Capítulo 4

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*Tabita*

Hoy Carmen me dejó junto al timón con Puñales. Éste me enseñó a manejarlo, pero no me dejó tocarlo, algo que me pareció incongruente. Conocí en Puñales a un hombre muy malhumorado y que apesta a ron en cada poro de su cuerpo. Y sobre todo de su boca. Pero también conocí su indudable habilidad en el manejo del timón y su increíble conocimiento de años y años viviendo en un navío. No había que conocerle mucho para saber que lleva mucho trabajo cargado a sus espaldas, seguro que empezando desde bien bajo hasta llegar a donde se encuentra hoy.

La verdad es que este día no esta siendo tan divertido como el de ayer con Rata. Puñales solo sabe hablar de ron y de puñales, su gran afición y de donde viene su mote. Creo que lo único divertido que he aprendido hoy de su parte ha sido lanzar cuchillos, y he podido comprobar que no se me da tan mal, incluso me gusta.

Por otro lado también me ha hablado de Carmen y me ha dado las claves para tener una buena relación con ella y no hacerla enfadar.

-Mira, Carmen tiene el mismo carácter que su padre aunque no le guste reconocerlo. Y también la misma astucia. Eso sí, ella controla mucho mejor sus impulsos agresivos. Bueno, la verdad es que no mucho. Pero ella no te matará a la primera, antes te torturará hasta aburrirse, es su gran afición. Los puñales y el ron también es su gran afición, lo aprendió de mí. Esa niña es como mi ahijada y le he ensañado a vivir a bordo de un barco lo mejor que he podido. Y creo que no lo he hecho nada mal.

-Por lo menos tiene el respeto de la tripulación -comento viendo como en este momento está mandando a unos tripulantes que dejen de ser "unos vagos miserables y que se pongan a pescar para tener algo que llevarse a la boca sino quieren comerse sus propias botas para el almuerzo, panda de inútiles". Inconscientemente se me escapa una risa divertida.

-No le costó mucho hacerse ganar ese respeto, y más siendo su padre quien es.

Eso último llamó mi atención. En estos dos días que llevo a borde no he dejado de escuchar como todos hablaban del padre de Carmen. Sin embargo, yo sigo sin saber quién es, pero preferí no preguntarle a Puñales, pues seguro que se reiría de mí y me mandaría al infierno para que lo averiguase por mí misma.

Cuando la tarde cayó me quedé en cubierta y me apoyé en la madera para contemplar el mar. Todos estaban en el interior del barco, huyendo del sofocante calor, así que aproveché esta soledad para poder pensar tranquilamente. No dejaba de pensar en mi padre, en si ya habría llegado a New Providence, en si me estaría buscando o si ya me habría dado por muerta. Me entristecía ese pensamiento. Me ponía en su lugar y era inevitable imaginar el dolor que estaría sintiendo en estos momento. Primero pierde a la mujer que más amaba y ahora a su única hija. Tengo que encontrar la manera de salir de este barco e ir en su busca, volver a sus brazos y no separarme de él nunca más. Aunque ya tenía una pequeña idea en mente, no sabía si podría llegar a funcionar. Según mis cálculos, si atacaron Port Royal quizá ahora mismo están yendo en dirección a atacar otra ciudad. Si tengo suerte ese ciudad podría ser New Provindence. Con el ajetreo del ataque podría aprovechar para escapar. Seguro que será difícil, y ni si quiera sé si esto llegará a pasar, pero de un modo u otro tenía que mantener la esperanza.

De repente, una voz detrás de mi interrumpe mis pensamientos.

-El mar es precioso, ¿verdad?

Me volví al momento, sobresaltada, y me encontré a Lucas, mirando el horizonte con fascinación en sus ojos. Me sorprendió que viniera a hablarme, pues desde la primera noche su actitud parecía esquiva, evitando hablar conmigo en todo momento. La verdad es que no había dejado de darle vueltas a la idea que tanto me preocupaba de que me conociera de algo y no quisiera contármelo. Así que pensé que este era el momento de retomar la conversación de la otra noche y hacerle varias preguntas.

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