El Perla Negra había navegado a través del océano toda la noche, de regreso a Tortuga. Los últimos días habían sido muy difíciles para el Capitán Jack Sparrow. En su cabeza, una batalla sin tregua se dio lugar; su mente y corazón peleaban por la razón. Si bien, había dicho que si Constanza decidía abandonarlo en algún punto de su relación, él no se interpondría, pero su amor era más fuerte que aquel juramento. Y se había dado cuenta de que no estaba dispuesto a perderla por una tontería. Por mucho que le costra, le sería fiel hasta la médula. En su vida no habría nadie más que ella. Se lo diría, juraría y demostraría. Ahora sólo tenía que llegar y convencerla de que lo perdonara, por más difícil que fuera. Además, haber dejado a ese pajarito indefenso en una isla llena de piratas, no había sido la mejor de sus ideas.
Eso le hizo recordar a Elizabeth, que viajó sola y sin dificultades desde Port Royal hasta Tortuga para encontrarse con William. Sin miedo, con determinación, consciente de lo que podía ocurrirle a una joven en altamar, rodeada de marinos que tenían mucho tiempo de no ver a una mujer, mucho menos tan hermosa. Pero Constanza era muy diferente. A ella no le gustaba Tortuga, no sabía nada de piratería, era muy débil, no sabía pelear, era muy asustadiza, era una niña, una niña metida nuevamente en la boca de los lobos y él la había dejado ahí.
Si tenía suerte ahí la encontraría. ¿A dónde podría ir? No conocía a nadie en la isla y eso era bueno y malo a la vez. Apresuró su nave todo lo que pudo, esperando llegar lo antes posible, mientras urdía un plan para ser absuelto por su dama.
Después de navegar casi todo el día, el barco de velas negras por fin arribo a la isla, justo después de que el sol se escondiera. Jack bajo a toda prisa hacia el burdel de Madame Lucy, pero grande fue su sorpresa al descubrir que Constanza ya no estaba en la isla, que había partido hacía ya tres días. Su corazón rompió en miles de fragmentos y una pesada y gruesa nube negra lo envolvió. Por un momento no creyó que fuera posible. ¿Realmente se había ido? ¿Para siempre? Pero una de las mozas del establecimiento, le reveló que el Capitán Salamanca era quien se había encargado de llevar a Constanza y a Rosmarie a su destino.
No preguntó más. Se dio la vuelta y fue de Nueva cuenta al Perla.
Al ver la devastadora expresión en su Capitán, el Maestre Gibbs cayó en cuenta que algo muy malo había ocurrido.
—¿La encontraste? —preguntó a Jack. Él solo respondió moviendo la cabeza indicando que no.
—¿Sabes a dónde fue?
—No.
—¿No sabes o no preguntaste?
—¿Qué más da? Ya no está aquí, y si ya no está aquí es porque no le intereso y si no le intereso es porque no me ama... O sigue muy molesta... Ya no importa y prohíbo hablar del tema. —expresó.
—Como ordene, Capitán.
Jack se encerró en el cuarto de navegación, acabando con dos botellas de ron que había sobre el escritorio. Quería olvidar pero el alcohol hacía más vívido cada recuerdo. Si bien, el tiempo que estuvo con la joven Constanza había sido poco, pero también había sido lo suficiente como para quedarse grabado en su memoria y corazón de por vida. Los besos, las caricias, sus cuerpos desnudos, uno junto al otro, jamás se borrarían, pasara lo que pasara.
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Little Bird
ФанфикTras una feroz tormenta, el Perla Negra a sufrido daños e inevitablemente toda su tripulación se ve en la necesidad de esconderse en la isla más cercana mientras la nave es reparada. Ahí mismo e inesperadamente, el Capitán Jack Sparrow recibirá un r...