32» Kim Ryujin

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El sonido de las gotas cayendo sobre la superficie del paraguas es enloquecedor. Me encuentro a mitad del camino hacia mi casa, Jimin insistió en que esperara a YoonGi para irme, insistió de una forma inigualable que acepté a regañadientes. Estaba empapada, mis zapatos, mi cabello, mi uniforme, mi rostro estaban cubiertos de agua. YoonGi al observarme, se detuvo un momento antes de acercarse y tenderme un paraguas, nosotros no tenemos buena relación. Mucho menos cuando estuvo a punto de golpearme.

Lo bueno de todo esto, es que caminar junto a él es como si no estuviera con nadie. Él no dice ni una palabra ni se preocupa por dirigirme la mirada. Sólo está allí, caminando a mi lado mientras sollozo sin poder detenerme. Justo cuando llegué a casa y me acerqué a la ventana de mi habitación dispuesta a escalarla, él se atrevió a hablar.

— Ryujin —murmuró a mis espaldas. Yo me detuve en el pavimento sin girarme, él continuó—. Deberías relajarte y desahogarte antes de tomar una decisión. Cualquier cosa que estés dispuesta a hacer, hazlo con la cabeza vacía, sin dolor ni desamor.

Se fue después de eso. No le importó pedirme de regreso su paraguas, al contrario, palmeó mi hombro y se alejo sin decir algo más. Yo continué con mi propósito. Cerré el objeto que tenía en mano y lo sostuve mientras escalaba. El techo de la casa me cubría un poco mientras llegaba hasta la ventana y me inclinaba para adentrarme a la habitación y caer encima de miles de cosas en el suelo.

Dejé lo que tenía en mano de cualquier forma antes de colocarme en pie y lanzarme boca arriba a la cama. Los ruidos cesaron, ya no habían gritos ni una gran discusión entre mi hermano intentando defenderme y mi padre acusándome.

Sí, mi padre estaba en casa.

Cerré los ojos sin dejar de oír las ruidosas gotas de aguas en el techo. Mi cabeza dolía, mis ojos escocían y mi garganta se cerraba de una forma tan dolorosa que no podía respirar.

Entonces, empecé a llorar.

No lo hacía porque me doliera, no lo hacía porque alguien me engañó y caí rendida ante sus pies.

No lo hacía porque fuera humillada.

No lo hacía por las miles de cosas que habían pasado, ni por la crueldad de Seul Bi, ni por las mentiras de Taehyung.

No lo hacía ni siquiera por mi, ni por los raspones que dejó mi encuentro con YoonGi.

Mis lagrimas solo le pertenecían a alguien, y ese alguien es Jungkook.

No lloraba porque lo fuera visto besándose con Seul Bi. Lloraba por el hecho de que no quería alejarme de él, me rehusaba a aceptar lo que vi, me negaba a dejarlo ir.

No quería ceder a las órdenes de mi padre.

Y una vez más, todo se desmoronó por culpa de Seul Bi.

Luego de ese altercado con Taehyung, después de escuchar esa conversación que tuvo con ella todo iba de maravilla. Jungkook no mencionó nada hasta que se aseguró de que estaba cómoda, empezamos andar a todos lados juntos como siempre hacíamos y lo veía dibujar  los tantos bocetos que le encanta hacer en su libreta. Éramos tan inseparables que la música que hacíamos en el piano era maravillosa.

Por supuesto que eso no se podía quedar así.

Seul Bi apareció una vez más, y esa vez no lo dejé pasar.

Era tiempo de las clases en la tarde, Jungkook no estaba conmigo por lo que Seul Bi aprovechó ese instante para acosarme.

Recuerdo cómo cerró el casillero frente a mis narices y me giró tan bruscamente que mi mochila cayó al suelo.

Butterfly ➻ Jungkook [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora