Capítulo 3. El quiosco

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  El Capitán Jack Sparrow trataba de seguir sigilosamente a la chica, intentando no ser visto por ella, pero Constanza sabía perfectamente que este hombre iba tras ella. No tenía idea de con qué intenciones, pero tampoco deseaba saberlo. Debía de deshacerse de él, pero no quería avisar a la guardia, primero había dado su palabra de no delatarlo y segundo, tenía miedo de la reacción de su padre si se enteraba que había conocido a ese sujeto en una playa lejana y en medio de la noche. 

A lo lejos, vio a un grupo de guardias y se le ocurrió algo, si pasaba cerca de ellos, el extraño que la perseguía, no lo haría más. Así lo hizo, pasó junto a los oficiales y el hombre desapareció. 

—¡Maldita sea! —murmuró Jack que entendió el mensaje, y se ocultó de los uniformados. 

—¡Oye niño! —llamó a un pequeño de cabello rizado que jugaba a la orilla de una fuente. El chico se le acercó. 

—¿Ocurre algo, señor?

—¿Quieres ganarte unas monedas?

El pequeño asintió.

—¡Por supuesto, Señor!

—¿Ves a aquella joven de allá? ¿La del vestido azul?

—¿La que lleva un velo de encaje cubriendo su cabeza?

—¡Esa misma! Quiero que la sigas y que investigues como se llama y dónde vive.

—No es necesario, todos aquí la conocen. 

—Así. Dímelo, entonces.

—¿Me dará las monedas?

—¡Esta bien! —dijo Jack, sacó de su bolsillo tres monedas de plata y se las entregó —Ahora, canta todo lo que sepas. 

—Se llama Constanza Gastrell, es hija del Señor Máximo Gastrell, el administrador de la isla y uno de los amigos más importantes del Regidor de Barbados. 

—Es una mujer importante, por lo que veo. 

—Así es. Va cada domingo a la iglesia, sin falta, y algunas veces asiste al rosario con otras mujeres. A veces, cuando el párroco no puede, ella da el catecismo.

—¿A caso quiere convertirse en monja? ¿Qué edad tiene?

—Hace poco dieron una gran cena en celebración a su decimoséptimo cumpleaños. 

—Es muy joven aún... ¿Está comprometida? 

—Aun no. Pero se rumora que su padre quiere casarla con el Regidor. 

—¿Cómo sabes todo eso?

—La gente murmura cosas en las calles y no les importa quien las escuche. ¿Quiere que le diga en donde vive?

—¡Por favor! —el pirata siguió al chico por las calles de la ciudad, escuchando todo lo que él sabía de la joven.

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Little BirdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora