Ryujin se despertó de golpe por el fuerte ruido de la puerta cerrándose tras ella. Se reincorporó y observó a su alrededor con el ceño fruncido por la confusión. Recorrió la instancia desconfiada y se sorprendió al ver una cobija cubriendo sus piernas y un cojín donde antes estaba apoyada su cabeza.
Se había quedado dormida.
— Jungkook —escuchó una voz femenina llamarlo con cansancio, Ryujin se giró de inmediato y se levantó de un salto al notar a la mujer mayor frente suyo—. Oh, querida, eres tú.
La madre de Jungkook la veía sin sorpresa alguna. Sus dientes amarillos no tardaron en aparecer y esbozó una sonrisa forzada que la dejó en un estado desalentador. Sin duda alguna, su aspecto físico había mejorado para bien. Ya no llevaba ropa holgada y su cabello permanecía peinado cuidadosamente. Lo único que no había cambiado eran esos ojos torturados y esa sonrisa rota.
— Buenas tardes —se inclinó para hacer una reverencia y regresó a su lugar todavía con señales de estar adormilada—. Yo...
— Es de noche, querida —Ryujin la observó incrédula y lo confirmó al ver por la ventana—. Parecía que estabas descansando, lo siento mucho por hacer tanto ruido.
— Oh, no, no —quiso buscar alguna excusa suficientemente creíble para justificar su estadía.
— Eres una joven muy bonita —añadió, viéndola de reojo. Ryujin arqueó una ceja y se dispuso a ordenar el sofá mientras la escuchaba—. ¿Jeon no está contigo?
La muchachita cayó en cuenta que Jungkook probablemente la había dejado sola. Si no fuera sido así, él estaría a su lado justo al despertar. La vergüenza tiñó sus mejillas con tan solo recordar que durmió cómodamente en el sofá. Se imaginó a su novio detallándola mientras babeaba y maldijo internamente.
— Salió a hacer unas cosas —improvisó. No quería que pensara que su hijo era un mal anfitrión—. Regresará en poco tiempo.
Era inevitable que su madre no sospechara de que esa muchachita con una sonrisa gigante y con un aura agradable fuera cercana a su hijo. La última vez que la vio estuvo tan asustada y alcoholizada que quiso gritar de la impresión y acudió a pedir auxilio a la primera persona que se la apareciera.
Cuando estuvo en mejor estado después de pasar unas horas vagando por las calles y haber quedado profundamente inconsciente debajo de una tienda de licores. Recapacitó por sus actos y dejó su confianza en esa niña que parecía ser su salvación entre tanta tensión.
Porque Ryujin se asemejaba a un ángel.
Quiso agradecerle justo en ese momento la ayuda que le brindó. No obstante, se perdió en sus movimientos rápidos y su insistente nerviosismo que la delataba. ¿Esa joven con rostro angelical realmente estaba con su hijo...?
— Es difícil creerlo —llamó su atención—. Tú... mereces algo mejor.
— ¿Qué quiere decir? —siguió con su mirada lo que hacía. La mujer se acercó a la cocina solo para sacar una botella de cerveza que había ocultado de su hijo. Había dejado de tomar seguido, sólo lo hacía una o dos veces por semana. A veces tres, pero sin duda quería acabar con esa adicción, sobretodo por el estado en que la ponía.
A Ryujin se le secó la garganta al notar una botella de cerveza en su mano. Ella recordaba perfectamente los lamentos de Jungkook y su mirada perdida que lo había llevado a rendirse.
— Eres demasiado buena para mi hijo —soltó. Sus palabras provocaron desagrado en Ryujin y ella lo demostró en la expresión de su rostro—. No pongas esa cara, querida. Tú eres hermosa, brillante, tienes mucho por vivir... y estás atada al inútil de mi hijo. Vete mientras puedas, ¿entendiste?
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Butterfly ➻ Jungkook [en edición]
Fanfiction❝Te enseñaré a volar❞ ➻ Hetero ➻ Yoonmin SE PROHÍBE COPIA O ADAPTACIÓN. [EN EDICIÓN]