Las historias de Max

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Vigésimo-primer encuentro – parte 2

Las historias de Max

Magnus

Cuando despertó ya estaba oscuro afuera, lo que quería decir que ya era de noche. Alec continuaba dormido en sus brazos. Este ajustó el abrazo un poco más mientras veía el techo, perdido en sus pensamientos. Unos minutos después, Alec se revolvía inquieto. Sus párpados no dejaban de moverse aún con los ojos cerrados. De pronto le escuchó gemir quedamente.

—Alec, -murmuró Magnus. —Despierta, tienes una pesadilla.

Lo sacudió un poco. Alec abrió los ojos de golpe y dejo salir un grave chillido. "Max," dijo, y se sentó derecho en la cama. El corazón de Magnus dio un vuelco. Le tocó la espalda cuidadosamente para llamar su atención. "Alec"

Magnus notó como Alec contraía los hombros al asimilar que su hermano ya no estaba. Alec giró para verle. Una infinita tristeza se reflejaba en sus ojos. Volvió a reclinarse en la cama para colocar su cabeza en el pecho de Magnus, dejando salir un pequeño gemido.

—Se ha ido, -murmuró. —No puedo creerlo.

Magnus acarició su espalda y tiró de él para acercarle a su cuerpo. Permanecieron así, abrazados, en silencio. Un cuarto de hora más tarde, Alec levantó su cabeza un poco y Magnus sintió un beso en su cuello. —Gracias por estar aquí. –murmuró Alec contra su cuello. —Sé que hice muy poco para merecerlo. Ni siquiera pude respetar nuestro acuerdo.

—Alexander, ¿No creerás que esperaba que me presentaras a tus padres la misma noche en la que falleció tu hermano? ¿O, sí? –Magnus suspiró e inmediatamente recordó las palabras de Jace.

—No, pero dije que te presentaría con toda mi familia, y ahora, ya no es posible. Uno de ellos se a ido y nunca podré presentarte ante él. —sonaba devastado y Magnus con él.

— ¿Qué haré ahora, Magnus? Ya nada tiene sentido.

Magnus le suavizó el cabello. —Debes vivir tu pena, Alec. El luto que llevas dentro. Llorar todo lo que necesites llorar, y eventualmente, encontrarás aquello que sea tan puro y verdadero que te de la paz que necesitas. Yo sé que encontrarás todas las cosas que de verdad tienen sentido en el mundo y tu vida tomará su rumbo nuevamente.

-Alec levantó la cabeza para verle. — ¿Cómo es que te volviste tan sabio?

—El gato escaldado, del agua fría huye, -replicó Magnus quedamente. —He pasado por mis propias pérdidas también. Recuéstate y cuéntame un poco de él. Eso ayuda. Solo recuerdos. Déjalos fluir en tu mente.

—Recordarlo, -suspiró Alec mientras se reclinaba en Magnus.

Alec hablaba en voz baja, recordando. Tímidamente al principio, pero al final de cuentas, recordando a su hermano.

—Tenía 9 años cuando mi mamá llegó a mi cuarto. Su panza estaba muy grande. Me preocupaba porque ella se movía con dificultad. "¿Te duele?," le preguntaba. "¿Ya mero llega el bebé? " Ella sonreía y se sentaba junto a mi cama. "Estoy bien, Alec. No te preocupes por mí," me decía. Le gustaba pasar sus manos por mi cabello. "Tu hermano estará aquí muy pronto," "Ya he pasado por esto dos veces, ¿cierto?" "Ahora, duérmete. Y quién sabe, quizás mañana tendrás un nuevo hermanito contigo"

Cuando desperté la siguiente mañana, me apresure a su cuarto, sabiendo de algún modo, que él estaría allí. Ella estaba sentada en la cama sosteniendo a Max en sus brazos. Corrí encima de ellos y ella me abrazó con su mano libre. Le vi. Era tan pequeño con su piel rosada y tersa. Sus dedos pequeñitos. "Este es Maxwell," me dijo y me lo pasó para que lo sostuviera. "Confío en ti, Alec. Puedes abrazarlo." No estaba pesado y al tenerlo en mis brazos, él abrió los ojos para mirarme. Ojos oscuros y pelo oscuro. Y lo juro, a pesar de ser un recién nacido, me sonrió.

Malec Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora