Capítulo 22

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*Carmen*

El resto de semanas que pasamos en alta mar fueron los más tristes que Tabita ha pasado desde que llegó aquí. La imagen de su padre muerto no dejaban de repetirse una y otra vez en su mente, despertándola angustiada por las noches.

Por otro lado, mi padre logró encontrar el dinero en un pequeño agujero en los pasadizos, tal y como había pronosticado Tabita, y decidió guardarlo en su camarote.

En estos momentos habíamos llegado a Tortuga donde conoceré finalmente al hijo de Román, pero antes he llevado a Tabita hasta el burdel de Elena para hospedarnos, como la última vez.

-¡Carmen! ¡Tabita! Que alegría veros de nuevo -exclamó nada más vernos, dándonos un fuerte abrazo.

-Hola, Elena, ¿cómo estás? -saludé.

-Muy bien, y a vosotras también se os ve muy bien.

Miré de reojo a Tabita y comprobé como su gesto reflejaba la misma incomodidad que la primera vez que la traje, parece que no se acostumbra a este sitio.

-¿A qué habéis venido esta vez? ¿Negocios?

-Exacto. Mi padre va a reunirse con un amigo suyo que viene mañana.

-Bien, pues les pediré a alguna de mis chicas que os lleve a la habitación de siempre.

Antes de despedirse, Elena se acercó a mi y me habló al oído de manera confidencial.

-Ya me ha informado Pepa de lo que querías -comentó sabiendo perfectamente a lo que se refería.

-¿Está todo preparado? -quise asegurarme. Elena asintió.

-Lo hemos dejado perfecto.

Elena volvió a mirarnos a ambas y me hizo gracia descubrir como Tabita nos miraba a cada una de modo interrogante. No se imagina lo que le tengo preparado.

-Espero que disfrutéis la noche -comentó Elena guiñándole un ojo a Tabita.

Ella me miró más confundida aún y yo la miré sonriente. Deseaba con todas mis fuerzas que esta noche fuera especial para las dos, pero sobre todo para ella.

Tras nosotras, entró Pepa muy bien acompañada de Rata, parece que lo suyo iba bien encaminado.

Una chica de color nos acompañó hasta la habitación, que aunque era la misma que donde estuvimos la primera vez que vinimos juntas, esta vez iba a ser totalmente diferente.

Cuando la chica se marchó y nos quedamos a solas quise taparle los ojos a Tabita con mi pañuelo.

-¿Qué haces? -dijo moviéndose nerviosa.

-Shh, tranquila. Solo quiero darte una sorpresa -quise calmarla.

Tras comprobar que no veía nada, abrí la puerta y empujé lentamemte a Tabita hasta el interior del cuarto.

-No te lo quites aún -le pedí.

-Vaale.

Escuché su risita temblorosa mientras cerraba la puerta. A continuación me acerqué hasta la mesa y encendí varias velas que había colocado allí. Como bien me había dicho Elena todo estaba perfectamente listo y preparado para la noche especial.





*Tabita*

Sentí la presencia de Carmen detrás de mi, podía notar su respiración en mi nuca.

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