*Tabita*
El sonido de una puerta abriéndose me despertó. Una manta cubría mi cuerpo y aquello me resultó de lo más extraño. Me incorporé apoyando la espalda en el cabecero de la cama y miré todo a mi alrededor. Fue entonces cuando recordé que me encontraba en el camarote de Carmen, había dormido con ella, aunque ni si quiera me acuerdo de en qué momento me quedé dormida. Ella apareció con un par de manzanas en la mano, era lo que solíamos comer todos los días y todo el tiempo, había que aprovecharse antes de que se echaran a perder. Al verme despierta sonrió levemente, se acercó hasta la cama y dejé un poco de sitio en la estrecha cama para que se sentara a mi lado. Me ofreció una manzana, pero no tenía ganas de comer, así que me dediqué a jugar con ella, pasándola de una mano a otra.
-¿Cómo estás? -preguntó con voz dulce.
Normalmente me causa extrañeza oírla hablar así, pero en estos momentos me pareció encantador que me tratara con esa delicadez. Tomé aire antes de responder. ¿Cómo me sentía? Como si no me lo llegara a creer aún, o no quisiera creerlo. Mi padre había muerto. No dejé de repetirlo en mi cabeza todo el tiempo, y hasta ese momento no había pensado en ello, como si realmente no hubiera pasado. Pero la pregunta de Carmen me ha hecho poner los pies en el suelo.
-Mal -respondí sintiendo un ataque de tristeza inmediata-. Dime que ha sido todo un sueño -rogué más que pedí.
Deseaba con todas mis fuerzas que así fuera.
-Lo siento -dijo Carmen en voz baja.
La tristeza me hizo sentir de nuevo unas inmensas ganas de llorar, pero decidí contenerme todo lo posible.
Mi padre había muerto.
Noté las presión en mis ojos, sabía que se habían puesto vidriosos, por eso Carmen cogió mis manos.-No llores más, por favor -me pidió.
Me tuve que morder el labio para evitarlo y cuando logré tranquilizar mis emociones un poco la miré a los ojos y me sorprendió verlos enrojecidos y con ojeras.
-¿No has dormido?
-No. He estado toda la noche a tu lado, cuando por fin te quedaste dormida decidí quedarme aún despierta por si te desvelabas llorando, quería estar ahí para consolarte.
Sus palabras fueron suficientes para perder el control de mis emociones. Busqué su abrazo siempre reconfortante y dejé que varias lágrimas desbordaran mis ojos.
-No tenías que haberlo hecho -dije sonando mi nariz.
-Quería hacerlo. Y lo haría mil veces más, cariño.
¿He oído bien? No sé si era fruto del cansancio, pero me pareció oír cómo me llamaba cariño. Jamás la había oído llamarme de manera cariñosa, siempre escuché de su boca un "pisaverde" que por suerte ya ha quedado en el olvido.
-¿Me has llamado cariño? -pregunté separándome un poco para contemplarla bien.
Ella agachó la cara con timidez, la verdad es que llevo tiempo conociendo a una Carmen de lo más dulce.
-Lo siento, ya sabes que no se me da bien decir estas cosas -se justificó, aunque no tenía nada que justificar.
-No, te equivocas. Me ha encantado oír eso.
Levanté su barbilla y me acerqué a sus labios para besarla. Ella respondió al beso tiernamente, pero se detuvo al instante llevándose un dedo a su labio superior. Pude fijarme en un pequeño corte que tenía en él.
-¿Qué te ha pasado?
-Nada, tranquila. Anoche no me entendí con el Capitán.
Sonrió para restarle importancia. Miré la manzana y mi estómago comenzó a sonar, así que le di un mordisco y Carmen rió a la vez que me acariciaba el pelo.
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Piratas
RomanceCarmen, una joven de 27 años, hija de uno de los piratas más temidos de la época. Tras pasar toda su infancia en un convento, un día su padre va en su busca y la convierte en una pirata. Por otro lado, Tabita, una chica refinada, que siempre ha viv...