Capítulo 10
La inmóvil Dalila se quedó petrificada en el suelo viendo como su prima se convulsionaba e intentaba abrir los ojos, aquellos que veía muy poco a través de la sombra de la capucha que la camuflaba, su boca se abría solo para toser y de sus ojos comenzaron a salir lágrimas pero no cristalinas, esas lagrimas eran de sangre, como las manchas de sus labios, no entendía que le sucedía a su prima, se contraía y apretaba con los puños cerrando la hierba que nacía del suelo, arrancándola una y otra vez, quiso acercarse a ella varias veces pero no podía, parecía estar en trance por la visión de su prima hasta que por fin Ebolet dio un grito que retumbó en sus oídos, entonces por fin se acercó a ella y comenzó a bocear a los guerreros que continuaban galopando.
-Jeremiah… Jeremiah… Jeremiah.
Sus manos fueron directas al rostro de Ebolet pero su piel estaba ardiendo y su tacto le quemaba las yemas de las manos, intentó retirar la capucha que tapaba la mitad de su rostro pero esta se había enrollado de una forma extraña por su cuello y no había manera de poder retirarla, acaso que, no se le levantara la cabeza, y en ese momento el pulso de Dalila iba demasiado rápido como para poder actuar sin hacerle daño a Ebolet.
-¡Jeremiah!
Gritó a voz de pulmón alzando el rostro pero justo en ese momento Jeremiah saltaba de su caballo y corría hacia ellas mientras detrás de él, el resto de guerreros actuaban de la misma manera, otros todavía continuaban galopando y Minos y sus primos aterrizaban a sus lados observando la escena con preocupación.
-¿Qué ha sucedido? –Preguntó Jeremiah inclinándose sobre su hermana.
-No losé, se ha caído del caballo. –La voz de Dalila sonaba histérica.
Jeremiah acercó su mano a Ebolet para tocar sus mejillas pero la retiró al instante al notar el calor que desprendía la piel de su hermana.
-Está ardiendo, maldita sea, tenemos que quitarle esto. –Comenzó a estirar de la capucha pero esta estaba demasiado enrollada a su cuello y él solo no podía sin lastimar a su hermana, comenzó a buscar con la mirada pero el único que estaba más cerca de ellos y que se prestó en su ayuda agachándose al lado de Ebolet con rapidez fue Minos. Los dos se quedaron mirando pero no hubo ninguna mala palabra entre ellos. –Yo le levantaré la cabeza, tú desenrolla la tela y retira la capa todo lo que puedas.
-Bien.
-Vale a la de tres. Uno, dos y tres.
Jeremiah alzó la cabeza de Ebolet con cuidado y Minos comenzó a menear las manos con rapidez para retirar la capa pero al notar el calor que desprendía el cuerpo de la muchacha retiró sus manos con rapidez.
-Su piel…
-Minos, no tiene tiempo, hazlo de una vez.
El rey águila la miró de nuevo y sin pensarlo más comenzó de nuevo con agilidad y más rapidez que antes a retirar esa capa de seda blanca que cubría el rostro de Ebolet, la capucha por fin desapreció de su rostro despejando la cara de Ebolet que enseguida el aire rozó.
Su hermano la alzó un poco más y Minos terminó quitándole la capa entera tirándola a un lado lejos de ellos, dejaron su cuerpo con cuidado en el suelo mientras Jeremiah comenzaba a buscar heridas por toda su piel, Kirox llegó justo en ese momento y se arrodilló en el suelo al lado de Jeremiah, ayudándolo a mover el cuerpo con cuidado, Arnil se quedó a sus espaldas observando con impotencia la escena por no poder hacer nada por culpa de su débil estado, el cuerpo de la princesa se convulsionó y comenzó a toser derramando más sangre por su boca, varios ojos la miraron sin entender y como sintiéndose observada ella abrió los suyos propios y al hacerlo dos lagrimas más teñidas de un rojo vivo rodaron por la orquídea blanca de su rostro. Dalila se acercó a ella y comenzó a limpiar la sangre que la cubría con un trozo de tela de su propio vestido que había arrancado.
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El Fecto De La Orquídea Blanca
Historical FictionNueve Reinos levantados en una tierra mágica, donde habitan seres extraordinarios con unos dones otorgados por los dioses según sus reinos y la sangre que corre por ellos. Nueve reyes, Nueve dinastías con Nueve vidas a punto de dar comienzo a una nu...