Little Bird

Capítulo 16. Claro como el lodo

  
Habían transcurrido un par de días. Las flores en la habitación comenzaban a marchitarse, Constanza había terminado de leer tres de los libros que Jack le regaló. No sentía deseos de leer los demás, estaba aburrida y fastidiada de estar encerrada todo el tiempo, pero a la vez no tenía la menor intención de salir. Miraba por las ventanas, observando a las personas en las calles, comenzaba a familiarizarse con algunos rostros, pero había otros con los que no podía.
Las personas en las calles se miraban alegres, con la música y los cantos extraños, de vez en cuando había peleas, pero al final parecía todo arreglarse. 

Deseaba poder pasear, pero no en Tortuga. En Barbados, tenía la oportunidad de acompañar a su nana al mercado o a la iglesia y una que otra vez a tomar el té con las amistades que su padre le seleccionaba. Cuando se aburría tocaba el piano, bordaba o se metía en la cocina a escondidas para ayudar a preparar la cena, pero ahí no tenía nada que hacer. 

Alguien llamó a la puerta y Constanza abrió, tres mujeres entraron con montones de flores frescas para ponerlas en los jarrones y llevarse las que se estaban marchitando.
Una de las mujeres se miraba mayor que las demás y traía un atuendo un poco más llamativo que el resto.

—Hola, soy Madame Lucy, la propietaria del establecimiento. Hemos venido a cambiar las flores a petición de Jack Sparrow. —dijo la estrafalaria mujer, su cabello era rojo y rizado en exceso, el escote de su busto era bastante pronunciado y el maquillaje en su rostro demasiado.

—Es muy amable al venir personalmente. —agradeció Constanza.

—No hay de qué. Además, quería conocer en persona a la novedad de la isla. Todo el mundo habla de la mujer que acompaña al Capitán del Perla Negra.

—¿Novedad? ¿La gente habla de mí?

—Claro, era de suponerse. Jack Sparrow nunca había traído a una joven como tú, a este lugar.

—Ya veo... —respondió.

Las mujeres sacaron de los jarrones las flores viajas y comenzaron a colocar las nuevas, después de un rato terminaron con el trabajo.

—¿Jack ordena que las cambien siempre? —preguntó la joven mirando las flores frescas.

—Así es.

—Creo que es un lindo detalle.

—Jack Sparrow puede ser muy romántico cuando se lo propone. Aunque nunca ha hecho nada como esto, pero no me sorprende.

—¿Perdón?

—¿Necesitas algo más, querida? —preguntó Madame Lucy, para cambiar el tema.

—Por ahora no, gracias.

La mujer asintió, hizo una seña a las otras dos mozas y se dirigieron a la salida. Constanza lo pensó un poco más.

—¡De hecho, sí hay algo! —la detuvo antes de que se fuera, la mujer volteo y le sonrió en espera de su petición. —Me aburro mucho aquí ¿Sabe? Anteriormente tenía una dama de compañía y me gustaría saber si aquí hay alguien así.

La dueña del establecimiento comprendió.

—Tengo justo lo que necesitas. Te la enviaré enseguida. —dijo y se marchó.

Al poco rato, alguien volvió a llamar a su puerta. Al abrir encontró a una joven mujer rubia, un poco más alta que ella, con la cara sucia, de ojos castaños y un vestido de campesina algo viejo.

—¿Usted es la mujer que acompaña al Capitán? —preguntó la joven que recién llego.

—Así es. ¿Te mando Madame Lucy.