Ocho.

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Harry estaba haciendo su segundo turno y medio adormilado miró el reloj, viendo que era ya la una de la madrugada, entonces echó un vistazo a Louis desde la butaca y comprobó que dormía plácidamente, así que se levantó y se fue a la cocina para hacerse un café.

Cuando estaba por servirse un poco en una de las tazas, de repente oyó un golpe y a continuación un quejido que salía de su habitación, por lo que alarmado corrió, encontrándose al ojiazul tirado en el suelo.

—Pero por Dios, ¿qué crees que estás haciendo?—preguntó agachándose a auxiliarlo.

—Quería ir al lavabo...lo si-siento, pensé que podía

—Está bien pero justo has tenido que querer ir al lavabo cuando me he ido, eres terco hasta estando medio dormido...Anda, venga sube y sujetate a mi cuello, yo te llevaré—dijo este cogiéndolo en sus brazos.

Louis asintió y a continuación se agarró como Harry le dijo, acercando su nariz inconsciente y oliendo el cuello de este, lo que le hizo sentirse de nuevo mareado.

El olor a tierra, sudor y after save del granjero lo hizo sonrojarse como una quinceañera.

—¿Estás bien?

—S-Si, gra-gracias.

Al llegar al baño, Harry lo miró para que se bajase pues aún seguía embriagado y sujeto a su cuello y con la cabeza recostada en su hombro.

—Louis... ya hemos llegado, ya puedes baj...

—¿Que?....oh si, pe-perdona....si..emm... lo s-siento... emm...g-gracias—balbuceó el maestro soltándose.

—Cuando termines sólo avísame para volverte a la cama, ¿de acuerdo?.

El ojiazul asintió y tras bajarse el pantalón del pijama, se sentó en el retrete, mientras vio irse al granjero, el cual dejó la puerta entreabierta.

Harry volvió entonces a la cocina para servirse el café, luego se sentó en la mesa y sonrió recordando al maestro, sujeto a su cuello y con su cabeza recostada en su hombro medio dormido, había sido como cargar a uno de sus hijos.

—Eres muy tierno, Louis...te tendría en mis brazos toda mi vida si me atreviera— susurró tomando un sorbo de su taza.

Tras unos minutos escuchó la voz débil del ojiazul llamándolo y entonces sintió algo hermoso en su corazón pero también se sintió mal, como si por sentir eso, estuviese engañando a su difunta esposa.

Cabizbajo llegó al baño, donde el ojiazul ya más espabilado lo esperaba.

—Gracias Harry, siento causarte tantas molestias y siento la rabieta de esta mañana, yo no estaba bien.

El ojiverde no dijo nada, solamente abrió sus brazos para que este se subiese y devolverle a la habitación.

—¿Estás bien?, te noto tenso, ¿he dicho algo malo?—preguntó el ojiazul cuando lo tumbó de nuevo en la cama sin hablarle, ni mirarle.

—Anda descansa—fue lo único que Harry dijo antes de apagar la luz y sentarse de nuevo a los pies de su cama.

El maestro se recostó en la mullida almohada de este y seguidamente cerró sus ojos con resignación, ya que al parecer el ojiverde era un hombre bastante complejo y difícil de tratar, aunque estaba seguro que él no le era indiferente.

Mientras Louis finalmente se sumió en un nuevo sueño, el granjero miró la luna tras su ventana y desde la butaca, sus ojos se llenaron de lágrimas pues echaba mucho de menos a su esposa y a sus hijos.

Ahora que llevaba sobrio más de un día, extrañaba muchísimo su vida anterior junto a ellos y todo el dolor de vivir recuerdos le invadió como un tifón.

El alcohol que se había bebido durante todos los meses anteriores, lo habían hecho soportar esa tristeza pero ahora que estaba lúcido, esa agonía había vuelto tan presente como el día en que se habían ido de su lado.

Finalmente consiguió conciliar el sueño pero tras escuchar a Louis toser muy fuerte, este se sobresaltó corriendo veloz a su lado.

—Tranquilo precioso, respira tranquilo—susurró acariciando la cabeza del maestro—… ¿de dónde saliste eh?, ¿por qué llegaste ahora a mi vida?, ¿vendrás para atormentarme o quizás has venido para salvarme?.

El corazón del granjero latía  desbocado y desconcertado se lo tocó soltando un profundo suspiro.

—¿Serás tú quién logre que vuelva a ser feliz?, ¿Debo dejar ir a mi esposa finalmente y darte cabida a ti?

El ojiverde no sabía si realmente su agitación era debido a la,necesidad de alcohol, al susto por la incomodidad de Louis o a la cercanía, sin embargo si tenía una cosa en claro y esta era, que la llegada del maestro a su casa y a su vida, lo estaba cambiado todo.

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9. La granja Styles.-Larry Stylinson. TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora