Aleteo

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Despegó los párpados. Como en un sueño, todo lo que veía parecía irreal, como si estuviera viendo a través de una densa niebla. Su visión estaba desdibujada y ningún sonido llegaba a sus oídos.

Su cuerpo se sentía pesado. El dolor en el pecho seguía ahí, aunque remitiendo gradualmente.

Mantuvo ese estado de semi inconsciencia hasta que fue capaz de recobrar el dominio de su cuerpo y del lugar en el que se encontraba.

Estaba tumbado, sobre una extensión acolchada, en el cuarto de Yuri.

Yuri.

Hizo amago de incorporarse, pero algo lo retuvo. Victor miró a su lado. Se encontró con el rostro durmiente y agotado del joven con cabellos negros. Los brazos de Yuri lo envolvían en un abrazo, con firmeza a pesar de que el chico estaba dormido. Una montaña de edredones y mantas cubría sus cuerpos semi desnudos, Victor tan solo vestido con pantalón de algodón y ropa interior. Yuri en camiseta de pijama y calzoncillos.

Victor sacó un brazo y apartó los mechones que caían sobre los ojos del japonés. Le había crecido mucho, al punto de que le tapaba las orejas. Pasó los dedos por su pelo, admirando su suave textura. Yuri suspiró en sueños y se agitó, abriendo los ojos. Al ver a Victor despierto, se incorporó como un resorte.

—¡Victor!— su voz áspera y alterada terminó por devolverle la lucidez— Despertaste...— le temblequearon los labios— ¿Cómo te sientes?

—Estoy bien.

—¿Tienes frío?

—Yuri...

—¿Qué es lo último que recuerdas?

Victor silencio al menor poniendo los dedos sobre sus labios, sin ejercer presión. Victor no dijo nada, se limitó a esperar que el chico recuperase la serenidad. Solo entonces apartó la mano.

—Te encontramos desmayado en el camino a la playa. Tenías signos de congelamiento y te trajimos aquí, te sumergimos en agua caliente hasta que vimos que te recuperabas y llamamos a uno de los huéspedes que es conocido de mis padres y es médico, que...

—Yuri, Yuri— calmó el ruso, aturdido de repente— ¿Que qué? ¿Congelamiento?— Yuri asintió enérgicamente.

—Tuviste un ataque de ansiedad— declaró Yuri, escudriñando el rostro. Victor no daba crédito. Inspiró hondo, refregando las manos sobre su cara.

—¿Eso fue? El dolor en el pecho, la sensación de que me estaban estrangulando y la debilidad... ¿eran por un ataque de ansiedad?— el japonés apretó los labios y asintió de nuevo; Victor frunció el ceño.

¿Yuri sentía todo eso cada vez que tenía ansiedad?

—Sí. El médico que te atendió acusó la hipotermia al ataque. Si no estás acostumbrado a esos síntomas tu cuerpo se debilitó en consecuencia.

—Es angustioso, Yuri. ¿Así te sientes tú cada vez que...?— no pudo completar la pregunta. Se incorporó sobre los codos y miró con suma preocupación a Yuri.

El azabache se mantuvo en silencio, aguantando la mirada del peliplateado.

—Victor, tenemos que hablar...

La puerta de la habitación se abrió y Hiroko apareció en el umbral. Su rostro se iluminó al ver a Victor despierto.

—¡Victor, menos mal!— la mujer traía una bandeja pequeña con una bol humeante y un plato de pescado. Depositó la bandeja en la mesilla y se sentó junto a su hijo— Yuri no se ha separado de ti ni un momento. Empezaba a preocuparme, no ha comido nada en horas. Le he traído algo para que no desfallezca— Victor miró a Yuri, que se mantuvo cabizbajo y murmuró un quedo "gracias"— Traeré algo para ti también, Victor.

El brillo de tus ojos ✧ (AU) MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora