en la línea Marunouchi dirección a la estación de Akasaka-mitsuke, en un vagón que contenía una bolsa de gas sarín.
Victor hubiese pasado la noche velando a Yuri si no fuese porque la Unidad de Cuidados Intensivos tenía un restrictivo horario de visitas.
Al estar expuesto al gas sarín era muy probable que Yuri presentase síntomas similares a los del resto de heridos. Los heridos más graves habían acabado en coma vegetativo, con escasa capacidad de recuperación. La condición de Yuri era incierta, si bien parecía permanecer en "estado de sueño", sin llegar a ser un coma propiamente, con grandes probabilidades de volver al estado de consciencia en las horas siguientes. Yurio se había llevado la peor parte. El chico rubio permanecía en otra sala de la Unidad de Cuidados Intensivos. Le habían conectado a un dializador ya que su hígado estaba dañado por la inhalación del gas y permanecía en un estado grave de pérdida de conciencia.
El mecanismo de acción del gas sarín se asemeja al de los pesticidas y ataca al sistema nervioso central, llegando a paralizar órganos como los pulmones, derivando en paradas cardiorrespiratorias.
Las enfermeras, doctoras y auxiliares, al pasar junto a la cama de Yurio, expresaban su pena, un ángel en aquel estado, pobrecito. Ciertamente ver así a Yurio, lo hacía parecer un niño indefenso.
— Ya estoy en ca...— al abrir la puerta del piso de Yuri, Victor enmudeció de golpe. Era la costumbre. Siempre que iba de visita a la casa de Yuri exclamaba aquel saludo japonés. Yuri salía a recibirlo con una sonrisa y ojos brillantes. Ese día no saldría a recibirlo. Miró al suelo cabizbajo. Yuko se abrió paso a través del recibidor, despojándose de los zapatos.
Ah. Había ido con Yuko al apartamento para llevarse los documentos del seguro médico de Yuri, que requerían en el hospital, aunque el gobierno central había proclamado que los gastos hospitalarios de los heridos del atentado quedaban a cuenta del estado.
Victor se descalzó y atravesó el comedor. En ese comedor Yuri le había revelado que estaba en estado y él, presa del pánico, no había reaccionado nada bien. Suspiró abatido.
— ¿Sabes dónde pueden estar?— Yuko estaba revisando los cajones de las cómodas del salón. Victor cruzó todo el salón y abrió la puerta de la terraza, se sentía asfixiante allí dentro. Un viento fresco se coló en la estancia, meciendo sus cabellos y el bajo de su gabardina color café.
Victor miró por encima de su hombro. Localizó el parpadeo de un luz en un extremo de la habitación, junto al televisor. Había mensajes en el contestador de Yuri. Presionó el botón de reproducción mecánicamente. Yuko interrumpió su búsqueda al escuchar el primer mensaje: era suyo.
—¡Yuri, Yuko al habla! ¿Cómo te fue en la visita al ginecólogo? Espero que no te hayas puesto muy nervioso. Yurio acaba de llamar para quedar a comer ramen mañana, ¡yuhuu! Takeshi tiene el día libre y nos apuntaremos, las niñas estarán en la guardería, ¡fiuu! Las adoro pero no viene mal descansar un poco. Ya te tocará— una risa suave se escuchó— Mmm— una pausa— Yuri, ¿le contaste a Victor sobre tu estado? ¡Nos vemos mañana!
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El brillo de tus ojos ✧ (AU) Mpreg
FanfictionAño 1995. Ambientado en el atentado con gas sarín del metro de Tokio. Yuri Katsuki contempló aquel test de embarazo una última vez. La última. Pasó el dedo pulgar encima del sensor, como si esperase que aquellos símbolos que declaraban que el test...