One shots. | all

Eddie Kaspbrak.

We could be heroes I.

Guardé la última maleta en el closet, miré al rededor aún sentada en la cama y suspiré, esto no era nada parecido a mi habitación en Minnesota, sin dudas esta era mucho más rústica pero a pesar de eso era bastante acogedora, el tono rosa pálido me hacía sentir una niña de nuevo y el tapiz de rosas en la pared de la ventana hacía pensar que yo era muy femenina, en realidad no lo soy, es decir, soy femenina pero no en exceso, miré el póster de Dirk Bogarde en la pared frente a mi cama, me gusta, subí mis jeans y decidí cambiar mi sudadera, hacía calor, tomé una playera blanca de tirantes y sobre esta coloqué una camisa a cuadros rojos y negros, sostuve mi corto cabello en una coleta baja y bajé las escaleras hasta llegar a donde estaba Dian, mi hermana.

-¿Terminaste?- dijo abriendo una caja sobre el comedor y sacando algunas cosas.

-Sep- miré todo, quedaban algunas cajas en el suelo pero la mayoría de las cosas ya estaban en su lugar -a mamá le habría gustado la decoración.- Dian sonrió melancólicamente.

-¿Porqué no sales a ver el lugar? Deberías ver el camino a tu escuela ahora, así mañana sabrás como llegar, yo terminaré de desempacar.- asentí con una sonrisa forzada, realmente no quería salir y tampoco quería ser la chica nueva en la escuela, no soy la mejor para hacer nuevos amigos, salí de mi casa y me quedé parada en mi porche, di una mirada fugaz a la calle, todas las casas lucían exactamente iguales, caminé un par de casas a la izquierda, ya que por ahí habíamos llegado, en busca de algo familiar o que me hiciera recordar a la escuela cuando de pronto en una de las casas en la acera del frente se escucharon gritos, me acerqué un poco y por entre las hierbas pude ver a tres chicos seguramente mayores, al parecer un cuarto chico estaba tirado en el suelo, uno de los mayores le decía algo que no lograba entender pero sonaba bastante agresivo mientras los dos restantes solo reían, vi como al parecer el líder golpeaba al que estaba tirado en una pierna y aquel niño soltó un grito agudo, en la ventana apreció una señora, me relajé pensando que haría algo al respecto pero al ver la escena solo cerró la cortina, ¿están bromeando? Me acerqué lentamente tratando de hacer el menor ruido posible y tomé un vara que había por ahí cerca, no tenía ni idea de que hacer, lo único que sabía era que debía hacer algo o el pobrecito terminaría mal, cuando estaba a eso de un metro de distancia alcé la vara sobre mi hombro dispuesta a darle un golpe si surgía la necesidad de hacerlo.

-Oye- apreté la vara con fuerza, los cuatro chicos se giraron hacia mi, tragué saliva y me puse derecha tratando de lucir un poco amenazadora, lo cual fue un total fracaso, si pudieran ver a mi yo interior seguramente hasta el chico del suelo se reiría, el chico que anteriormente había golpeado al del suelo levantó una ceja -d-déjalo en paz, deberías meterte con alguien de tu talla.- los tres de pie se miraron entre sí con una sonrisa burlona.

-¿Como quién? ¿Como tu, preciosa?- fruncí el ceño un poco, yo no sé porqué me meto en los problemas ajenos. Miré al chico en el suelo quien tenía el ceño muy fruncido con una expresión de terror en su rostro, cuando llegué a sus ojos comenzó a negar rápidamente con la cabeza, mi corazón comenzó a latir al punto que yo misma lo escuchaba mientras unas cuantas lágrimas resbalaban por sus mejillas, vaya hijo de puta, sentí la sangre subir a mis mejillas y un sentimiento de ira invadió mi cuerpo.

-Inténtalo.- uno de sus amigos dio un paso hacia mi pero el mismo chico rubio lo detuvo, caminó hacia mi mirándome de pies a cabeza y cuando estaba a menos de treinta centímetros me miró a los ojos, no retrocedí aunque ganas no me faltaban.

-¿Eres nueva por aquí, cierto?- asentí -eso lo explica todo, soy Henry Bowers, aquí todo se hace a mi modo así que te sugiero que te vayas si no quieres terminar como este idiota.- señaló al pobre niño sin dejar de verme, di un paso hacia el.