Asfixia

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Viernes, 28 de abril de 1995

Un roce sutil en el cabello. Calor en su mejilla. El murmullo de voces aplacadas por el bloqueo en su mente y un zumbido lejano que empezaba a remitir.

—Yuri. Despierta.

Separó los párpados. Dos diamantes azules ocuparon su nublado campo de visión. Bostezó. Al estirar los brazos por delante del cuerpo su cuello crujió, resentido por haber permanecido demasiado tiempo en la misma postura.

—Hemos llegado— la voz apremiante de Victor terminó por devolverle de entre el mundo de los sueños.

Miró a su alrededor. Los pasajeros desalojaban sus asientos. Victor estaba de pie en el pasillo bajando algunos bártulos del compartimento superior del autobús. Algunas personas pedían ayuda a Victor para que alcanzase también sus petates, viendo que era más alto que ellos. Victor no se mostró reticente ni una vez, bajaba las cosas con la sonrisa amable que encandilaba a Yuri.

Junto a Victor, Makkachin estiraba las patas y abría la mandíbula para bostezar.

—¿Qué hora es?— murmuró Yuri tallándose los ojos.

Trató de levantarse pero notaba las piernas pesadas y tuvo que agarrarse al respaldo del asiento de enfrente para lograr finalmente salir al pasillo del autobús.

—Pasadas las nueve— el ruso le dedicó una sonrisa. Al verse en el reflejo de las ventanas del vehículo, Yuri apreció sus ojos cansados y su cabello revuelto. Con la tela de su camisa se limpió los restos de baba de la barbilla.

La noche había empezado a caer. La estación de autobuses de Hasetsu estaba tenuemente iluminada por las farolas del estacionamiento. Victor bostezó, arrastrando las dos maletas tamaño cabine size. Yuri le seguía llevando la mochila con obsequios de agradecimiento para su familia o temiyage, y sujetando la correa del caniche.

—¡Yuri, Victor!

Al salir de la estación Hiroko les esperaba agitando ambos brazos desde un costado de su auto. A Yuri se le iluminó el rostro al ver a su madre y aceleró el paso para abrazarla. La había echado de menos.

—¡Qué alegría tenerte aquí, hijo!— Hiroko palmeó los cachetes de su retoño— ¡Victor!— se giró para abrazar al ruso, que correspondió con toquecitos en el hombro de la mujer y una sonrisa risueña— ¡Bienvenido de nuevo!

Subieron al coche y Hiroko condujo prudentemente por las calles de la localidad de Hasetsu.

—Pillasteis tráfico, ¿verdad? Este fin de semana va a ser horrible. Como empieza la Golden Week, mucha gente se desplaza para vacacionar. ¡El hotel está lleno! Pero no os preocupéis, he acomodado la habitación de Yuri para que podáis quedaros— la alegre verborrea de la mujer les acompañó durante el trayecto hasta Yu-topia Katsuki.

Aprovechando la semana vacacional que les ofrecía la Golden Week, Victor propuso a Yuri aceptar la invitación de su familia para ir a visitarlos a Hasetsu. Así Yuri podría relajarse en su pueblo natal después del estrés de esperar los resultados de la amniocentesis.

El ánimo de Yuri no había pasado por sus mejores momentos, estando decaído e inquieto la mayor parte del tiempo. Aunque dormía mucho, Victor notaba que el sueño del menor era ligero y se revolvía demasiado. No era propio de él, normalmente cuando se dormía, era complicado despertar al japonés.

No le pareció conveniente utilizar el ferrocarril debido al estrés post traumático que pudiese generarle al menor, por lo que viajaron todo el camino en autobús, Makkachin incluído. Fueron unas seis horas de viaje aproximadamente, con sus correspondientes paradas reglamentarias. El viaje se alargó por el tráfico que encontraron en la autopista.

El brillo de tus ojos ✧ (AU) MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora