Capítulo 6

6.1K 503 218
                                    


*Carmen*

Apenas había dormido anoche por culpa de esa pisaverde, cerraba los ojos y solo aparecía ella en mis sueños. Sus ojos observándome de arriba abajo, acercándose con peligrosidad, agarrando mis manos para arrastrarme hasta su mundo. Entonces abría los ojos y me odiaba a mi misma por estos momentos de debilidad en los que sueño con el amor de una persona que no puedo tener. Ella y yo somos completamente diferentes, yo no aguanto sus modismos y ella no aguanta mi vulgaridad. Estamos destinadas a fracasar.

Este día me levanté más tarde de lo habitual, pero nadie me dijo nada. Obvio. Salgo con paso apesadumbrado a cubierta y allí me encuentro a la culpable de mi insomnio. Pude comprobar como tenía la mitad de la cubierta ya limpiada, al parecer había aprovechado la mañana con creces, pero estaba tan enfadada con ella que decidí divertirme un poco haciéndoselo pasar mal. Por lo menos así conseguiré alejarla de mi.

-¡Eh, pisaverde! -la llamé acaparando su atención al instante-. Aquí te has dejado una mancha.

Señalé el suelo y ella comenzó a mirar el punto al que me refería. Pero claro, no vio nada porque no había ninguna mancha... de momento.

-¿Dónde? -preguntó extrañada.

-Ven, está justo aquí.

La chica, llena de ingenuidad se acercó, trapo en mano, con la clara intención de limpiar aquello que se le haya pasado por alto. Sin embargo, cuando llegó a mi altura y se dio cuenta de que no había nada, arrugó la frente y me miró sin entender nada.

-Aquí no hay nada -dijo midiendo sus palabras, supongo que para no hacerme enfadar.

Entonces tiré un escupitajo justo a sus pies y la miré con una media sonrisa llena de malicia. Su cara reflejó en seguida el fastidio que le creó que viniera a molestarla de esta manera cuando estaba tan tranquila limpiando sin rechistar. Pero reconozco que amo la cara tan divertida que pone cuando se enfada. Mordiéndose la lengua, se agachó y limpió el suelo. Me sorprendió que no abriera su bocaza para soltarme alguna impertinencia.

-¿No vas a decirme nada? -pregunté realmente sorprendida.

-¿Va a servir de algo? -preguntó como respuesta.

Aquello me dejó sin habla. La miré perpleja, y al no recibir ninguna palabra por mi parte decidió marcharse para seguir con su trabajo. Así que sin otra cosa más interesante que hacer subir hasta el mástil para hacerle compañía a Rata.

-Buenos días, Carmen -saludó nada más verme.

-Hola, Rata. ¿Cómo te va?

-Bien, como siempre. Y tú ¿qué? ¿Ya estabas molestando a Tabita?

¿Cómo? ¿Tabita? ¿Se refería a la pisaverde?

-¿A quién? -pregunté queriendo confirmar de a qué persona se estaba refiriendo.

Rata me indicó con la cabeza que se refería a la joven. Acabo de enterarme de su nombre, y la verdad es que me resulta de lo más extraño. Exótico, diría yo.

-Me gusta más pisaverde -contesté riendo con mi propio comentario.

-¿No sirvió de nada todo lo que te dije el otro día?

-Rata, no voy a cambiar mi actitud con ella. Es demasiado niña de mamá. Me saca de quicio.

Rata guardó silencio, y después cambió de tema radicalmente. Parecía que le molestaba de verdad que me gustara fastidiar a la chica.

-Por cierto, ¿sabes si tu padre tiene ya alguna idea de lo que vamos a hacer ahora? ¿A dónde nos dirigimos?

-Pues no. No lo sé, pero puedo bajar ahora y preguntárselo -resolví sin más.

PiratasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora