Capítulo Veintisiete - Sueño profundo (✔)

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Lo miré, y él me miró determinando cada aspecto de mi rostro y luego fingió una sonrisa. Y esa fue la última vez que supe de Axel.

Los días pasaron, semanas e incluso meses también y él jamás volvió a dar una señal de vida; lo cual agradecí. Lo mejor era que me empezaba a acostumbrar a tener que vivir sin él y me sentía aliviada.


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Mi habitación era demasiado cálida y el ambiente estaba más cargado de soledad que la misma noche tropical del exterior. Se me formo una gota de sudor en la nuca. Salí de la habitación y caminé lentamente hasta que pude llegar y tocar la red espumosa de las olas del mar.

En los viejos tiempos, solía hacerlo de la mano de Deb, pero ya había aprendido una gran lección, y era que el "Karma", siempre me iba a estar torturando por haber sido tan mala persona en mi pasado y por haber sido un novio de mierda con Deb.

El viento cambió de dirección, trayendo olor de tierra húmeda y de lluvia al punto de que el viento comenzó a levantar arena del mar, haciendo que esta se me pegara en el rostro y todo el cuerpo, por lo que me tocó cerrar mis ojos para mayor tranquilidad.

No sé por cuanto tiempo estuve así, pero me sentía tan tranquilo que no quería dejar pasar la oportunidad. Sentí sus caricias recorrer mi piel, me satisfacía la ilusión de saber que lo que estaba sintiendo, no era más que sus manos, su aroma impregnado en mi nariz. Sus manos se posaron en mi abdomen y sus dedos tomaron mi pantalón hasta acercarme completamente a ella, lo cual me confundió, ya que esa no era una actitud que ella solía hacer.

Poco a poco, nos introducimos en el mar, lo próximo que supe fue estar sosteniendo sus muslos con mis manos, ella me besaba y yo me dejaba llevar, igual nadie nos miraría porque la noche era demasiado oscura y afortunadamente estábamos en una parte de la playa que era privada.

Me quitó la ropa, y me sumergió hasta que el agua llegara a la mitad de mi cuerpo, mientras ella entrelazaba sus piernas en mi cintura y me comenzaba a besar el cuello. Mientras yo la tocaba, Deb me jalaba del bóxer. Tras un rato, sentí un cosquilleo. Ella sonriente, mordió mi labio inferior.

— ¿Te gusta esto? —Su voz era ligera, con un toque de sensualidad.

¿Deb? Esa no es Deb, intenté despertar, pero no podía, sentía que mi cuerpo no reaccionaba a mis acciones. Y cuando mis ojos se abrieron completamente, caí en cuenta de que todo este tiempo en mi sueño había estado teniendo sexo con Missy. También note que, para decirle algo tenía que dejar de mirarla o no era capaz de articular ninguna palabra, no quería decirle nada, no me nacía decirle algo, ni estar con ella, sentía repulsión su presencia.

Tuve la impresión de que me hallaba enredado en un nivel muy profundo de mi sueño, no era normal el tener relaciones con una mujer en el sueño y ni siquiera saber cómo despertar, era una completa pesadilla.

Después de ese suceso regresé a mi casa y cerré todas las puertas, ventanas y cualquier lugar donde Missy pudiese entrar, no quería tener su presencia cerca de mí, porque en realidad solamente quería creer que esa escena en la playa había sido cierta, pero con Débora.

Desperté cuando mi alarma sonó. Eran exactamente las seis de la mañana.

Me encontraba completamente sudado y en un estado de shock, pasé mi mano por la frente y sequé mi sudor, había sido una larga noche llena de terribles pesadillas.

Me duché y desayuné lo poco que había en la cocina, ya hacía mucho tiempo que no iba a comprar comida y al finalizar, me encaminé a la universidad San Marino.

Tenía que llegar temprano ya que iba hacer la prueba de admisión en la facultad de Medicina, era una carrera la cual no me gustaba mucho, pero era lo que iba a estudiar ya que Deb siempre había deseado tener un esposo que fuese doctor. Al llegar a la universidad estaba completamente llena por cientos, o tal vez miles de personas, era un lugar realmente grande pero no me sentí ni nervioso ni perdido ya que tenía un volante con las indicaciones que tenía que tomar para realizar el examen.

Al llegar al salón estaba casi lleno la prueba comenzaba a las ocho y faltaban quince minutos, me senté en cualquier asiento y me dispuse a esperar. Después de unos veinte minutos, el salón ya estaba lleno, todos los asientos estaban ocupados y el profesor no había llegado, de repente la puerta se abrió y un hombre de baja estatura de tercera edad se detuvo al frente del escritorio.

— ¡Silencio! —Gritó a todo pulmón. —Yo soy el Magíster en Medicina el profesor Newman, y les daré clases a los novatos de medicina. —Dijo el hombre bajito. —Ahora quiero que abran un compartimiento que tienen en su puesto allí encontrarán la prueba. —Revisé el asiento y sí había un compartimiento, al abrirlo había una bolsa transparente con unas hojas, un lápiz, un borrador y un sacapuntas. —Como dice en el instructivo tienen dos horas para realizar la prueba. —Muchos comenzaron a quejarse del poco tiempo que daba el profesor. — ¡Les recomiendo que empiecen ahora mismo! —Gritó por encima de los quejidos. — ¡Llevan quince minutos de atraso! —Dicho esto muchos, incluyéndome, rasgamos el paquete transparente con las hojas de prueba.

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Al terminar me dirigí a la preparatoria, me habían dado el día libre porque me tocaba hacer la prueba, pero en realidad no quería estar solo en la casa, miré la hora, sabía que era la hora de descanso así que caminé a la cafetería, para mi mala suerte la primera persona que veo es a John.

— ¡Axel! ¡Armacost! ¡Ey amigo, ven acá! —Exclamó a lo lejos. Todo mundo volteó a verme y yo empecé a caminar sin ánimos, sonreí disgustado y me senté en su mesa.

Todas las chicas se encimaron a mi cuerpo y yo las aleje diciéndole que ya estaba comprometido, lo cual era una gran y completa mentira, pero fue una gran excusa ya que las alejó.

— ¿Y qué me cuentas, Armacost? —Dijo John apoyándose con los brazos en la mesa. — ¿Cómo va la pancita de Missy? —Mis ojos se abrieron como dos platos blancos y le pedí que se callara.

—Oh, oh, ya entiendo, ¿Prefieres hablar a solas? —Asentí con la cabeza y pasé mi mirada por las chicas, quienes, en un dos por tres, terminaron en otra mesa alejadas de nosotros.

— ¿Qué sucedió?

—No te importa. —Dije dándole una mordida a una manzana que encontré en la mesa.

—Oh vamos, no me digas que corrí a las chicas por nada. —Yo asentí. — ¡Que mierda! —Se disgustó.

—Ya te puedes ir. —Le avisé.

—Bien. —Se levantó y caminó directo hacia la mesa dónde estaban las chicas, mientras que yo terminé una comida que había sido olvidado por John o tal vez por alguna de las chicas, pero justo antes de hacerlo, un fuerte gritó me alarmó, o más bien, nos alarmó a todo el comedor.

— ¡He dicho basta! ¡Terminamos, Benjamín! ¡Terminamos, es definitivo!

La voz era completamente reconocible, su delicadeza al gritar, su voz quebrada y como olvidar su cabello lacio que ya lo había teñido de un color café claro. No estaba seguro si estaba viendo bien o si en realidad su piel se había bronceado.

También note que era un poco más alta, pero luego mire que usaba unas plataformas. John se acercó corriendo hacia mí y me preguntó si planeaba irme a rescatarla de las garras de su novio, pero lo único que pude decirle fue que "Mi intención ya no era volver con ella y que lo mejor era dejar que pasara todo el drama para no quedar en ridículo".

Me hizo una seña de "¿Estas estúpido o qué?" y yo comprendí que, si no hacía algo ahora mismo, iba a morir, perdería mi oportunidad.

Y luego las palabras de John me hicieron reaccionar. — ¡Qué rayos estás esperando! —Dijo mientras me empujaba.

Me levanté del asiento y en unas cuantas zancadas llegué a ella, quien corría sin esperanzas por los pasillos de la preparatoria.

— ¡Ey espera! —Dije estirando mi mano para alcanzarla.

Y entonces volteó, empapada en lágrimas, tal y como la última vez que nos habíamos mirado.

— ¡Eres tú! —Exclamó.

Fantasma De Amor© (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora