Capítulo Treinta y dos - Suerte. (✔)

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Y fue ahí cuando ella lo notó. Nuestras miradas se cruzaron, ella paró de reír y se encogió de hombros avergonzada. Me acerqué atravesando los cuatro o cinco metros de distancia que nos separaban y salude a Nicole, ella de inmediato me presentó a Deb.

—Y él es Axel, el capitán del equipo de básquetbol. —Dijo Nicole.

—Mucho gusto. —Su sonrisa se amplió y yo la mire mientras estrechábamos nuestras manos. Desde ese día, mi vida cambio completamente.

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Al terminar las clases, le invité a Deb a cenar a casa, supuse que lo mejor era pasar todo el día juntos, y por suerte, ella aceptó. Sabía que me de alguna forma, estaba arriesgando mi relación con ella, ya que Missy estaba en casa, tal vez viendo televisión, o comiendo algo, así que necesitaba alejarla del lugar para poder estar a solas, sin que Deb se enterara de que por algunos días su peor enemiga iba a estar viviendo en mi casa.

Así que al llegar a casa, llamé a John y le pedí que de favor invitase a Missy a salir, y él como todo un buen 'Amigo' aceptó. El resto de la tarde estuve buscando en Internet alguna receta fácil que pudiese hacer en la noche, pero todas eran demasiado difíciles de hacer, y para mi nula experiencia como chef sabía que todo iba a terminar mal así que necesitaba ayuda profesional. Y no había ninguna mejor como la de mi madre.

La llamé y ella con gusto acepto llegar a casa y hacer la comida. Cuando miré que la hora llegó, tome una ducha y me puse mi mejor ropa. Miré mi reloj de mano y las manecillas marcaban las ocho y media, algo tarde; aunque este día, la suerte estaba de mi lado, y mi madre se había quedado platicando con Deb. Baje las escaleras saltándome algunos escalones para llegar en un tiempo record y le dedique una sonrisa al acercarme a ella.

—Hola. —Dijo mirándome a los ojos.

Yo recargue mis manos en el sillón acorralándola y besé fugazmente sus labios para no faltarle el respeto a la presencia de mi madre. Poco después ella decidió marcharse y le ofrecí una de mis habitaciones para que pasase la noche debido a que ya era un poco tarde, así que mi madre prefirió quedarse.

—Tu madre me contó que no sabías que cocinar... —Dijo mientras tomaba mi mano y me seguía para sentamos en el comedor. —No sabe que siempre desayunamos cereal por las mañanas, o tocino con huevo y pan. —Yo reí.

—Era la comida más exquisita que podíamos hacer, cariño.

—Lo sé. —Contestó mirando pasando el tenedor por la pasta.

Nuestras voces se apagaron y solo se podía escuchar el sonido de los cubiertos chocando con los platos. Preferí callar esperando a que ella me dijera algo; hasta que así sucedió.

—Escucha Armacost... —Dijo soltando los cubiertos colocándolos en la mesa.

Y entonces se abrió la puerta. Era Missy.

— ¡Rayos! —Murmuré.

Deb volteó su cabeza hacia la puerta y yo hice lo mismo, mordí mi labio inferior y rápidamente me puse de pie. Antes de que Deb dijera algo, trate de hablar.

— ¿Qué haces aquí? —Pregunté.

— ¿Cómo de qué hago aquí? Tú me ofreciste una de tus habitaciones. —Respondió Missy.

Miré entre ojos a Deb y tragué saliva. —Es suficiente. —Dijo mordiendo su labio.

Y entonces caminó, más bien, corrió hasta la puerta, yo me fui tras ella hasta tomarla del brazo.

— ¡No comprendes! —Le dije. — ¿Crees que yo debía de negarle un hogar a Missy, Debora? ¿Crees que soy tan mala persona como para negarle a alguien eso? ¡No! —Sus hermosos ojos me miraron con atención, pero escondiendo y evitando dejar caer las lágrimas. No entendía por qué le dolía tanto que Missy viviera en mi casa; es decir, yo estaba dispuesto a serle fiel costara lo que costara, y solo quería que ella creyera en mí. Tome su rostro con mis mano y con la otra la acerque a mi cuerpo.

Ella me abrazó y recargo su cabeza en mi pecho. —Ya cariño, sólo te estoy diciendo la verdad... —Susurre acariciando su espalda. —Acaso ¿No me crees?

La escuche llorar y fue ahí cuando me empecé a preocupar. — ¿Qué sucede, Debora? ¿Qué sucede cariño? —Ella se negó con la cabeza en señal de 'Nada'.

Yo mire sus ojos y después sus labios mientras yo mordía mi labio inferior. Me acerqué a su rostro y besé su labio superior, luego el inferior, y al último ambos al mismo tiempo.

—No... —Susurro ella alejándome. —No lo hagas.

La mire confundido sin soltar su cintura esperando alguna explicación. Pero ella no dijo nada. Y yo deje de esperar una respuesta; solo suspiré y dejé que el estrés saliera de mi cuerpo. Estaba harto de discutir con Deb por la misma tontería de siempre. El silencio abundó por varios minutos, minutos que se me parecieron ser eternos.

— ¿Qué sucede? No actúas como de costumbre. —Dijo ella buscando mi mirar.

— ¿Quieres saber lo que pasa? Estoy harto de siempre ser yo el que te busca, el que te dice que te ama, el que se echa la culpa de todo lo que sucede, aun cuando ni siquiera la tengo, todo para que sigamos juntos y paremos de discutir, quiero que me demuestres si en realidad te importo. ¿Qué no ves todo lo que he sufrido por ti? —Mis ojos estaban hechos un mar de lágrimas y Debora ya lo había notado, por lo que dirigió sus ojos hacia el suelo.

—Tienes razón. —Murmuró en un hilo de voz. Volteó su cara hacia mí y mordió su labio inferior. —No sabes cuánta razón tienes, haz sufrido lo suficiente, hasta el cansancio, y sabes que te mereces lo mejor.

Suspiré cansado y limpie mis lágrimas. — ¿Ya vas a empezar con el mismo cuento de que merezco lo mejor? Siempre lo mejor de lo mejor serás tú y nadie más que tú, sólo por favor, cúmpleme ese capricho de estar siempre a mi lado cueste lo que cueste, Deb.

Ella se negó con la cabeza y pasó su mano por sus labios, en reacción de los nervios. Traté de entender su gesto de dolor y confusión pero no logré descifrar su mensaje.

— ¿Qué? ¿No dirás nada? —Se lanzó a mis brazos y yo le correspondí.

— ¿Quieres un tiempo? —Susurro en mi oído.

—No creo en el tiempo. —Respondí.

Fantasma De Amor© (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora