Capítulo 10. Regalos de la selva

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El Capitán Jack Sparrow atravesaba la espesa selva tropical, camino al campamento pirata

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El Capitán Jack Sparrow atravesaba la espesa selva tropical, camino al campamento pirata. Se sentía totalmente diferente al día a anterior, cuando se dirigía a la casa de Constanza. 

Todo le parecía distinto. La vegetación se veía más verde, el cielo más azul y brillante, la tierra que pisaba se sentía como una gran nube por la que flotaba. Hasta el aire que respiraba olía diferente. Él mismo se sentía distinto, se sentía bien ¿feliz tal vez? Tenía la sensación de estar completo, como si todas las piezas que en él antes no entonaban, ahora cuadraban a la perfección. Era verdad que el amor lo cambiaba todo, para bien o para mal. 

Realmente había sido una señal cuando ese pajarito literalmente le cayó del cielo la noche en la que llegaron a la Isla de Barbados. Le había sido enviado para amarlo, cuidarlo y protegerlo del mundo. Se sentía muy feliz, igual que un niño cuando le obsequian un juguete., tan feliz como un vagabundo ambientó cuando le dan una pieza de pan. Jamás se había sentido así en su vida.
Deseaba tanto llegar al campamento y que el Perla estuviera reparado en su totalidad, para poder escapar con su amada. 

—¡Gibbs! —llamó al marino en cuanto llego. 

—¡Capitán! 

—¿Cómo van con mi nave? 

—Si los Dioses nos favorecen, aproximadamente en cuatro días, estará lista. 

—¡Que sea en dos! No podemos estar más tiempo aquí. 

—¿Jack, qué ocurre? ¿Estamos en problemas? 

—No... Tal vez pronto lo estaremos. 

—¿Qué hiciste? 

—Hablé con Constanza... Va a irse con nosotros en cuanto la nave éste lista. Es por eso que necesito que esté reparada pronto. Esos hombres van a buscarla hasta los confines del mundo y no voy a permitir que me la quiten. 

—¿Tan fuerte es lo que sientes por ella? 

—Si la conocieras... Me entenderías. 

El Maestre Gibbs comprendía a su amigo, pero le sorprendía que después de tantos años de conocerlo, por fin había cedido a los efectos de las flechas de cupido. Tal vez por la edad, porque ya comenzaba a sentirse solo o porque esa joven era realmente encantadora; entendía lo ilusionado que Jack estaba.

 Tal vez por la edad, porque ya comenzaba a sentirse solo o porque esa joven era realmente encantadora; entendía lo ilusionado que Jack estaba

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