Parpadea si me deseas

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Alec

Alec abordó la línea F del metro con dirección a la parte alta del Este de Manhattan. Se sentía un poco mareado, exaltado, repasando la extraña velada que acababa de vivir con Magnus Bane. Al principio había estado bastante nervioso y segurísimo de que Magnus lo rechazaría. En lugar de eso, habían tenido la oportunidad de trabajar juntos, sus habilidades y la magia de él, complementándose para calmar a la enfurecida mujer lobo.

Después del éxito obtenido, Magnus lo había invitado a su loft por la última copa de la noche y Alec lo había besado. Se sintió revitalizado y fuerte al iniciar el beso y había ido mucho más lejos de lo previsto; tirados en el piso del loft, entrelazados. Alec sentía arder sus mejillas al solo pensar en eso de nuevo. Los labios de Magnus en los suyos, sus manos bajo su playera, tocando sus brazos, su pecho, él mismo disfrutando la maravillosa tersa piel del pecho y el estómago de él. Besar su boca, incluso alcanzar la hebilla de su pantalón y haber hecho el intento de abrirla. Aún podía escuchar la ardiente exclamación de "Santo Dios". Ésta había sido la gota que necesitó para frenarse, demasiado lejos, demasiado rápido, y aun así, en este preciso momento, lo único que quería era bajar en la siguiente estación y regresar a Magnus.

Él sabía que esa no era una buena idea, de modo que se deslizó en un asiento libre y se hundió en sus pensamientos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que ella podía verlo. Había olvidado ponerse un glamour, debido a que Magnus no se lo había permitido cuando comenzaron con la cita. La chica continuó parpadeando hacia él, él levantó sus cejas pues no estaba seguro de lo que estaba sucediendo.

— ¿Qué pasa? - preguntó finalmente.

Ella miró deliberadamente a su pecho, —"Parpadea si me deseas" -apuntó.

— ¿Qué? -tartamudeo, inseguro, entonces miró hacia abajo, a su propio pecho, "Blink if you want me" se leía en lentejuelas. Aún traía puesta la playera que Magnus le había prestado y peor aún, había dejado su camisa azul en el loft de él.

— ¿Y bueno? -dijo la chica mirándolo con mucho afán —Estoy parpadeando.

—Mmh. Soy gay. -confesó.

Sus cejas se arquearon. — ¿De verdad? o sólo estás dándome el avión.

— ¡Claro que no! -dijo Alec asombrado. Pero la chica meneó la cabeza haciéndole ver que no le creía. —No estoy mintiendo. -dijo reafirmando su postura con mucho más aplomo y tratando de que la chica lo aceptara. Está era la primera vez que se atrevía a afirmarle a alguien que era gay. Isabelle lo había adivinado, Clary lo había adivinado, Magnus lo había sabido obviamente; pero él nunca lo había admitido tan francamente antes. Por supuesto, está chica era una completa extraña, poco importaba la manera en la que reaccionara a su confesión. Aun así, sentía que era indispensable que ella le creyera.

Obviamente, ella no lo hacía. —Estoy totalmente segura que te lo estás inventando. -espetó en su cara con bastante agravio. No sabía si todo esto de su reacción era un mero juego de ella. Encogió los hombros, un poco avergonzado y un tanto irritado.

—Mira, le voy a marcar para que veas. -Tomó el celular de la bolsa de sus jeans y presionó el número de Magnus.

— ¡Alexander! -Le contestó Magnus al primer timbrazo. — ¡Me extrañaste! Me siento halagado. ¿Cambiaste de idea? ¿Vienes de regreso?

—Mmm, hola. -Alec dudó un poco. —Aún sigo usando tu playera.

Escuchó reír a Magnus al otro lado de la línea. — ¡Grandioso! Ahora tienes una perfecta excusa para regresar y traerla de vuelta pronto.

—Sí, pero ahí una chica sentada aquí, estoy en la línea F, -añadió él apresuradamente. No quería que Magnus llegase a pensar por un momento, que él estuviera en algún lado acompañado de una mujer. —Y no me cree que soy gay. Está parpadeándome. -Magnus rió aún con más ganas y Alec no pudo más que refunfuñar. Su risa hacía que cayeras enamorado.

—Pásale el teléfono. -le pidió y Alec le dio el celular a la chica. Alcanzó a escuchar a Magnus gritar en su tono de Gran Brujo de Brooklyn, "Ese chico al que estás acosando, es mi novio." Déjalo en paz.

La chica se puso colorada y tartamudeo unas sílabas al teléfono. Entonces la voz de Magnus murmuró algo más en un tono más bajo. La chica asintió un par de veces si n retirarse el celular del oído y finalmente se lo regresó a Alec diciendo, —Él quiere hablar contigo.

Alec cogió el celular de regreso, —Hola, otra vez yo.

—Alexander ya le dije que te deje en paz. -Magnus sonó asombrado un poco ante su propia declaración. —Pero por favor, regresa aquí con esa playera. De verdad me gusta. El domingo podría ser un buen día. Podrías pasar a tomar un café en la mañana, si eso te queda bien.

—Sí. -contestó Alec, su corazón saltando de solo pensar que tenía la oportunidad de verlo nuevamente en escasos dos días más. —Yo pasaré por un café el domingo.

—Estupendo, -escuchó a Magnus al oído. —Te veré entonces. Dulces sueños, Alec.

Notas: Magnus sí expresó ¡Oh, God! en el capítulo anterior. La traducción sería ¡Oh, Dios! pero se me hizo muy simplona para que abarcara la sensación por la que él estaba viviendo y además acá en México, Santo Dios es una súper expresión. Así que, aunque Cassandra no le ha dado a Magnus ninguna religión, yo fan de las movies... y otros, me dije "Bah, si él es hijo de un demonio, como no va a creer en Dios. Así que ya está. Esa es la razón. Comenten. Recuerden que estoy traduciendo y editando, tratando que quede plasmada la idea de la autora de este fanfic con el toque que debe de tener al estar en español.


Malec Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora