Nick
Abrí los ojos y justamente el sol daba en mi cara, puse mi mano para taparme del sol y me senté buscando la sombra. Zoe estaba al lado de mi aún durmiendo, la moví un poco para que el sol deje de incomodarla y ella se molestó.
Me paré de donde estaba y mire la habitación de Zoe, era perfecta aún cuando estaba dormida, mientras me estiraba, camine hasta la puerta del baño, me deshice de mi ropa y entré a la ducha dejando que el agua corriera como lluvia.
Al terminar de ducharme, me vestí y tome una guitarra que tenia Zoe en el desorden de su habitación, toqué algunos acordes.
No me gustas pero te necesito.
Zoe, Zoe, Zoe, ¿por qué no puedo sacar a la rubia de mi mente?
Otro acorde
Hazme sentir que no te necesito.
¿Por qué lo hice? Acorde
No puedo, no debo, no me gustas.
Las sábanas en el piso se empezaron a mover y vi a Zoe estrujándose los ojos.
-¿Qué estas haciendo?- preguntó somnolienta- ¿Tocas la guitarra?- entrecerró los ojos.
-Si...algo así- deje la guitarra en el piso, me paré de ahí y fui hasta Zoe, la sostuve y la abracé- Buenos días.
Ella rió- Buenos días
-¡Zoe, Nick! ¡A desayunar!- se escuchó el gritó de la madre de Zoe.
Al bajar me senté frente a Zoe, ella comía despacio, mientras yo trataba de acabar mi sándwich. La madre de Zoe estaba terminando de acomodar las cosas en la mesa, y el padrastro solo leía el diario concentrado. Mastiqué el sándwich y estaba delicioso.
-Nick llamé a tu madre para avisarle que estabas aquí y dijo que tu vecina te había invitado a un cumpleaños o algo así -habló mi suegra ocno.
De seguro era Anais mi pequeña vecina de seis años, que por cierto tiene una hermana muy sexy.
-Gracias señora Brooks, con gusto iremos, ¿verdad Zoe?- sonreí, allá voy Megan.
-Yo no pienso ir- Zoe frunció el ceño.
-Hija mejor anda, asi no te quedas de vaga todo el día aquí en la casa- habló su madre- Cuando terminen irán a comprarle el regalo a la niña.
Zoe gruñó, igual andar de tienda en tienda buscando un simple regalo no era algo que me gustara.
Recorrimos muchas tiendas, Zoe había comprado muchas cosas para ella y aún no me ayudaba con el regalo para la pequeña Anais, negué con la cabeza, ahí lleva más ropa, se acercó a la caja y pagó, la mujer del mostrador me miraba algo raro y ya me estaba empezando a dar algo miedo.
Salí de la tienda, y caminé a una de niñas, rosado por todos lados. Todo era rosado y quizás algunas cosas moradas, habían muchas cosas que elegir para el regalo de una niña.
-¿Necesita ayuda?- una encargada se acercó, tenia el cabello negro y bajita, llevaba el uniforme y pude ver su nombre en la camisa, Elizabeth.
-Si, busco un regalo para una niña de seis años, bueno que ahora cumple siete- fruncí el ceño.
-Aquí hay mucho de lo que puede elegir, ¿sabe qué le gusta?
-Si, yo le gusto, pero no puedo regalarme, ¿sabes otra cosa?- no mentía.
La pequeña Anais me había dicho que yo le gustaba mucho la primera vez que había ido a su casa, y me daba muchos besitos acosadores, si es raro, pero ella es tan dulce que no me importa.