Finn Wolfhard. 1/?

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—Las ventas están bajando, no podemos seguir así, a este paso tu carrera terminará antes de si quiera haber sido nominada a un premio, antes de si quiera dar un concierto en el extranjero.— Scott movía su pierna poniéndola cada vez más nerviosa. —tienes que empezar a hacer canciones que a la gente le gusten.—

—Pero... Las canciones que hago son lo que a mi me gusta, es lo que siento, Scott.—

—No es suficiente.— Scott se paró de la mesa y caminó de un lado a otro.

—A mis fans les gustan.— tocó su frente, la frustración que sentía cada vez era más evidente.

—¡No es suficiente! Strawberry Milkshake necesita más ventas o tú y tus amigos estarán acabados.— la castaña soltó un suspiro mientras su manager se recargaba sobre la mesa, tocó su mano y la apretó.— entiende que no quiero que fracase este proyecto, no lo mereces, ustedes son tan talentosos y yo les prometí hacer su sueño realidad.—

—Encontraremos una manera.— sonrió tranquilizando al hombre.

—Claro que lo haremos— la miró y sonrió de vuelta, entonces recordó lo que la joven había dicho, "es lo que siento", ahí fue cuando una idea pasó por su cabeza, la idea que salvaría la carrera de sus clientes, en sus ojos pareció haber un brillo, de inmediato ella supo que se le había ocurrido algúna cosa —algo debo estar haciendo mal, Finn no ha tenido castings en un largo tiempo y todos sabemos que Finn es asombroso.— Sanem rodó sus ojos, sabía que Finn era de los clientes más potenciales de Scott, todo el mundo lo amaba, incluso su mejor amigo pero ella no era todo el mundo. Hace dos años conoció a Finn por primera vez, antes de ser famosa había sido muy fan de el y de su ahora mejor amigo, Jack, Finn siempre le había parecido bastante talentoso y atractivo, al principio parecía adorable, solo habían conversado un poco pero conforme se fueron conociendo más se dio cuenta que era la pura cáscara, era arrogante, engreído y prejuicioso, al menos lo era con ella y al enterarse de que Sanem gustaba de el su ego pareció subir hasta el Olimpo actuando como un completo idiota. Se decepcionó bastante, lo admiraba y le dolió más que nada pero finalmente decidió alejarse, ella no quería ese tipo de gente cerca y para su desgracia su manager trabajaba con ambos, así que en numerosas ocasiones debían fingir llevarse un poco bien al menos frente a las cámaras y por esos escasos momentos Sanem llegaba a pensar que en realidad no era tan malo después de todo pero luego volvía a echarlo a perder.

—Scott— miró su reloj —debo irme, aún debo ensayar con los chicos antes de ir a casa— se puso de pie, colocó su cálida chamarra sobre su espalda y se acercó al hombre —trata de relajarte un poco ¿de acuerdo?— besó su mejilla —ya se nos ocurrirá algo, saldremos de esta, solo ten fe.— el pelirrojo asintió y sonrió, la chica se dirigió hacia la puerta y la abrió— no cometas ninguna locura, por favor, si fuerzas las cosas saldrán mal.— advirtió y salió del estudio directo a su Suburban negra en donde Clay, su maravilloso chofer la esperaba, Scott inmediatamente comenzó a llevar a cabo la que en su cabeza parecía la idea más maravillosa de todas, Sanem le había advertido no cometer ninguna locura pues sabía que todo terminaría muy mal, había pasado otras veces y esto era algo muy delicado, no podían equivocarse o lo echarían todo por la borda.

—¿Nicholas? Si, soy Scott, necesito que llames a tu hermano... Descuida, es solo que ya se que hacer... Luego te lo explico. Bien.— Scott Raylman se creía un héroe, el héroe de sus artistas.

                              ••••

—Jack, no lo soporto.—

—No es tan malo.— lame su gran bola de helado de vainilla.

—Lo dices porque es tu mejor amigo pero es odioso.—

—No, de verdad no es tan malo, solo debes conocerlo.—

One shots. | allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora