El comienzo (1)

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¿Alguna vez has despertado de un largo sueño y te has preguntado: qué hago aquí? Es lo que me ocurre siempre. A veces tengo la impresión de que estoy vacía, que hay algo que falta dentro de mí. Siempre supe que tenía algo más que encontrar, algo que descubrir. Pero también sabía que no lo podía hacer sola. Mi nombre es Riley Montés y quisiera contarte Mi Secreto.

Yo no sé de dónde vengo, quiénes son mis verdaderos padres o siquiera quién es mi familia. Tampoco si alguien me quiere o si alguna vez fui querida. Ni siquiera el porqué me abandonaron o cómo llegué a este lugar. Lo único que sé es quién soy y lo que quiero. Lo que quiero es revelar todos estos misterios que me rodean. La única persona, o mejor dicho animal, que siempre estuvo conmigo fue mi perro Ricky. Mi fiel y leal compañero de aventuras.

La primera persona que me encontró fue Hugo, un policía de veinticinco años promedio. Estatura promedio, cabello rubio y un poco corto, barba afeitada y ojos cafés. Él dijo que yo me encontraba con Ricky. Como se habrán imaginado, yo me encontraba... como decirlo... ¿abandonada? Bueno, Hugo me encontró en medio de un bosque. Sí, como leyeron, un bosque. Él se encontraba ahí ya que estaba haciendo una de sus típicas salidas nocturnas. Él estaba recorriendo el bosque cuando escuchó el llanto de un bebé, sí, ahí fue cuando me conoció. En cuanto me vió, no pensó dos veces en llevarme con él. El problema es que él no podía hacerse cargo de mí, ya que su trabajo le ocupaba el tiempo completo. Durante años Hugo intentó establecerme en una familia, hacerme parte de algo normal, pero eso le fue imposible ya que siempre había algún tipo de problema. Ya sea porque no aceptaban a Ricky, no podían cuidarme, etcétera. La excusa más frecuente y la que le sorprendió más fue: "cada vez que esta niña está cerca pasan cosas muy raras". Nunca pudimos comprender por qué decían eso, o al menos Hugo no sabía por qué.

Se estarán preguntando el porqué, es que... digamos que... tengo un pequeño secretito. Aún no sé cómo explicarlo, en quién confiar o cómo controlarlo pero tengo una especie de don. Puedo hacer varias cosas, entre levitar objetos, atraer cosas hacia mí, hacer que aparezca lo que yo quiero y muchas otras más. Nunca puedo controlarlo bien, a veces simplemente se desprende de mí y ocurren cosas, entre ellas el deshacerse de mi y echarme de las casas. He descubierto una manera para evitar que esto suceda. Solo necesito colocarme unos guantes y mis "poderes", por llamarlo de alguna manera, no salen de mí. Aún no puedo explicarme por qué sucede esto pero espero descubrirlo pronto.

Ya habían pasado catorce años y aún no tenía una familia establecida. Siempre iba de familia en familia, pero Hugo nunca se rindió, él nunca quiso rendirse.

-Oye Riley, quisiera decirte algo.-dijo Hugo, serio, sentándose en el sofá. Me acerqué a él un poco extrañada para luego sentarme en el sofá junto a él. Nunca solía ser tan serio conmigo pero al parecer quería hablar de un asunto importante.

-Oh, espera, voy a adivinar.- rodé los ojos, comprendiendo.-¿Otra familia está interesada en cuidar de mí hasta que se cansen e inventen alguna excusa?- dije con cierto tono de enfado. Ya estaba harta de que siempre ocurriera lo mismo. Siempre era la misma historia.

-Riley... no... y-yo...-No lo dejé continuar.

-Hugo... te agradesco que todos estos años hayas estado buscándome un lugar en este mundo, pero ¿sabes que?, ya no estoy interesada. Por una vez en la vida quiero ser feliz pero de esta manera, pasando de familia en familia, no lo soy.-hablé firmemente.

-Entonces ¿no estás interesada en que yo me encargue de ti?-Hugo pone una sonrisa burlona en su rostro. Abro la boca sorprendida. ¿Ésta es alguna especie de broma de mal gusto?

-¡¿Que qué?! ¿Acabas de decir lo que creo que dijiste?-me puse de pie.

-Sí Riley, aunque mi trabajo me lleve tiempo completo, tú ya estás grande y no necesitas tanta atención como cuando eras una niña. Si los dos cooperamos creo que esto puede funcionar.-sonrió.-Aunque no te pueda adoptar puedo ser como, ¿un hermano mayor?-aguanté una risa con los ojos cristalizados. Él siempre quería verse joven.

-Creo que estás un poco grande como para ser mi hermano mayor.-dije limpiando las pequeñas lágrimas que se acumularon en mis ojos. Hugo rodó los ojos divertido en respuesta. Me abalancé sobre él y lo abrasé con todo el cariño que tenía.-Gracias Hugo...-susurré.-Perdón, hermano mayor...-dije aguantándome la risa.-¿No me abandonarás, no?

-Te prometo que jamás te dejaré- Nos quedamos así por un buen rato. Al fin podré ser feliz... ¡Yo estaba siendo feliz! Pero lo que ninguno de los dos sabia era que yo iba a ser la que lo abandonara a él.

¡My Secret! [Completo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora