Malec Una Historia de Amor

Cazadores de Sombras, caray, realmente apestan

Encuentro por teléfono - no un encuentro real

Magnus

Magnus escuchó el golpazo de la puerta cuando esta se cerró. Se sintió satisfecho por ello. Estaba furioso. Furioso con la horrible Inquisidora. Furioso con Robert y Maryse Lightwood por ser unos padres terribles. Con Jace por haberle mentido y haberlo hecho quedar mal. Y con cada una de las personas en la sala, excepto con....

Cazadores de Sombras, caray, realmente apestan.

Sacó el teléfono de su bolsa para llamarle a Catarina, esperaba que estuviese disponible para comer juntos. Al final si lo estaba y se reunieron en el Taki's, el restaurante de subterráneos en Manhattan. Catarina venía de directamente del trabajo pues estaba usando su uniforme. Ha trabajado en hospitales por muchísimo tiempo. Ella era una bruja, como él, y uno de los factores constantes en su vida.

Se sentaron en un cubículo y Catarina inició la conversación indagando acerca de la situación en la que se creía Valentine estaba matando subterráneos. Él le platicó lo que sabía, que Valentine estaba matando a jóvenes subterráneos para realizar el ritual de conversión.

-Quiere una guerra. -anunció Magnus. -Contra los cazadores de sombras.

-Bueno, y ¿qué más podría haber de nuevo en él? - añadió Catarina. -Él quería exactamente lo mismo en los 80's durante el Levantamiento. ¿Piensas que debemos mantenernos a la expectativa? Dejar a los cazadores de sombras solos para que resuelvan sus propios problemas.

Magnus suspiró profundamente y Alec llegó a su memoria. La idea de Alec peleando contra Valentine y sus demonios no le gustaba para nada. No confiaba en que los cazadores de sombras pudieran resolver el problema con Valentine, no mientras la horrible Inquisidora estuviera al mando.

-No son capaces de hacerlo y quién sabe, qué pueda suceder si Valentine gana esta guerra.

Catarina lo observaba muy atentamente. -¿Qué te pasa, Magnus? ¿Es ese cazador con el que estás saliendo? ¿Estás preocupado por él?

-Lo estoy. -confesó. ¿Recuerdas el Levantamiento? -dijo mirándola a los ojos. -Conocí a Maryse Lightwood ahí. Atacaban a los hombres lobos. Ella lo cargaba en sus brazos entonces. Le dije que sería un mocoso repulsivo. -Rió amargamente.

-¿Y qué? solo te equivocaste. -dijo Catarina sonriendo. -No sería la primera vez.

-Él no es lo que yo esperaba. -atenuando la frase.

-Pero es un cazador de sombras y tú un brujo. ¿Captas? Ellos son un grupo de gente muy selectivo y tú estás cruzando la línea dos veces. Eres gay y subterráneo.

-No soy gay, -aclaró. -Soy bisexual, tú sabes eso.

Catarina arqueó las cejas. -¿Y eso tiene relevancia porque...? No, no la tiene. Él es un chico, hasta donde sé. Así que es su lado gay y la parte de tú lado bisexual lo que tiene jugar en estos momentos.

-¡Que cosas! -masculló Magnus con tristeza. -Ya no importa de todos modos. Como te dije antes, a él le gustan los rubios. Solo estoy perdiendo mi tiempo con él.

En ese momento llegó la comida a la mesa y se enfocaron en comer por un buen rato, en silencio.

-Solo desearía que él no fuera un cazador de sombras. -Magnus dejó escapar el pensamiento con resignación.

-No puedes cambiar a las personas que amas. -replicó Catarina.

-Lo sé. Ni siquiera lo dije en serio. Me gusta que sea un guerrero, fuerte y poderoso. -dijo reflexionando al respecto. -Pero me preocupan los cazadores de sombras ahora que Valentine se encuentra haciendo desmadre en la ciudad.

-Entonces ayúdales. -sugirió. -Sí lo necesitan o si te lo piden.

-Sí, creo que lo haré.

De camino a su casa recordó el rostro de Alec justo en el momento en el que lo había paralizado frente a sus padres. El pánico terrible que percibió en su rostro cuando el poder de la runa dejó de actuar. Se había sentido terrible. ¿Quiénes eran estas personas? Evitar que un hijo tuyo sea lo que realmente es. Magnus temía por el bienestar de Alec. Quería correr a abrazarlo. Decirle que todo estaba bien. Que él estaba bien siendo lo que era. Y él era asombroso. Maravilloso. Digno de ser amado. Valioso en todo y para todo. Debería dejar de esconderse y salir a la luz. Dejar que el mundo viera lo increíble que es.

Subió las escaleras del loft y se hundió en el sofá para observar el cielo gris. Justo cuando decidió que quería prepararse una taza de café, sonó el teléfono. Era Alec. Respondió tan rápido como pudo.

-Magnus, -su voz tímida y de disculpa, casi con miedo. -Lamento mucho molestarte. Se que dijiste no querer saber nada de mí nunca más. Pero...

-No lo dije por ti. -dijo Magnus, queriendo que se calmara, más que otra cosa. -Lo dije por toda la terrible gente que estaba en la casa esta mañana.

-¡Oh!

Magnus alcanzó a escuchar la sorpresa de Alec en la expresión de una sola sílaba. Hubo silencio al otro lado de la línea hasta que Magnus decidió romperlo.

-¿Está pasando algo? ¿Me estás llamando para que te ayude en algo?

-Bueno, - titubeó. -Una cuanta de esa terrible gente, está involucrada en esto.

-¡Por supuesto! -refunfuñó. -Escúpelo Alec, ¿Qué necesitas?

-Llamó Clary para decir que Valentine secuestró a Simon. Ya sabes, el amigo vampiro; y a Maia, la chica lobo, dijo Alec. Jace quiere ir al barco de Valentine en el Río Este a rescatarlos, pero necesita tu ayuda. Una manera de entrar y romper las barreras que protegen la embarcación.

-Pensé que te habías deshecho de Jace. Ya sabes, La ley es dura, pero es la ley y todo eso.

Alec se quejó con impaciencia. -Todo fue una charada. Solo lo dije para que la Inquisidora confiara en mí y funcionó. Pude ayudarle a Jace a escapar para que pueda ir al barco. ¿Le ayudarás?

-Nunca dejas de asombrarme, Alexander. -sonrió Magnus. -Te ayudaré. ¿Dónde está Jace, está solo?

-Esta con Luke y Clary. Dijo que podías escoger la dirección que quisieras para entrar al río.

-Traen la camioneta de Luke, ¿asumo?

-Sí, los vi irse en ella.

-Muy bien. Diles que los veré en el Red Hook en el muelle Clinton. Colgó el teléfono y camino a su recamara para cambiarse. Se puso un traje negro con un abrigo de vestir encima de este, negro también, como cazador de sombras. La guerra estaba a punto de empezar.