Capítulo Diez - Un mal día (✔)

1K 99 0
                                    

—Sólo quiero decirte que no lo volveré a hacer y que eso fue solo un impulso. —Ella pensó unos segundos para contestar.

—Entonces, ¿Te parecería bien que yo hiciera lo mismo que tú y luego venir y sólo pedir disculpas? —Confesó.

Deb tenía toda la razón, yo estaba agarrando la vieja costumbre de ofenderla, de hacerle daño o hacerla enojar y luego llegar como si jamás hubiera hecho algo, pidiendo disculpas, pidiendo perdón; haciendo promesas de cambiar y mejorar. Y en parte eso estaba mal, pero ya estaba acostumbrado a que todas las chicas tuvieran miedo de perderme, así que ellas siempre terminaban regresando a mí, destrozadas, pidiendo perdón por haberles dejado de hablar o simplemente haberme ido sin razón.

Pero eso no me preocupaba en lo más mínimo, yo era feliz sin batallar con ellas, amaba que me rogaran. Es decir ¿Qué hombre no desea eso? Yo tenía todo lo que quería bajo mis brazos, era el chico más popular, no solo por ser el capitán del equipo; sino por ser atractivo, y eso siempre les gustaba a las chicas... la atención y la popularidad que ellas tenían al estar conmigo.

Deb pasó su mano por mi cara en reacción de que yo estaba hundido en mis pensamientos. Su pregunta me había dejado en las nubes, no sé qué sería de mi si ella comenzara a actuar cómo yo lo hacía. Me destrozaría.

—No. —contesté. —Sin embargo, no lo permitiría, no me podría sostener temiendo el verte con otro hombre. —Ella sonrió como si estuviera orgullosa de haberme hecho entender. Cruzó sus brazos y me miró fijamente.

—Vas comprendiendo, Armacost. —Ella sabe perfectamente que no me gustaba que me llamara por mi apellido, pero aun así lo hacía.

—No me llames así, Deb, cariño, cielo... o mi preferido, mi bebé. —La tome de la cintura dándole un beso en la nariz. Luego hice un gesto de bebé y ella arrugó su nariz. Pegó sus brazos en los costados y yo acaricié su cabello lacio. —Ya, ya, mi hermosa, te amo, te adoro, te quiero. —Entre cada pausa que hacía, besaba sus labios.

Ella totalmente sonrojada, se separó de mí y caminó hacia la habitación, yo la seguí como un pato bebé detrás de su mamá. Abrió la llave de la tina en nuestro baño y se sacó la blusa y bajo ella traía su ropa interior de encaje negro, sabía perfectamente que es mi favorita. Contemplé su belleza desde el marco de la puerta y crucé mis brazos en mi pecho.

— ¿No te vas a bañar conmigo? —Preguntó mientras se metía a la tina.

Yo reí gustoso y saqué mi pantalón, corrí hacia la tina. Nos acomodamos y quedé sentado en uno de los lados; coloqué sus piernas en mi cintura. Ella tomó mi rostro entre sus manos y se acercó a mis labios para devorarlos, pasé mis manos por su cintura para aferrarla a mí, mientras me deslizaba por la tina para hundirnos.

—No, no... —Decía ella tomándome del cuello. — ¡Amor, no por favor!

— ¿No confías en mí? —Ella se negó con la cabeza y sacó sus brazos para aferrarse al borde de la tina.

— ¿Ah no? Veamos. —Le quité los brazos del borde de la tina, quedando indefensa. Seguí deslizándome hasta que quedamos hundidos por el aguay comencé a besar sus labios.

Al subir noté que su respiración estaba acelerada, así que la alcé en busca de aire. Limpié el agua que había en su rostro a besos, y ella sonrió.

—Te amo, cariño. —Susurré en su oído. —Eres todo para mí, te prometo que...

— ¿Olvidaste lo que mencioné sobre las promesas?

—Bueno, entonces ¿Conoces alguna otra palabra que pueda ser reemplazada por esa? —Negó con la cabeza y mordió sus labios ladeando su cabeza hacia mí. —Se quedará en promesa, lo siento, querida. —Ella frunció su ceño y luego río.


✿✿✿✿✿✿✿


Al día siguiente, en la preparatoria, todos hablaban sobre lo sucedido en la fiesta. En los casilleros había cientos de fotografías de papel en blanco y negro; descubrí que era la fotografía que había subido a mi cuenta de Instagram con Missy. Volteé mi cabeza hacia Deb, que se encontraba agarrada firmemente a mi mano. Sus ojos brillaban y las lágrimas cayeron al mirar el último cartel que decía "Missy & Axel la pareja perfecta."

Se soltó de mi mano y me pegó una fuerte cachetada; luego corrió hasta alejarse lo suficiente de mí. Yo quedé en ridículo frente a todos. Hacían comentarios entre sí y a veces gritaban cosas "Es un infiel" y los comentarios que más me dolieron me hicieron hervir la sangre: "Él no merece a esa chica" "Pobrecita, aguantarse a ese patán" "Yo la trataría muchísimo mejor que él".

Me introduje en la primera clase y Para mí mala suerte llegué tarde. Pero era mi profesora favorita, y me dejo entrar con gusto diciéndome el típico: "Que no vuelva a suceder, Armacost." A veces no sabía si lo decía por mi retraso en las clases, o si lo decía para que cambiara mi forma de ser en general.

Me senté hasta la última silla del salón justo al lado de John y Jack "Mis amigos del equipo de básquetbol"

— ¿Qué sucedió viejo? —Preguntó Jack en un susurro.

— ¿Y tú chica? —Preguntó John. —Al parecer no le tomó mucha importancia entrar a clases, y eso que es un gran nerd del salón. —Dijo John refiriéndose a Deb.

Lo miré con el ceño fruncido y me puse de pie, levanté mi puño casi llegando a su cara, pero Jack me detuvo con todas sus fuerzas.

— ¡Señor Armacost! ¿Qué le he dicho sobre pelear en clases?

Yo miré a la profesora lleno de rabia, respirando agitadamente. ¿Con qué derecho le llamaba de esa forma a mi chica? Es decir, yo nunca me metía en su vida privada. Él tenía sexo con cualquier chica que se encontraba en las fiestas y después venía a mí contándome todas sus aventuras. Jamás lo criticaba ni me quejaba de lo que hacía, era su vida y para mí, no había ningún problema que se echara a todas las mujeres del mundo. Pero no permitiría que trataran a Deb de esa forma.

—Oye viejo cálmate. —Pidió Jack.

—Señor Armacost se le recuerda que esta clase no es de boxeo. —Dijo la profesora. —Se sienta y escucha la clase... o simplemente se sale. —Solo tenía esas dos opciones. —Pero no permitiré este tipo de barbaridades en mi clase. —Dijo casi en un grito.

Fantasma De Amor© (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora