Capítulo Dieciséis - Un gran estúpido (✔)

757 80 3
                                    

Era Missy corrió hacia mis brazos a gran velocidad y yo sólo la atrapé, tenía que hacerlo ya que de lo contrario iba a caer sobre mí. Entrelazo sus manos detrás de mi cuello y comenzó a besarme descontroladamente. Con una sed increíble. Sus labios iban de un lado a otro, como si bailaran al compás de una melodía, mientras sus manos jugueteaban con mi cabello, siguiendo el mismo ritmo que nuestras cabezas.

Abrí mis ojos y la alejé rápidamente ¿Qué rayos estaba haciendo? ¿Qué acababa de hacer? Otra vez más había caído entre su telaraña. Ella sonrió y yo contemplé completamente; sus ojos marrones, luego miré sus labios gruesos y rojos debido a lo fuerte que me había besado. Su cabello rubio caía en capas sobre sus hombros y llegaba un poco más abajo de la espalda. Ni hablar del uniforme de porrista; era roja, azul, blanco y negro con una gran "S" en el pecho lo cual significaba nuestra mascota 'Snakes'. Usaba una minifalda con un top que dejaba en descubierto parte de su pecho y todo su abdomen, que, sin mentir, estaba muy bien trabajado. La dejé de observar, aún estaba desconcertado por lo que había sucedido y estaba tratando de asimilar todo.

A lo lejos escuché la voz de Deb. — ¡LO PROMETISTE, LO PROMETISTE! SE ACABÓ, SE ACABÓ, ARMACOST. —Su voz se escuchaba histérica, con un tono de dolor; su cara destrozada con los ojos brillantes debido a las lágrimas y con el maquillaje hecho un desastre. Ella salió corriendo de las gradas en dirección hacia la salida principal de la cancha.

Me quedé paralizado viendo cómo me mandaba al diablo y yo seguía ahí sin poder responderle ni una sola palabra. Estaba completamente inmóvil. Un golpe en la cabeza proveniente de Jack me hizo reaccionar. Missy había logrado que Deb me odiara y ella estaba empujando a los estudiantes para poder salir de la cancha; no sé cuántos estudiantes asistieron al partido, aparte de que vendieron boletos para las personas que no estudiaban en la preparatoria y querían apoyar al equipo o a sus hijos... así que puedo imaginar la cantidad de espectadores que se encontraban en las gradas. Pero en un punto, había perdido de vista a Deb, ya no la veía con tanta gente, había desaparecido; y ella estaba completamente sola. No sabía hacía dónde se dirigía ¿A la biblioteca? ¿A los baños? ¿A la casa? ¿Dónde estaría?

— ¿Qué es lo que estas esperando, viejo? —Escuche la voz de Jack, su voz era solamente una especie de eco. Apenas podía captar lo que me decía, sentía que estaba en un sueño y su voz la escuchaba a lo lejos, sentía que estaba en una pesadilla. — ¡Axel! —Exclamó golpeando mi mejilla con su mano abierta fuertemente, me había dado una cachetada que incluso, no la sentí tan fuerte.

Solo así comprendí lo que realmente había pasado, tuve que concretarme para enumerar todo y no perder ningún detalle:

1.- Habíamos ganado el partido final de Básquet.

2.- A pesar de estar en shock por lo sucedía, no soltaba el trofeo.

3.- Missy me habrá besado con tanta intensidad frente a mi novia y todo el público.

Y definitivamente...

5.- Deb me había terminado enfrente a todo el público. Se había ido quien sabe dónde.

Corría detenerla gritando su nombre esperando el poder encontrarla entre la multitud. Corrí entre la gran cantidad de personas hacia la salida principal ya que esa era la última ruta que ella usó antes de perderla de vista. Afortunadamente la pude encontrar caminando rápidamente en uno de los pasillos, la alcancé hasta llegar al área de parqueo. Llegamos hasta el coche y ella solamente se volteó para recargar su cuerpo en la puerta de copiloto. Empezó a llover y solo se escuchaba las gotas de lluvia caer con intensidad en la oscuridad de la noche y lo único que pude escuchar de ella me sorprendió — ¡Llévame a casa! —Exclamó tratando de calmarse. —A MI CASA, NO A LA TUYA. —Exigió.

— ¿Qué? No, no, no estás enloqueciendo princesa, tú vives conmigo. —Estaba incrédulo ante su petición.

—No me importa, quiero regresar a mi casa, con mis papás. —Sacudí mi cabeza acercándome a ella.

—No te iras de mi casa. —Amenacé. —No me dejarás solo, no esta vez.

—Sólo quiero estar sola, alejada de todo por un tiempo y no pienso pedirte permiso, ¿Entendiste? —Exigió ella. Yo me encontraba devastado y solo asentí como un tonto y me subí al auto.

Lo encendí y en el camino iba pensando en lo estúpido que había sido.

—Cariño, sabes que no fue a propósito. —Rogué que me entendiera. —Yo no fui la que corrió hacia a ella y besarla.

—Sí lo fue. —Contestó ella. —Porque si hubieras puesto limites desde un principio, ella no lo habría hecho.

Ella tenía razón, nunca le puse límites a Missy, siempre dejaba que ella actuara como quisiera y Deb era la que pagaba los platos rotos. —No lo fue, ella llego a mí. —Deb me interrumpió.

—Simplemente no hables, no quiero nada de explicaciones. —El silencio abundó y en una parada, el semáforo cambió a rojo. Yo me acerqué a ella y la tomé de la mano mientras la miraba nervioso.

—Me acosté con Missy. —Confesé. ¿A podía ser más estúpido? No. No podía porque si lo hubiera hecho, hubiera muerto de estupidez.

No debí de decirle nada, estaba más que furiosa y no podía ser que yo le lanzara con esa bomba justo en este momento. Las palabras salieron de mi boca, pero en ningún momento había pensado en confesarle. En ese momento no tuve ningún filtro.

—Perfecto, cuéntame ¿Te gustó? —Estaba realmente enojada, su rostro comenzó a tornarse rojo.

Mentí con la cabeza y luego negué rápidamente. —NO. —Definitivamente estaba actuando como un gran estúpido.

—Eres hombre... a los hombres no les importa con qué zorra lo hacen, solo disfrutan. —Pude notar que cada palabra estaba repleta de ira.

—No soy como los demás.

Ella río sarcásticamente y soltó mi mano de un tirón.

—Es cierto, no eres como los demás. —Declaró. —Eres peor.

—No digas eso cariño.

—Basta, basta Armacost, no sigas por favor, ya cállate.

La miré con el ceño fruncido, y pisé el acelerador al darme cuenta que el semáforo ya había cambiado de rojo a verde. Ella me miro asustada, puesto que había arrancado a una velocidad muy fuerte.

—Baja la velocidad. —Pidió ella. — ¡Bájala ya!

— ¡Dime que no te irás! ¡Dímelo! Deb, dímelo. —Definitivamente estaba dejando que mis emociones me ganaran, de nuevo.

— ¡Baja la velocidad, Armacost! —Suplicó en un grito.

Su voz me aturdió los oídos y lo último que pude ver, fue un par de luces incandescentes por el lado izquierdo del auto. Luego una voz gritó —¡Cuidado! —Y entonces... Quede inconsciente.

Fantasma De Amor© (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora