¿Soy hogareño?

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Quinceavo encuentro - ¿Soy hogareño?

"Alec había dormido en el loft dos veces, en el sofá no en la cama. Una vez después de una larga noche de besos y otra cuando llegó por un café, claramente exhausto, después de una larga noche en la que salió a cazar demonios y había caído inconsciente casi al instante."

· Las Crónicas de Bane, ¿Qué regalarle a un Cazador de Sombras que lo tiene todo? pág. 308 Versión en inglés.

Magnus

Era casi medianoche cuando Magnus se encontraba analizando las opciones que tenía. Llamar a Catarina e invitarla al loft para un trago o dar por terminada la noche e irse a dormir. La última opción era la más lógica, considerando que él estaba ya en pijama. Pero algo lo detenía, no quería irse a dormir todavía. Sacó el teléfono de uno de sus bolsos y comenzó a girarlo en sus manos, jugando con este, tratando de decidir qué hacer. En eso estaba, cuando el celular vibró.

Magnus, estoy por el vecindario. ¿Está bien si llegó por un café? Puedo estar ahí en diez minutos. Alec.

El rostro se le iluminó a Magnus. Alec quería llegar. ¡Sí!

Una vocecilla de advertencia sonó en su cabeza. "Ten cuidado" ¿Por qué te pones tan emocionado de ver a Alec? Es peligroso. Sabía que tenía que tratar a su corazón como si fuese un tazón de porcelana. Cuando este se resbale, se romperá. Magnus trataba de convencerse, pero le ganaban las ganas de ver a Alec. Estaba maravillado con la idea de que hubiese sido Alec el que tomará la decisión por él mismo.

Como siempre, eres bienvenido. La puerta está abierta.

Le devolvió el mensaje y se dispuso a esperar los diez minutos que faltaban para ver a Alec, porque si él había dicho que estaría allí en diez, lo estaría. Alec era toda formalidad.

Hacia solo dos días atrás que se había quedado dormido en el sofá con los brazos alrededor de Magnus, después de una larga noche de besos. A Magnus no le importaba repetir lo mismo esta noche, o si por el contrario, realmente solo estaba pensando en un café, también sonaba bien.

Alec se detuvo en el marco de la puerta exactamente a los diez minutos, luciendo más que exhausto. Usaba una chamarra, que definitivamente, lo hacía lucir mucho mejor que las horribles sudaderas de diario; pero su cara estaba de un color grisáceo debido al cansancio y se le notaban unas ojeras oscuras y profundas.

— ¿Estás bien? –caminó hacía él con apuro, al verlo detenerse en la puerta. Posó una mano en el brazo de Alec y alcanzó a percibir una gran rasgadura en la chaqueta.

— ¿Estás herido? ¿Qué sucedió?

Alec sacudió la cabeza negando estar herido. —Estoy bien. Se rompio la chamarra con el enrejado de un parque. Estaba persiguiendo unos demonios.

Una gran rasgadura, era notablemente visible entre los jirones de tela de la chamarra. Magnus le retiró la chamarra con mucho cuidado al sacarla del brazo y la colgó en un perchero que tenía detrás de él. Entonces movió su mano por encima del brazo de Alec, mandando chispas azules directamente a la herida.

—Esto no es necesario, -dijo Alec. —Puedo usar una iratze para eso.

—No es nada Alexander, -contestó Magnus con un movimiento de manos. —Lo que quiero es que tú estés bien. Luces cansado. –aclaró finalmente, teniendo cuidado al elegir la palabra, pues de ningún modo deseaba hacer sentir mal a Alec, señalando quizás, lo mal que se veía. —Ven, siéntate.

Malec Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora