Capítulo Quince - El gran juego (✔)

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Dejé caer el vaso de cristal en el suelo haciéndolo mil pedazos y después tomé los pequeños pedazos de vidrio, pero uno de ellos me pinchó el dedo pulgar, lo raro fue que no sentí ningún dolor, ¿No siento dolor físico? Sólo emocional... será... así que, con manos temblorosas y ojos llenos de lágrimas, tomé un trozo de vidrio y lo deslicé sobre mi muñeca, con el corazón hecho pedazos y la mente invadida por recuerdos dolorosos del pasado. Sin embargo, el vidrio no dejó ni un rasguño en mi piel, así que lo pasé nuevamente con cuidado. Fue entonces cuando una voz me detuvo en seco.

— ¡ARMACOST! ¿QUE RAYOS ESTAS HACIENDO? —Era ella, era Deb. Su voz aterciopelada e histérica me hizo salir de mis pensamientos. Dejé caer el vidrio al suelo y pasé mi mano por mi frente limpiando mi sudor. ¿Qué estaba haciendo con mi vida? No debía de ser tan cobarde, necesitaba demostrar lo fuerte que era.

Sentía que ya era suficiente, había sido siempre tan fuerte, incluso cuando menos lo debía de ser, que hoy solo había dejado de serlo y lo sólo podía llorar.

—Amor, no es lo que piensas, por favor. —Dijo ella un poco más tranquila.

Se acercó a mí con sus brazos extendidos y limpiaba el sudor de mi frente, acarició mi espalda con sus manos suaves y beso mi hombro desnudo.

—Mi vida, mi cielo, todo está bien, no ha pasado nada entre John y yo. No pasó nada, compréndeme por favor, Axel. —Rogó ella mientras trataba de tranquilizarme.

Y yo sólo derramaba lágrima tras lágrima, todo mi pasado estaba en mi cabeza y lo que mis ojos acababan de mirar este día, me hicieron enloquecer. Estaba dejando de mis pensamientos inundaran mi mente y me hiciera enloquecer.

— ¿Cómo... como pretendes que yo crea en ti? Estas con tu pijama más corta, te vi a su lado en la cama, Débora. —Me aparté de ella explicándole con señas todas mis palabras y ella sólo me miraba seria, con un gesto de timidez y a la vez de desesperación... incluso, podría decir que estaba preocupada.

—No pasó nada. —Repitió esta vez más seria. —No me digas Débora.

— ¿Te duele verdad? ¿TE DUELE MUCHÍSIMO? ¡No me importa! ¿Sabes? ¡Me importa una mierda! —Explote enojado sin dejar de llorar. No podía dejar de pensar en la escena de mi mejor amigo con mi novia.

Mi voz se quebraba con cada palabra que decía. Termine quedando callado hasta que mire que sus ojos estaban brillantes, con un aspecto de dolor.

—Lo siento. —Me disculpé pasando mi mano por mi cabello, cansado.

En realidad, no tenía ningún derecho a reprocharle eso. Después de todo, yo había estado con Missy, lo cual fue aún más lamentable. Si abría la boca sobre lo sucedido, todo terminaría, y eso sería devastador para ella. No me lo iba a permitir, no iba a dejar que mis acciones la alejen de mí, no dejaría que se fuera. Estaba siendo un infiel y sabía que ella no se merecía una persona como yo. Mordió su labio inferior, tratando de controlar sus lágrimas y se dio media vuelta caminando directo hacia las escaleras.

—Sólo espero que razones cada una de las palabras que me escupiste en la cara. —Dijo por último echando una mirada llena de dolor y rabia hacia mí.

¡Tenía la razón! ¡Ella siempre tenía la boca llena de razón! Era un estúpido, ni siquiera la valoraba. Ni siquiera sabía por qué me había desquitado con ella. No tenía la culpa de mis problemas, ni mucho menos de mi frustración y estrés por haber tenido sexo con Missy. Definitivamente era eso. Sexo. Missy. Eso, eso era. Missy me tenía así, necesitaba darle una buena lección a esa chica. Podía sentir como mi cercanía a ella me estaba matando lentamente, era como un agujero negro que succiona todo, eso era ella, eso era Missy.

La pregunta era ¿Cómo? Y ¿Cuál lección?

Al día siguiente, en la preparatoria, ignoré por completo a John y a Missy. Quería estar alejado de todo tipo de persona que estuviera a mi lado solo para hacerme daño. La mayor parte del día la pase al lado de Deb y no me separe ni un solo segundo de ella. Necesitaba demostrarle que esta vez, sí iba a cambiar y que las promesas que hacía, las iba a hacer realidad.

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—Así que mi mamá me llamó, al parecer está mejorando su mente. Recuerda mejor las cosas, ya está superando los problemas del pasado con mi padre y todo eso. Me deseó buena suerte para el juego de hoy y me dijo que me... —Suspiré y miré intensamente los ojos de Deb. —Me dijo que me amaba. —Ella tomó mis manos sobre la mesa y me dio un fuerte abrazo.

— ¿Lo ves? Todo iba a estar bien, amor. —Sus palabras me derritieron y una lagrima rodó. —Oh, no llores, corazón. —Se puso de pie y se sentó a mi lado, pasó sus brazos por mi cintura y recargo su cabeza en mi pecho. Yo correspondí a su abrazo. —Estoy aquí para cuando te sientas solo, y cuando no también. —Hizo un gesto gracioso y yo reí.

Hundí mis labios en los suyos y sentí la calidez en cada beso que me daba.

Por el atardecer, me dediqué a entrenar un poco para el juego de la gran final, que iba a ser dentro de unas cuantas horas. John llegó a mí pidiendo miles de disculpas por lo de la otra noche, pero yo no tenía humor para sus tontas palabras sin sentido. Así que solo le dije "Olvídalo hermano" y fue toda la conversación que tuvimos hasta que llegó la hora del juego. Simplemente no tenía mente para nada, solo pensaba en el juego final; y en qué teníamos que ganar.

Al principio íbamos perdiendo, pero luego a los pocos minutos de que terminara el juego, ganamos por dos anotaciones. El trofeo era de plata, con una mano encestando una pelota de básquet. Mis compañeros me levantaron entre sus hombros, como siempre lo hacíamos después de cada juego ganado.

Cuando la mayor parte de las personas se fueron de la cancha, llegó Missy...

Fantasma De Amor© (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora