Capítulo Doce - Blanco y Negro (✔)

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Reí junto a ella y me di la vuelta.

—No, si quieres te modelo. —Dije haciendo poses extrañas.

Ella río hasta más no poder, encontró una toalla y me la lanzó con fuerza.

—Cámbiate ya, cerdito.

Agarré la toalla y se la di a Deb para que se secara, fui directo al casillero de John a buscar ropa; sabía que su casillero tenía un truco para abrir que tiempo atrás él me había enseñado. Afortunadamente sí había algo de ropa, aproveché y me la puse sin dudar.

—Te tocará a ti a lavar la ropa de John. —Señaló.

—Sí, lo sé cariño.

— ¿No tienes nada para mí? —Preguntó.

—Espera... supongo que sí. —Busqué entre el desastre una camisa de botones y se la di, para su mala suerte, esta le quedaba muy grande, cualquiera pensaría que es un vestido.

—Te ves hermosa con cualquier ropa que te pongas. —Dije colocando mis manos en su cintura. —Ven aquí mi cielo, bésame, bésame, bésame. —Sus mejillas se encendieron y se acercó a mí, mimada.

Besó mis labios, pero después pasó su mano por ellos. No supe porque lo hacía, pero yo solo la miré entretenido.

— ¿Qué sucede? —Murmuré sin apartarme de sus brazos.

—Nada. —Suspiró y me rodeo por el cuello. —Es solo que eres el ser más perfecto que jamás había visto. —Su voz me puso la piel de punta y lo único que logré hacer, fue besarla hasta que nuestros labios quedarán desgastados.


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Por la noche, pedí algo de cenar y serví dos platos. Subí hacia la habitación y llamé a Deb para cenar juntos, como cada noche.

— ¿No cenaras? —Pregunté mientras Deb estaba saliendo del baño.

—Sí, si cariño. —Buscó algo de ropa en un cajón y me lanzó una mirada llena de pena, debido a que se encontraba en ropa interior.

—Cariño. —Dije deteniéndola.

Ella se volteó y colocó sus manos en mi pecho, la rodeé por la cintura y la abracé.

— ¿Qué? —Dijo en tono seco.

— ¿No me vas a perdonar? —Dije como bebé.

—Sí cariño, ya te había perdonado, Missy... es cosa del pasado.

—Te amo. —Bese sus labios.

Ella sonrió coqueta y caminó hacia el baño. Me acosté en la cama y prendí el televisor. El juego de los Yankees de New York estaba perfecto, pero me sentía tan cansado que quedé dormido profundamente. Y lo supe porque sentí el cuerpo de Deb sobre el mío, ya que así solíamos dormir. Pasé mi brazo sobre su espalda y con el otro acaricié su cabello.

—Amor. —Susurré. —Me tengo que bañar.

—No te bañes, igual ya estas dormido en la cama. —Contestó medio dormida.

—Pero no me he bañado. —Ella me tomó de las mejillas y besó mis labios.

—Dije que ya te quedaras así, y te amo, aunque seas un cochino que no le gusta bañarse. —Yo reí y la abracé fuerte en mi regazo. —Guardé tu comida, cuando tengas hambre sólo la calientas.

—Gracias. —La verdad no sabría qué hacer sin ella. —Eres una tontita celosa. —La abracé fuerte.

—Si me sueltas podré respirar mejor y me mantendrás más tiempo con vida. —Dijo tratando de apartarse de mí.

Estaba siendo tan feliz junto a ella, que había olvidado lo difícil que era mi vida con mi 'Familia'. El sueño se esfumó de mi cabeza y empecé a recordar mi oscuro pasado. Desde que tenía la edad de diez años, me había ido de casa debido a que mi madre era una loca. Sí, liberalmente era una loca. Había tomado tantos medicamentos psiquiátricos que ya la habían enloquecido. La pregunta es, ¿Por qué había tomado todo eso? Porque mi padre murió. Más bien, a mi padre lo asesinaron.

Cuando era pequeño, como la edad de seis años; mi padre era un narcotraficante. Asesinaba a las personas que eran sus "Estorbos", por así llamarlos, eso incluía a sus enemigos, amigos, y personas de la ley que querían atraparlo.

Había dos bandas enemigas. "Los Blanco y Negro" y "El cartel". Mi padre pertenecía a la banda "Blanco y Negro". Se suponía que era la única banda "Noble", Bueno así decía él, pero en realidad nunca fue así Según él defendía a los pobres y les daba dinero, comida, ropa, entre muchas otras cosas necesarias, al estilo Robin Hood. Recuerdo que él decía que las personas de la otra banda eran los que mataban a las personas que incluso si eran inocentes o no, pero con el tiempo supe que no lo hacía solo el otro bando.

Mi madre, a la edad de apenas quince años, huyó de la casa de mis abuelos —Los cuales jamás conocíCon mi padre. Se fueron juntos a vivir a otra ciudad. Ahí fue cuando todo se tornó más difícil. Mi mamá me tuvo a los dieciséis años y debido a la difícil situación que pasaban, ella que se drogaba, nací con droga en el cuerpo, a eso se le conoce como "Toxicómana materna". Pero eso jamás le interesó a mi padre, así que mi mamá fue la única que dio todo para salvarme, estaba arrepentida de lo descuidada que fue mientras estaba en su vientre. Estuve en terapia de desintoxicación hasta la edad de tres años —O cuatro, no lo sé, ya no lo recuerdo bien. —

Mi padre era un infiel; le pasaba miles de mujeres por enfrente a mi mamá y ella solo me escondía en mi habitación, empapada en lágrimas. Recuerdo que yo le preguntaba, qué era lo que pasaba y ella solo me respondía "Tu papi está ayudando a los pobres, mi amor".

Pero yo nunca fui un tonto, ni tampoco podían engañarme fácilmente. Era un niño pequeño, pero sabía que mi papá engañaba a mi mamá con todas esas mujeres. Y que tal vez tenía otros hijos y ella ya lo sabía. Lo malo era que siempre le tuvo miedo y nunca se atrevió a volver a casa de mis abuelos, quizás por la vida que él llevaba.

Hubo un tiempo en el que estuvo con vida mi padre y un día cualquiera él trajo a un amigo suyo. Se llamaba Oscar, y era una persona agradable, me consentía, me llevaba a la escuela, jugaba conmigo... actuaba como un papá para mí. Respetaba a mi madre como nunca lo había hecho mi padre, y yo la mayor parte del tiempo la pasaba con él. Incluso cuando me caía de mi bicicleta, él estaba ahí para levantarme. Lo reconocía como mi papá, a pesar de no llevar su sangre.

Hacía cosas por mí que sabía que mi padre jamás haría, y que definitivamente nunca hizo.

Una mañana desperté un poco tarde, miré por la ventana y estaba Oscar, abrazaba a mi madre, tratando de consolarla. Ella derramaba lágrima tras lágrima, no podía dejar de hacerlo. Corrí hacia ella y la abracé, Oscar me tomó en los brazos y besó mi frente. Fue ahí cuando sentí que mi vida se terminó.

"Tú papá está en un lugar mejor ahora, Axel. Es tiempo de que tú seas el hombre de la casa. Vas a cuidar a mamá, vas a cuidar a Sammy —Mi perro y vas a prometerme que nunca serás como tú papá".

Fantasma De Amor© (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora