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A estas alturas de la vida era probable que a Jihoon no le quedase gana alguna de enamorarse, que solo iría por la vida de fiestas y putas con su encanto y así ganaría todo lo que quisiese. Llenándose del cariño y el dinero de la gente por las buenas y por las malas.

Pero nada más tenía 19 años
¿A dónde llegaría con eso?

Nisiquiera tenía un plan de vida o algo que le gustase en especial pues a él casi todo le daba igual. Las peleas de su madre eran irremediables y ya se estaba agotando de escuchar los mismos regaños una y otra vez sobre que tenía que conseguir trabajo y demás. Jihoon revoloteaba los ojos y se encerraba en su habitación, despreciando las palabras de su mamá y creyendo que él tenía la razón. Se acostaba en su cama con los brazos cruzados y el ceño fruncido y luego se ponía a pensar:

"Mi mamá tiene razón..Debo conseguir un empleo o me saldrán gusanos"

Claro, se asustaba de tan sólo imaginar un futuro sin trabajo, pidiendo limosna o dinero, de vago por la calle y sin tener que comer. Por supuesto que el quería vivir mejor, con buena ropa, dinero y una buena persona a su lado que lo quisiera. Pero no todo en la vida se consigue con facilidad, para obtener las cosas deseadas hay que hacer sacrificios y esfuerzos arduos y el primer esfuerzo importante con el que nos topamos respecto a nuestro comienzo profesional (en cualquier ámbito) son los estudios, algo bastante básico y esencial en el desarrollo de los conocimientos de todo ser humano, que hasta para los niños de primaria les es fácil. Si no sabes eso entonces tienes una vida miserable asegurada.

Y Jihoon iba para ese rumbo porque ya de por sí le costaba bastante estudiar y ser aplicado, detestaba hacer las tareas a tiempo o siquiera mover el lápiz para escribir. Que ni se diga para levantarse e ir al Instituto, era una lucha constante con su madre todas las mañanas para despertarse y abrir los ojos, aunque pusiera la alarma en el despertador esté no la escuchaba y seguía su sueño de largo a largo, no sabía para que la colocaba si no hacía más que bulla.

Según su madre y ciertamente, era un flojo que no hacía nada más que dormir y hacer bulto.
Jihoon lo único que hacía bien era andar pavoneando su vestimenta y cosas "de valor" todo el tiempo cuándo la mayoría de estas eran robadas, o según él 'tomadas sin permiso'.

Un muchachito de esos que se ven por la calle presumiendo objetos materiales que simplemente no tienen, aparentando cosas que no son para ganarse la confianza y el respeto de los demás, incluso hasta sintiéndose más superiores que otros. Así era Jihoon. El era uno de esos.

¿Porqué lo hacía? Fácil, quería dinero, ser reconocido y tener una vida sana junto a su mamá, dónde no tuvieran porqué pasar trabajo para conseguir una botella de agua mineral o algo tan simple cómo un trozo de pan.
Su madre, la señora Lee andaba la mayoría del tiempo frustrada, ella quería lo mejor para su hijo y para ella, no que estuvieran viviendo en un barrio de esos que ella siempre evitó junto a esa gente chusma que ahora convivía con su familia, esas personas que gritaban groserías a los cuatro vientos, los mal vivientes que ensuciaban la ciudad sin importar que los barrenderos hayan pasado por allí horas antes, los de familias disfuncionales. Ese barrio era un recuerdo constante de lo que había hecho con su vida al decidir renunciar a su trabajo para vivir mantenida de su esposo amado que la traicionó. No era extraño verla prácticamente lanzando humo por la nariz cuál toro acechando a su toreador, de hecho, se había vuelto algo cotidiano para el hijo único que vagaba fastidiado dentro de las 4 paredes de su cuarto.

A Jihoon le parecía irónico ver cómo su madre criticaba a las personas que viven en el barrio cuándo ella misma vive cerca de uno y dice groserías sin pelos en la lengua por cualquier estupidez que le molestase, a veces escucharla menospreciar a los habitantes de esas humildes casas le daba impotencia porque debido a sus malas desiciones terminaron así, porque tenía una muy mala imágen de lo que eran las verdaderas características de las personas vecinas a su alrededor y no hacía más que despreciarlos sin alguna razón aparente, sólo una que era la más injustificable. Porque eran de barrio.

𝐘𝐎𝐋𝐎 𝐘𝐎𝐇 • 𝐉𝐈𝐂𝐇𝐄𝐎𝐋 지철Donde viven las historias. Descúbrelo ahora