Sábado, 12 de Agosto - 3:48 am
La sala de partos era una habitación hexagonal de un blanco inmaculado. A un lado había una encimera larga con dos lavamanos, varios armarios, algunas máquinas, una mesa de metal y una camilla de parto acolchada en gris. Unos paneles de vidrio tintado ocultaban una zona de la sala.
Yuri tragó fuerte al ver la disposición y forma de la camilla, con varias palancas y extensiones para apoyar las piernas. Emil deslizó la silla de ruedas al interior de la habitación, ayudándolo a subirse a la camilla.
Yuri sentía que el corazón iba a salirsele del pecho. Transpiraba como un pollo en un horno de puros nervios. Ahogó un alarido al sentir otra contracción que lo dejó sin habla durante un minuto, sus manos aferrando la tela del camisón. Inspiraba y espiraba con lentitud tratando de no tensar demasiado su cuerpo, aguantando el dolor. Dios, tenía tantas ganas de comenzar a empujar...
Victor entró en el momento que la contracción de Yuri remitió. Llevaba puesto un batín verde y guantes profilácticos. Se colocó a su lado entrelazando una de sus manos con la del azabache. Los ojos de Yuri, acuosos y con ojeras, le miraron nervioso.
—Sitúa los pies aquí— Emil ayudó a Yuri a colocar los pies encima de los estribos, semejantes a pedales, también acolchados— Eso es— después el obstetra de cabello castaño manoseó algunos resortes que elevaron la camilla y enderezaron el respaldo. Yuri quedó prácticamente sentado derecho con las piernas separadas en alto. Tragó saliva de nuevo.
Emil rodeó la camilla hasta colocarse junto a Victor y le palmeó el hombro al ruso, que dio un respingo. Hasta ahora no se había percatado de lo tenso que estaba. Algunas gotas de sudor resbalaban por su sien. Victor se esmeraba en aparentar sereno cuando en su interior temblaba como un flan.
—Todo listo— comentó Emil sentándose en una banca delante de Yuri. Dobló el camisón, exponiendo sus muslos y colocando las manos sobre sus rodillas— ¿Preparado, Yuri? Pronto tendrás a tu bebé en brazos, ¿tienes ganas de conocerlo?— Yuri asintió despacito. Victor besó su pelo— Bien, Yuri. Ahora, cada vez que sientas una contracción, ¡empuja fuerte! Pudiste ir a clases de preparación al parto, ¿verdad?— Yuri afirmó con la cabeza— Repasemos rápidamente. No es difícil, para empujar coges aire y lo sueltas haciendo fuerza hacia abajo. Es parecido a hacer de vientre. Deja que las sensaciones en tu cuerpo te guíen.
—V-vale...— Yuri asimiló esas indicaciones diligentemente.
—Nos tienes a tu pareja y a mi para apoyarte— Emil sonrió tras la mascarilla sanitaria. Victor apretó la mano que le sujetaba, acariciando sus nudillos con el pulgar.
Yuri respiró hondo. Cuando percibió cerca la contracción, cerró los ojos y apretó los dientes, dejándose llevar por las inmensa necesidad de pujar que sentía, constriñendo los dedos de Victor al hacerlo, que no se quejó ni hizo una mueca.
—Muy bien. Así, Yuri. La próxima puja más fuerte— la voz de Emil sonaba tranquila, era evidente que estaba acostumbrado a asistir en partos.
En la siguiente contracción, Yuri volvió a pujar, ejerciendo más fuerza. Y así, Yuri empujó en las cuatro contracciones siguientes. Entre cada contracción, el japonés descansaba la cabeza sobre el respaldo, cogiendo energía para la siguiente. Se sentía sofocado.
—Victor...— con voz queda, Yuri apretó la mano del peliplateado. Victor le devolvió el apretón con una sonrisa.
—Yuri— Victor le habló en voz baja, acariciando su mejilla con el pulgar y el cabello azabache con los dedos. El rostro de Yuri estaba anegado en lágrimas y mocos. Su pecho se movía al ritmo de las bocanadas de aire que daba—- Te quiero. Te amo desde el primer momento que vi tu sonrisa y el resplandor de tus ojos. Te he visto superar todos y cada de los obstáculos que encontrabas en el camino, te he visto brillar. En este momento, aún con la cara llena de lágrimas y todo sudado, brillas más que nunca, mi cerdito— los labios del peliplateado reposaron sobre la frente de Yuri, en un beso cálido y atento. Yuri hipó, llorando conmovido.
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El brillo de tus ojos ✧ (AU) Mpreg
FanfictionAño 1995. Ambientado en el atentado con gas sarín del metro de Tokio. Yuri Katsuki contempló aquel test de embarazo una última vez. La última. Pasó el dedo pulgar encima del sensor, como si esperase que aquellos símbolos que declaraban que el test...