Demasiado pronto

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Viernes 11 de Agosto de 1995 - 22:27 pm

Yuri abrazaba su abultado vientre, hecho un ovillo encima de la cama. Estaba sofocado, su piel transpiraba y notaba como las gotas de sudor resbalaban por su nariz. Miró la hora en el despertador digital sobre la mesilla de noche.

Es muy pronto.

Escuchaba la pausada respiración de Victor a su lado.

Horas atrás, Yuri había empezado a sentir espasmos en su abdomen, diferentes a otros que pudiese haber sentido antes. Se habían ido intensificando hasta convertirse en dolorosas sacudidas que le hacían doblarse entero. Su vientre estaba endurecido y tenía ganas de vomitar.

Makkachin le observaba al pie de la cama, gimoteando bajito, con el hocico apoyado en el colchón, como intuyendo que algo pasaba.

Yuri se levantó despacio de la cama y caminó hasta el aseo, tanteando en la oscuridad con las manos. Aquel dolor penetrante volvió y le hizo detenerse, apretando la mandíbula y cerrando los ojos. Tapó su boca con una mano, pues le daban arcadas.

Consiguió llegar al baño, no sin esfuerzo. Flexionó las rodillas frente al inodoro y vomitó.

Victor se despertó al escuchar la primera arcada. Palpó a su lado pero no encontró a nadie.

—¿Yuri?— se levantó de la cama como un resorte al ver la luz del baño encendida— ¿¡Yuri!?— encontró al japonés arrodillado con los brazos rodeando la tapa del inodoro. Su piel pálida y sudorosa resaltaba las ojeras negras bajo sus ojos— ¡¿Qué ocurre?!

—No me... encuentro bien...

Otra arcada y Yuri volvió a vomitar. Victor había visto devolver a su novio antes, cuando bebía demasiado y acababa muy mareado y revuelto. Pero aquello era distinto. Le frotó la espalda, visiblemente preocupado.

—Llamaré a la clínica. Iremos esta misma noche si no te sientes bien...

—Tengo contracciones...— las comisuras de la boca de Yuri temblaron, alzando las vista con ojos acuosos. Estaba asustado. Victor notó la garganta seca de repente.

—Está bien — lo confortó con voz suave— ¿Puedes levantarte, amor?— con la ayuda de Victor, Yuri logró ponerse en pie y caminar hacia la habitación, ayudando al embarazado a sentarse al borde de la cama— Está bien— repitió Victor, atrapando el rostro del pelinegro con sus manos— Voy a llamar a la clínica.

Yuri asintió, medio descompuesto aún por las náuseas.

Victor salió disparado de la habitación hasta alcanzar el auricular del teléfono. Cogieron el teléfono al primer pitido y Victor le explicó a la voz femenina que le atendió la situación y que iban hacia allí.

Al volver a la habitación, Yuri no estaba. El pelinegro había caminado hacia la cocina y bebía agua de un vaso. Victor se dio maña de vestirse con lo primero que encontró (una playera negra, pantalones grises y sketchers) y empacó una bolsa deportiva grande con documentos, artículos de aseo básicos, mudas de ropa, una bata y zapatillas para Yuri, ropa de recién nacido, una agenda telefónica y toallas.

Victor buscó las llaves del coche y cargó con la bolsa llena hasta el vestíbulo, Yuri le esperaba sosteniéndose a un mueble. En su estado de aturdimiento, había atinado a ponerse las gafas y unos zapatos de lona, aunque aún vestía pantalón de pijama y playera holgada.

Makkachin se les acercó meneando la cola, girando la cabeza confuso. Yuri le acarició las orejas.

—Te he dejado agua y comida en la cocina— le susurró al perro.

El brillo de tus ojos ✧ (AU) MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora