No sabes cómo duele, Alexander

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Diecisieteavo encuentro - No sabes cómo duele, Alexander

Magnus

Magnus se había encontrado flotando en una nube rosa todo el día. Esa mañana se había despertado en los brazos de Alec. Él estaba ya despierto para cuando abrió los ojos. Le había besado, le hizo el café y el desayuno. Después había tenido que marcharse a hacer su usual entrenamiento y otras cosas importantes de cazadores de sombras. Magnus se sentía viviendo en un hermoso sueño. Borracho de amor, quizás. Había perdido una cita con un cliente y a otro le había preparado la mezcla errónea para la poción. El cliente pedía que el cabello le creciera, y eso fue lo que Magnus preparó, pero no fue sino hasta que este se había marchado, que se dio cuenta que había agregado a la mezcla, pelo de unicornio y hada, lo que muy probablemente ocasionaría algunos extraños resultados. Pero en fin, Magnus no se sentía perturbado ni tantito por eso. El cliente siempre tenía la opción de regresar si no se sentía satisfecho con el trabajo y Magnus le prepararía otra poción, como cortesía, o quizás no. ¿A quién le importa? De todos modos.

Todo lo que le importaba a Magnus era pensar en Alec. Alec apareciendo en su puerta el día de ayer. Lo mucho que lo había deseado y cómo si hubiese sido conjurado, Alec de verdad había aparecido. La emocionante noche que había seguido a su aparición. Recordaba las caricias, los besos de Alec en los suyos. Cada recuerdo enviaba un pequeño escalofrió que recorría la totalidad de su espina dorsal. Lo sentía en cada una de sus células y era inevitable, tenía que admitir que estaba enamorado. Un amor hermoso y revitalizante pero inesperado. Un amor que lo hacía sentirse en las nubes. De hecho, se sentía con ganas de conjurar una muy rosada y real, colocarla en la sala, algo entre el piso y el techo y mecerse en ella.

Como a la mitad del día vibró su teléfono, lo abrió y su corazón se elevó un poco más. Un mensaje de Alec. Aun las pequeñas cosas como los mensajes tenían un gran impacto en él. Sacudió los pensamientos de su cabeza. Un brujo de cuatrocientos años y seguía actuando como un niño pequeño. Bueno eso en realidad, era una de las cosas que más le gustaban de sí mismo. Leyó el mensaje y un brincó de felicidad detuvo su corazón por segundos.

"He tenido el mejor de los cumpleaños. Muchas Gracias. Alec.

Magnus sonrió para sí mismo y con otra enorme sonrisa, se esmeró en contestarle a Alec.

De nada, Alexander. Tu cumpleaños fue grandioso. Regresa pronto.

La respuesta de Alec fue casi inmediata y aun así, a Magnus le pareció larga la espera.

¿Podría pasar por la noche, si te parece bien?

Si me parece bien, pensó Magnus para sí. Su corazón se contrajo. Alec aun sentía la necesidad de preguntar. Necesitaba asegurarse de que él entendiera que siempre estaba bien por él. Alec necesitaba entender que lo único que él quería es que él viniera y si fuera por Magnus, Alec podía empacar sus cosas en ese mismo momento y mudarse a vivir con él. Pero en el fondo sabía que no podía decirle eso a Alec. Pero necesitaba decirle algo. De repente se sentía inseguro. ¿Podría decirle a Alec acerca de sus verdaderos sentimientos? Su relación solo llevaba unas pocas semanas. Justo la semana pasada había tenido que paralizarlo para evitar que se delatara ante sus padres. Alec se había vuelto un poco más intrépido. El beso en el callejón del Taki's. Quedarse a dormir en la casa de Magnus. Pero eso no quería decir que estuviera listo para recibir una declaración de amor. No estaba seguro de que ese fuese el mejor de los momentos.

Alec aún se encontraba enganchado a su parabatai Jace, o por lo menos eso es lo que Magnus creía. Alec se la pasaba menospreciándose a sí mismo, eso sí lo sabía de seguro. Y lo más importante de todo, Alec no tendría la menor oportunidad de vivir una vida completa si no aclaraba para sí lo que en realidad era. Para sí mismo y para los demás. Eso era lo único que lo liberaría de ese enamoramiento imposible. Magnus tomo un suspiro profundo y decidió mensajear como respuesta, que Alec era siempre bienvenido a su casa cuando quisiera. Con o sin salir del closet. Por supuesto que esta última parte no se incluyó en el mensaje.

Malec Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora