Capítulo Veinticinco - Miedo (✔)

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Al día siguiente, desperté con un terrible dolor en todo mi cuerpo, sentía en mis brazos una pulsación como si mi corazón estuviera latiendo ahí y no en mi pecho. Un fuerte mareo me hizo volver a mi almohada y yo solo miré hacia el techo. Había sido una larga noche.

Tomé mi celular y miré que tenía al menos más de veinte llamadas perdidas, quince mensajes de texto y cinco buzones de voz y todos eran de la misma persona, Axel Armacost.

Los abrí, empezando primeramente con los buzones de voz. El primero —"Hola bebé, te amo", el segundo me asustó un poco, pues su voz se quebraba entre cortadas —"Bebé te extraño, te amo, eres todo para mí, vuelve a casa, por favor" el tercer mensaje de voz, estaba un poco más calmado, su voz era lenta y aterciopelada "Débora, esto es en serio, son las tres de la mañana y no sé qué rayos voy hacer sin ti. La cama te extraña, cariño, vuelve ya" el cuarto mensaje de voz, me causó miles de escalofríos, ya que fue el más largo —"Bebé, ¿Sabías que te amo? Te extraño, salgamos el domingo... el lunes, el martes... cualquier día de la semana, no importa; solo quiero saber si en realidad estas mejor sin mí. Yo te sigo extrañando cada vez más, por favor, por favor, vuelve, vuelve a mí, necesito saber si estoy vivo. Sabes que te necesito aquí, eres la razón de mí existir, vuelve, vuelve, princesa, vuelve, es la única cosa que te voy a pedir en toda la vida, por favor, vuelve. Te amo, te necesito, mi vida".

Y, por último, el quinto y último mensaje de voz, este me hizo reventar en llanto —"Hola... lo lamento, Hubo risas lo lamento, sé que el último mensaje de voz fue algo tonto, pero... Se escuchan susurros, por el tono de voz deduje que era una mujer ¿Con quién hablas Axel? ÉI le ordena algo y ella se va Perdona, cielo, ¿Qué decía? Oh si, vuelve, vuelve, vuelve pronto, ya... mi corazón te extraña, mis brazos te anhelan, mis labios te llaman, mis oídos necesitan de tus susurros hasta quedar completamente dormido Escucho unos lloriqueos son las cuatro de la mañana ya, y siento como si esta noche fuese sido eterna. Solo llámame de vuelta y recuérdame lo mucho que me amas. Mi amor, recupera tu memoria, me estoy volviendo loco ¿Quieres que haga una especie de juego para que puedas recordar todo? ¿Sí? De acuerdo, haré como si tu respuesta fuera un sí. Empezaremos mañana, a primera hora estaré fuera de tu casa. Te amo. Ah... y pues... lo lamento, sé que no recuerdas nada de nuestro pasado, pero he sido un idiota, y créeme, esta es mi condena; sufrir por ti. Dios no me pudo haber castigado de una forma más cruel... te amo, Débora, te amo".

¿Y qué decir de los mensajes de texto? ¡Rayos! Eran una ternura. "Te amo. Te amo. Te amo. Te amo. DEJA A BENJAMÍN. Te amo. Te amo. Te amo".

La mayor parte de los mensajes decían las mismas cosas, al parecer se había embriagado demasiado, y eso a decir verdad me daba un poco de miedo. Pero le tenía más miedo a Benjamín y sus puños. Por la tarde, con mucha molestia, tome una ducha y me puse un buzo para cubrir los moretones de mis brazos —Los cuales eran bastantes—, me puse unos jeans y unos tenis, use mucho maquillaje para cubrir un moretón que estaba en mi mejilla y el resto lo dejé a la suerte.

Bajé a comer algo y mi hermana Susann, llegó a la cocina agitada y en un conjunto de palabras ahogadas dejo salir una frase que me pondría helada.

— ¡AXEL ARMACOST ESTA ESPERANDOTE AFUERA! —Gritó Susann emocionada.

Dejé caer mi taza con té en el suelo y abrí mis ojos unos centímetros más de Io normal. — ¡Dile que no estoy! —Exclamé temblando. —No, no, dile que tome un vuelo lejos, a Japón, China, África, yo qué sé. —No quería que me viera en esas condiciones.

—Oh vamos, no seas ridícula. —Dijo Susann cruzando de brazos. —Y si mejor le digo que te fuiste a la luna o el sol. —Dijo bromeando. —Tienes que salir. —Susann me quedó mirando unos minutos.

— ¡NO! —Estaba nerviosa. Ella se acercó a mí y estiró su mano para alcanzar mi mejilla y con su dedo me acarició.

— ¿Qué es esto, Deb? —Se quedó mirando unos segundos mi rostro.

—Nada, iré con Axel. —Contesté y salí rápido de ahí.

Corrí fuera de casa y ahí estaba él; sentado en su carro con sus brazos cruzados mirando hacia el cielo, como si fuera tan interesante ver las nubes llenas de agua.

—Ey. —Dije enseguida al verlo.

Sus ojos se conectaron con los míos y su sonrisa apareció como si fuera magia. Sus ojos estaban lagrimosos y bajo ellos se extendía una capa de ojeras grises, se notaba que no estaba durmiendo bien, así que no era la única.

—Ey. —Contestó abrazándome.

Sus brazos me acobijaron completamente y yo solo hice un quejido, ya que mi cuerpo estaba cubierto de moretones dolorosos; pero no le tome la más mínima importancia, quería su calor en mi cuerpo, me hacía muy bien. Fue el abrazo más largo de toda mi vida.

Cuando nos apartamos, su vista captó mis labios y comprendí que había llegado la hora del beso. Más, sin embargo, no lo correspondí. Le negué con la cabeza y dejé caer mis lágrimas al rostro. Él se mordió el labio inferior y besó mi mejilla borrando una lágrima, la cual ya estaba rodeada de moretones, pero pase el dolor desapercibido.

— ¿Cómo estás?

—Bien. —Contesté algo triste.

— ¿Segura? Benjamín no me dijo lo mismo...—"Benjamín no me dijo lo mismo" ¿Eso qué significa? ¿Qué clase de persona me decía eso? ¿O acaso fue una alucinación? ¿Había escuchado bien?

— ¿Benjamín? —Pregunté a los segundos. — ¿Benjamín, Armacost? ¿En serio? —Él asintió con la cabeza.

— ¿Quieres dar un paseo? —Preguntó cambiando de tema.

Abrió la puerta de su auto y yo me introduje en el asiento del copiloto. Encendió el auto y partimos de mi casa, pero para mí mala suerte, llegamos al mismo parque que había visitado con anterioridad.

— ¿Sabes que sucedió, exactamente en esa banca? —Guie mi mirada donde él señalaba con su dedo y sentí que mis piernas se debilitaron. —Enséñame tus brazos, Deb. —Me negué con la cabeza y me crucé de brazos.

—No sucedió nada. —Mentía con cada célula de mi cuerpo, pero no sabía cómo reaccionaría Axel, y sentía pánico.

Me tomó fuertemente de las manos y retiró las mangas del buso, dejando al descubierto los moretones. Sus ojos se abrieron como dos platos blancos y me miró enojado.

— ¡Cómo es posible que hayas dejado que ese inútil te toque! ¿Cómo? ¿Cómo, Débora, cómo? —Gritó histéricamente.

Lloré y lo abracé para que dejara de gritar, él me correspondió y acaricio mi cabello.

—Cariño, no puedo dejar que ese estúpido te maltrate de esa forma, no puedo, cariño. —Murmuró llorando. —Definitivamente ese imbécil sabrá de mí.

Fantasma De Amor© (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora