Eregr, el Alquimista Loco

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Arco del Desierto de Krill.

EPISODIO DOCE. Eregr, el alquimista loco.

El hombre que salió de entre la puerta era un anciano prominente, con las barbas blancas como la misma arena sobre la cual descansaba su cabaña, sus bigotes largos se fundían su la marea de canas que emergían de su mentón y bordes de la boca, un sinfín de arrugas se colmaban en su semblantes cansado, un par de cejas pobladas extensas llegaban hasta sus orejas y una calva prominente se veía por debajo de un sombrero de dormir de color blanco con un pompón grande y esponjoso en la punta del cono, este estaba sobre su cabeza pues en su totalidad, el anciano vestía un atuendo de pijama blanco rayado.

Hay que recalcar también que el anciano aunque delgado por su edad, tenía una fuerza enorme en su porte, medía un total de dos metros hacia arriba, dándole esto una semejanza a una estatua antes que a una persona.

- Muchacho, pasa a esta casa antes de que te suelte a las arenas. Bueno, eso si lo deseas pues eres libre de pasar. –Dice el anciano.

Fairy y Merma entran a la caseta pequeña, y cuando entran por aquella maciza puerta, ven que por dentro la cabaña era muy distante en aspectos con el exterior, mientras que desde afuera parecía estar a punto de desplomarse, por adentro parecía un baluarte tallado en madera, con el arce en bocetos variopintos y con finos acabados en la madera plegados entre paredes y sobrepuestos en los techos con un estilo arquitectónico donde se encajaban laberínticamente piezas de madera para conseguir la estructura deseada.

Fairy junto con Merma entró a dicha caseta, dejando a un lado su equipaje para poder descansar la espalda.

- Cuando era niño solía ayudar a mi madre en sus labores de la cocina, no andaba por el mundo tocando puertas a desconocidos. ¡¿Qué puede traerte hasta aquí?!-Preguntó Eregr al jalar un asiento de entre su pequeña mesa y sentarse, acto seguido, Fairy se sienta para poder descansar.

- Lo mismo podría preguntarme. –Dijo Fairy sonriendo.

- Sí, pero aquí yo soy el que te recibe y el que recibe respuesta primero. ¿Qué haces aquí?

- Me han mandado hasta aquí.

- Bueno, cuando me mandaban a la mierda no es que les haiga también hecho caso, mira mi niño no debes tomarte las cosas tan a lo literal...

- ¡No! No me refiero a eso, estoy aquí con una misión.

- ¿El suicidio? –Dice el anciano rascándose la barba blanca con lentos movimientos.

- ¡No! No he venido a morir.

- ¿Entonces a qué has venido? Este lugar no es para cualquier persona, aquí el destino gobierna, aquellos que no estén destinados a seguir viviendo no sobreviven pero tampoco los débiles.

- Es precisamente por eso que me mandaron

- ¿Quién? –Pregunta Eregr con gran interés en saber quien podía estar tan enojado con su vida como para mandar a un niño a una muerte segura.

- Dervhi, Yeknoks Portgast Dervhi. –Dijo Fairy pero distorsionando el orden de los apellidos y nombres pues había dicho primero el nombre y luego intercambiado el orden de los apellidos que le había dicho el anciano.

- ¡¿Portgast Dervhi?! ¿Hablas de Yeknoks Portgast Dervhi? –Dijo el anciano con un tono de sorpresa.

- Sí, ese mismo.

Aquellos Que Buscan JusticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora