Namtae || Daddy Issues: Lover

C.9

Tae estaba tirado en el suelo de su cama, contemplando el techo mientras lamía un bombón con sabor a fresa. Pensativo de sus días y que ese alto, moreno de Kim Namjoon no se había cruzado por aquel edificio para pedir de sus servicios. Estaba inquieto, la atracción hacía aquel tipo solo era más fuerte y lo hacía anhelarlo, vaya idiota, se sentía como una jovencita hormonal con su crush. No recordaba cuantas horas había estado tirado en el suelo, sobre la alfombra estaban los protectores de tantos dulces que había comido, usualmente los comía cuando entraba en un estado de inquietud flameante. La puerta se abrió, había recibido a su último cliente, y apenas eran las ocho de la noche. Subió su mirada al frente, se giró porque le fue un dolor de cabeza tratar de reconocer quien era el intruso de su cuarto.

Hobi le sonrió dulcemente, mientras se adentraba, al parecer había terminado también sus horas de atender clientes y no tenía otra cita programada, se sentó en la cama con mucha tranquilidad. Su amigo le siguió con la vista, se sacó la paleta.

—¿Descansando? —preguntó sonriente el menor mientras se sentaba sobre la alfombra, se pasó la mano por la cabellera, queriendo arreglar un poco sus mechones desordenados.

—Sí, acabo terminar, así que estaba un poco aburrido, dado que tu no tienes más clientes, opté por venir hablar contigo. Jin todavía no termina—hizo una pausa—Ahora que lo pienso. ¿Qué pasó con tu cliente habitual, el moreno?

Bravo, lo que faltaba, que alguien más le recordara al tipo que trataba de bloquear en sus pensamientos.

—Parece que se aburrió de mí. Hace unas semanas atrás, lo vi con un chupetón en el cuello...¿Y si tiene novia o esposa?.

Hobi frunció el ceño para después reírse.

—¿No crees qué es muy tarde para que te preguntes eso cuando han tenido sexo muchas veces?

—No es como si le vaya a preguntar sobre su vida privada—se defendió Tae—es solo que...el parecía tan fijado en mí. — sus palabras sonaron suave y con decepción.

—Por lo menos no tienes a uno de veinte años encaprichado contigo—se quejó Hobi mientras se acostaba en la cama, dio un pesado suspiro—Jeon Jungkook es un dolor de espina.

—Esta joven, es normal, ya sabes cómo son los más jóvenes, encuentran un juguete hermoso, lo quieren luego se aburren.

Como Kim Namjoon. Pensó.

—Pensé que tenías a ese hombre comiendo de tu mano. ¿Qué hiciste de malo?

Tae trató de pensar que había hecho de mal, no encontró una repuesta válida, aunque después de aquella discusión en la playa, Namjoon ya parecía molesto por algo, fuera lo que sea, no era él la causa.

—Se aburrió de mí...supongo.

Tae no era de los que se frustraban si el cliente no aceptaba, tampoco le importaba cuando lo rechazaban o preferían ir en búsqueda de otro compañero de cama, aprobar alguien diferente; pero al parecer ese moreno de mirada matadora se había impregnado tanto en su piel y pensamientos, que le dolió. Parecía más interesado en conocerlo a él que llevarlo a la cama o ambas cosas. Empezando con la cita no "cita" donde terminaron como animales en celo teniendo sexo en el baño. Aquel recuerdo sacó una inconsciente sonrisa en su rostro, no quería admitirlo; pero el alto le atraía en cualquier sentido, si pudiera dejar de ser puto, solo para tener la polla de ese cliente, lo haría.

Namjoon terminó de fumar su cigarrillo, contemplando desde su balcón aquella calle medio vacía, algunas personas pasaban como si el mundo ya no fuera parte de ellas, otros borrachos y unas cuantas chicas que esperaban ser recogidas por sus amigos o novios para irse de fiesta. Aquel sábado no parecía tan diferente de lo demás. La gente volvía hacer feliz en sus fines de semana, reían como si no hubiera un mañana para que el lunes volvieran a estresarse quejarse de lo que podía ser su vida. Namjoon estaba perdido en sus pensamientos. Su celular lo hizo reaccionar, lo tomó con cautela, revisando el número, era su amigo Jimin. Contestó—Oh...pequeño caramelito. ¿Qué sucede?. —respondió aquel hombre con su voz más amigable. Jimin era alguien en quien podía darle su confianza, ignorando el hecho que el menor se sentía atraído por él.