Capítulo Once - Haremos el amor (✔)

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Al terminar la clase, salí furioso, aguantándome el coraje y tratando de olvidar lo que había dicho John. Ignoré todas las fotografías y todos los susurros que decían los estudiantes de la preparatoria. Entré a los vestidores y me puse el uniforme de básquetbol, luego salía a la cancha y, para mi mala suerte, ahí estaban John y Jack, ambos me miraban y cruzaban palabras; por como actuaban supuse que estaban hablando de mí, aunque no me encontraba lo suficientemente cerca como para poder escucharlos.

Mi día no pudo ir de mal a peor; Deb se había enojado conmigo, mis 'Mejores amigos' hablaban mal de mí, en mi cara y había miles de fotografías por toda la preparatoria de Missy junto a mí. Recordándome la estupidez que había hecho.

¿Podía pasar algo peor? La respuesta era un gran y enorme SÍ. Cuando el entrenamiento terminó, tomé una ducha y al salir, me di cuenta que los vestidores estaban desiertos, así que me apresuré. Amarré una toalla en mi cintura y busqué mi ropa, pero no había nada, mi casillero estaba completamente vacío. Al parecer mis "Amigos basquetbolistas" se habían ocurrido la grandiosa idea de hacerme una broma... y se llevaron todas mis cosas. Escuché unos pasos provenientes de la puerta de entrada a los vestidores, pero dudé de que fuese una estudiante, ya que eran las cinco de la tarde y no podía haber nadie a esta hora, quizás era el conserje o tal vez eran ratas, o los conejos que rondaban el campus. Pero no... No era de eso.

Volteé mi cabeza hacia atrás y reconocí una imagen que me pareció demasiado hermosa, esa silueta la reconocía definitivamente. No me podía equivocar, era ella. Su cabello lacio estaba empapado con la lluvia y su ropa también, su maquillaje estaba hecho un desastre y podía escuchar sus sollozos a pesar de la distancia en la que nos encontrábamos —Unos tres o cuatro metros quizás. — Un fuerte rayo cayó debido a la lluvia e inmediatamente se fue la luz, quedando completamente a oscuras.

—Está lloviendo a cantaros. —La escuche decir, casi en un murmullo.

—Sí, ya veo... —Contesté buscándola con mis brazos. — ¿Te encuentras bien? —La rodeé con mis brazos y la acerqué a mi cuerpo, que al menos, estaba más tibio que el de ella. Deb se encontraba helada.

—Estoy bien. —Dijo temblando.

La puerta de los vestidores quedó cerrada de un golpe debido al fuerte viento y ella brinco asustada por el sonido. La lluvia no daba tregua, incluso podría decir que empeoraba a cada segundo.

—No temas, cariño. —Susurre en su oído. —Estoy aquí.

—Creo que corro más peligro estando a tu lado. —Confesó Deb.

—Te diviertes más conmigo, así que... —No me dejó terminar la frase.

—No. —Dijo Deb.

—Por favor. —Ella se apartó de mí y yo cegado la busque con los brazos. —No me dejes. —Caminé en busca de ella hasta tropezar. Caí sobre Deb y ella solo se quejó.

— ¡Torpe! —Exclamó tratando de quitar mi cuerpo del suyo.

—Lo siento, cariño ¿Te lastimé? —Pregunté preocupado.

—Sí, me duele un poco la cabeza. —Pase mi mano sobre su frente y note que estaba hirviendo en fiebre.

— ¡Cariño tienes fiebre! —Me preocupé.

—Perfecto. —Dijo resignada. —Si te das prisa en cambiarte nos podríamos ir a casa cuanto antes, necesito tomarme algo para la gripe y la fiebre.

— ¿Me das un beso? —Ella tomo mi rostro con ambas manos y besó fugazmente mis labios.

—Ya, ahora ve a cambiarte. —Ordenó.

—EI problema es que no puedo ver nada y creo que mis 'Amigos' se llevaron mi ropa. —Me aparté de ella para poder levantarme del suelo y la tomé de la mano para que también se levantara. Su imagen se aclaró un poco más y miré que su mirar iba en dirección de mis labios y de regreso a mis ojos.

Sonreí y me acerqué a su cara, besé su nariz y luego recorrí todo su rostro hasta llegar a sus labios. Traté de quitar un abrigo que tenía empapado de agua supongo que, para cubrirse de la lluvia, luego quité su blusa hasta que quedó en sostén. Pasé mis manos por los botones de sus jeans y los desabroché lentamente, hasta que los quite por completo. Ella se detuvo sorprendida, y se puso apartó.

—No, no. —Suplicó agitada.

—No hay nadie. —Dije tratando de convencerla, la deseaba mucho, el no estar con ella, me consumía por dentro.

Me acerqué a ella y continué besándola, sentí que la toalla se aflojó y finalmente cayó. Ahora me encontraba completamente desnudo, frente a Deb, con las luces apagadas, y un clima agradable ¿Qué debía hacer? ¿Parar o seguir?

Suspiré y la acerqué más a mí tomándola de la cintura, comencé a besar su rostro y bajaba hasta su cuello, aspiré profundo su aroma y era una mezcla de avellana con chocolate, demasiado dulce para otras personas, pero para mí era el mejor aroma que existía, su olor era embriagador. Noté sus nervios a flor de piel. Acaricié su brazo con las yemas de mis dedos y besé su hombro.

—No te haré daño.

—No quiero hacerlo. —Murmuró.

Me aparté de ella y tomé su rostro del mentón, para que me viera.

—Si tú no quieres hacerlo, respetaré tu decisión. —Dije mirándola a los ojos.

Ella tragó saliva y me abrazo. La deseaba, realmente la deseaba y mucho, pero respetaba su decisión. No quería presionarla ni obligarla a estar conmigo.

—Igual ya estoy acostumbrada a verte desnudo, así que no será algo nuevo. —Bromeó.

Yo reí y correspondí su abrazo. La acerqué a mí, no quería que se fuera de mi lado, no quería perderla. La amaba y la necesitaba conmigo.

—Oh vamos, no sabes lo que es verme desnudo y luego tener sexo.

— ¿Sexo? No tendré sexo contigo nunca. —Mire como se apartó de mí y acercó sus labios a mi pecho. —No tendremos sexo, Axel.

— ¿Qué? —Pregunté confundido. —Oh sí, ya lo sé... —Ella me miró abriendo sus ojos esperando una respuesta buena. — Nos entregaremos al amor, como dos almas que se funden en un abrazo eterno, anhelando estar unidas por toda la eternidad. —Ella sonrió por mi respuesta e inhalo el aroma de mi pecho, luego exhalo.

—Mi perfume favorito. —Confesó.

— ¿Perfume? No recuerdo haberme echado alguno esta mañana. —Traté de recordar si me había echado algún perfume — ¿Olor a nada?

—Olor a mi Axel. —Yo reí y en un abrir y cerrar de ojos, la luz había vuelto. Pero la lluvia no dejaba de caer.

Tomé la toalla del suelo y la colgué en mi hombro. Deb río por mi acción.

— ¿Acaso no tienes vergüenza? —Bromeó contenta.

Fantasma De Amor© (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora