Luchando por Amor

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Noveno encuentro -La corte Seelie

Alec pasó saliva. —Vamos a ir. -dijo. Sus palabras como disculpándose. —Jace, "una petición de la Corte Seelie", sería estúpido ignorarla. Además, Isabelle probablemente ya les dijo que si vamos.

—No hay manera de que te deje hacer esto Alec. -dijo Jace con tono peligroso. —Lucharé contigo hasta lo último si es necesario.

—Aunque eso se oye bastante tentador, -intervino Magnus, enrollando las mangas de seda hacia arriba. —Hay otro modo.

—¿Otro modo? Esta es una orden directa de la Clave. No puedes solamente ignorarla.

—Pero yo puedo, -sonrió Magnus. —Nunca duden de mis habilidades evasivas, cazadores de sombras, pues estas han sido épicas y memorables. Específicamente encante el contrato con la Inquisidora para que por un tiempo corto, yo pudiera si lo deseaba, dejarte salir, y que otro Nefilim tomara tu lugar.

—Y ¿dónde vamos a encontrar a otro nefilim? Oh, -dijo Alec dócilmente, —quieres decir que yo.

Ciudad de Cenizas, pág. 148

Magnus

— ¡Hasta que! -dijo Magnus aliviado en cuanto se cerró la puerta detrás de Jace, Clary y Simon.

Alec se hallaba sentado en la mesa redonda, tamborileando los dedos en ella.

— ¿Deseoso de deshacerte de ellos? -preguntó.

—Por supuesto que no, pero quiero estar a solas contigo. -aclaró.

— ¡Ah!, -se ruborizó y bajó la mirada a la mesa. Magnus rió internamente, su cazador de sombras tan tímido. No le podía creer todavía, que quisiera estar a solas con él.

— ¿Podrías levantarte?, por favor. -pidió. Alec se levantó, arqueando las cejas en señal de pregunta.

—Tengo que devolver estas. -le explicó Magnus, señalando la mesa y las sillas. —"Sólo eran prestadas" y quiero mis muebles de regreso.

— ¿Dónde están tus muebles?

—Los tengo guardados en un almacén. Algunas veces cuando necesito el espacio para algo más, como mesas redondas, guardo mis cosas en un almacén. —Voy a regresar mis cosas ahora. Extraño mi sofá.

Alec sonrió y caminó a la cocina. — ¿Quieres un café? -preguntó.

—Me encantaría un poco. -rogó mientras giraba sus manos para devolver las sillas y la mesa a la tienda de reproducción de antigüedades donde las había sacado. Otro giro de manos y sus propios muebles regresaron a la sala. La alfombra cálida de color cafe chocolate, el confortable sofá dorado con rojo velvet y su escritorio. Algunos otros detalles que él adoraba. Miró alrededor satisfecho, se sentía en casa de nuevo. Jace estaba fuera de su vista y Alec había ocupado su lugar. Está tarde sería grandiosa.

Siguió a Alec a la cocina, emocionado de verlo preparando café. Le quedaba un poco de frustración por haber presenciado el trato que Alec le daba a Jace más temprano. Alec con su mano puesta en el hombro de Jace, tanto, que Magnus había tenido que aclararse la garganta para que lo soltara. ¿Por qué alimentaria Alec este amor platónico? se preguntó, molesto por la situación. Jace jamás lo iba a amar, y aparte, todo mundo sabía que él era hetero y estaba clavadísimo con la hermana. Bueno, no todo el mundo sabía esta última parte.

Alec le pasó una taza de café y murmuró "lo siento."

La manera en que lo dijo hizo que el corazón de Magnus se estrujara. Constantemente debía recordarse que Alec era todavía un novato para estas cosas. Tan joven y de closet. Había sido lo suficientemente valiente para invitar a salir a Magnus, dos veces; besarlo a la mitad de la calle, Alec estaba llegando al punto. Tenía que creer que un día, él saldría del closet y en consecuencia, terminaría con el amor platónico también. Debía ser paciente. Él podía hacer esto. No le agradaba ser plato de segunda mesa, pero tenía esperanzas. Debía tenerlas, de otro modo, su cazador de sombras sería su perdición.

Malec Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora