Férreo

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Sábado, 29 de abril de 1995 - 19:53 pm

Al cruzar el umbral de la recepción, Yuri tuvo que quitarse el abrigo. Dentro del resort se respiraba un ambiente caluroso y cargado, para estar a mediados de primavera. Voces entusiastas se escuchaban desde el salón común. Pensó que tal vez hubiese algún partido de béisbol, porque la voz graciosa de su padre parecía animar a las demás, su padre solo se ponía así cuando había partido y había bebido demasiado.

—Yuri, eres tú— su hermana asomó desde la puerta del salón, fumando un cigarrillo; Yuri arrugó la nariz. Mari se encogió— Perdón, lo apago— volvió a entrar a la sala y mientras Yuri se descalzaba los zapatos, Mari se acercó a él, ya sin cigarro— ¿Qué tal ha ido el paseo?

—Bien, había mucha gente en la playa— uno de los zapatos no quería salir.

—¿Y Victor?

Un escalofrío recorrió su espina dorsal, pero no dio muestras de ello.

—Se ha quedado en la playa con Makkachin— explicó en tono monocorde— Yo estoy cansado y volví antes— Mari le observó en silencio hasta que hubo logrado despojarse de los zapatos y ponerse unas surippa marrones.

—¿Quieres que te prepare el ofuro?— se ofreció la joven con una sonrisa.

—No, gracias— mecánicamente fingió una sonrisa y se alejó por el pasillo de los baños termales— Voy a bañarme en el onsen.

Sabía por experiencia que a esas horas los huéspedes que no estuviesen terminando de cenar, o estaban viendo la televisión o preparándose para dormir. Raramente había excepciones, los japoneses eran predecibles, como si siguieran a rajatabla un manual de instrucciones.

Entró en los vestuarios y se sentó sobre un banquillo de madera, con los codos apoyados en las rodillas, cubriéndose la cara con las manos.

¿Qué acababa de pasar? Hizo una recapitulación mental de los acontecimiento de las últimas horas.

Había bajado a cenar con su familia y Minako temprano. Su madre sacó el álbum de fotografías de ella y su hermana de niños. Estuvieron hablando de varias cosas banales hasta...

Yuri inspiró hondo, juntado las manos frente a su rostro. Había discutido con Victor. Algo que dijo el ruso le había dado mucho coraje y ello desencadenó una serie de recuerdos y sensaciones dolorosas que había dejado de lado. La potencia con la que golpearon su corazón esas emociones fue tal que transformó toda la aflicción contenida en rabia. El resultado: no fue capaz de medir el impacto de sus palabras.

Después de eso echó a caminar por el paseo marítimo, haciendo tiempo mientras sofocaba el remolino de sentimientos que había liberado.

Miró por la puerta que daba al onsen humeante. El cielo empezaba a oscurecerse. Las flores de Sakura habían perdido todos sus pétalos y se suponía que un clima más templado se abriría paso en el sr de Japón, pero ese día el viento era frío. Te calaba los huesos y podías resfriarte en un descuido. Algunos años atrás había llegado a caer aguanieve por esas fechas.

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20:47 pm

Toshiya recolectaba desganado los restos de la celebración deportiva improvisada de aquella tarde. Mari barría con esmero el suelo y Hiroko tomaba una infusión sentada en uno de los kotatsu, bostezando de vez en cuando. Habian sacado las estufas debido a la oleada de frío, para mantener calentitos a los comensales.

Yuri cruzó al salón en pijama secándose el cabello con una toalla de mano, yendo directo a la cocina para abrir el frigorífico. Cogió el brick de leche descremada y un vaso de la alacena. Su hermana con el recogedor a tirar las pelusas en el cubo de la basura. Volteó a ver a su hermano y sonrió al verle con las comisura de los labios manchadas de leche.

El brillo de tus ojos ✧ (AU) MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora