Debilidad

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La prueba de la fibronectina fetal dio positivo.

Detectaron que el bebé de Yuri y Victor nacería en las siguientes dos semanas y Emil le prescribió a Yuri un tratamiento con dosis moderada de progesterona, una hormona presente naturalmente en el cuerpo que ayuda a prevenir el parto prematuro, junto a corticosteroides prenatales para acelerar el desarrollo pulmonar del bebé. El obstetra quería asegurarse de que el bebé estuviese el mayor tiempo posible dentro de la matriz.

Durante el tiempo que a Yuri le estuvieron haciendo prueba tras prueba, Victor permaneció a su lado en todo momento. Solo regresaba al ático de Minato para hacer compañía a Makkachin. El ruso solicitó el permiso de paternidad por adelantado, para estar con Yuri ante la perspectiva de un parto prematuro espontáneo.

Algunas noches, Yuri lloraba. Victor le abrazaba en la cama, colmandolo de caricias y gestos de cariño, hasta que se quedaba dormido.

Yuri quiso visitar a Guang Hong en cuanto las cosas se calmaron y su estado de ánimo mejoró.

Delante de la puerta de la habitación 015 del área de tocología, Yuri inspiró hondo antes de tocar la puerta tímidamente. Un joven de piel bronceada, cejas pobladas y un ojo amoratado le abrió la puerta con el ceño fruncido.

—¿Deseas algo?— dijo secamente.

—Venía... a ver a...— confuso, el azabache se preguntó si se había confundido de habitación cuando escuchó la voz alegre de Guang Hong desde el interior.

—Leo, ¿me ayudas con...?— la cabeza cobriza se congeló en un grito mudo cuando vió a quien estaba frente a su habitación — ¡Yuri!— el chino, vestido en pijama, se abalanzó sobre el cuello de su amigo— Menos mal...— sollozó Guang en su pecho.

Leo se retiró fuera de la habitación, rascándose la cabeza, visiblemente cansado. Como pudo, Yuri introdujo de nuevo al chico dentro de la habitación, que aún se aferraba a su cuello, como si se negase a soltarlo.

—Fui a verte... Estabas como ido. Me asusté mucho...— Guang hipó, alzando sus ojos llorosos, finas lágrimas deslizándose por sus mejillas.

Yuri no pudo evitar sentirse culpable del desasosiego que le había causado a su amigo. Quería pedirle perdón, pero las palabras no terminaban de salir. Notaba sequedad en la garganta.

— En cuanto... me enteré que te ingresaron... Dios, Yuri...— Guang se separó de pronto y puso las manos en el vientre abultado del azabache, mirándole con ojos llenos de espanto, pareció titubear antes de hablar— Tu bebé... ¿está bien?— los labios del chino temblaron— Escuché cosas horribles...

Yuri puso sus manos sobre las de su amigo, y su rostro se crispó en una mueca cuando el llanto se apoderó de él. Guang Hong dio un salto y sus ojos volvieron a aguarse al interpretar lo peor.

—El bebé está bien— la voz de Yuri era apenas un hilillo audible, quebradizo; Guang Hong jadeó, apretando sus manos en el vientre de su amigo— Está bien — repitió, con voz rota por la emoción.

Pronunciar aquello lo hacía tangible, real.

Su bebé estaba bien.

En las últimas semanas, la implicación de Emil y su equipo de especialistas había logrado detectar el motivo de la ascitis fetal aislada y ejecutar un procedimiento preventivo para que Yuri y Victor pudiesen tener a su bebé.

Yuri estaba en deuda con ellos.

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Al irrumpir en el consultorio de Emil, Victor sorprendió al checo con Sara Crispino, su compañera pediátra y prometida. Ambos especialistas estaban enlazados en un abrazo.

El brillo de tus ojos ✧ (AU) MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora