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El camino de regreso a casa se le hizo más corto de lo que pensó. Resulta que estar metido en su cabeza al caminar era lo más cercano a un súper poder que tenía, ya que cuando medio pestañeó, había llegado a su destino.

Se detuvo frente a la casa de anchas paredes y tonos blancos en ella, no se había dado un momento para apreciar las flores y plantas que adornaban el verde camino a la entrada, por lo que cuando atravesó ese sendero que en algún momento vió como las puertas de su salvación, inhaló profundo el olor fresco que desprendía algo tan simple como llegar "a casa".

Estaba, sin exagerar, derrotado. O al menos eso demostraba su semblante. Se quitó los zapatos en la entrada como de costumbre y fue directamente escaleras arriba, la señora Choi trabajaba en las tardes, así que no tuvo mucho que hacer, sólo intentar entrar al cuarto de Seungmin sin ser notado por Seungcheol.

Con cariño revivió en su mente las primeras veces que le tocó cuidar al pequeño, en aquel entonces veía al niño como una carga con forma de garrapata que fastidiaba y desordenaba todo a su antojo, pero que en la actualidad se había convertido en una presencia muy importante para él, un pequeño lucerito que con sus ocurrencias y su forma de pensar había logrado cambiar su manera de ver las cosas. Había un tono claro es sus ojos color café y en su sonrisa genuina. Reflexionó en que la verdadera inocencia estaba atrapada en los niños, en la necesidad de correr y juguetear a cada oportunidad, sin pensar en lo apagado que podría llegar a ser el futuro, riendo y hablando sin creer que de grandes sentirían pocas ganas de hacerlo, o ninguna. Era algo tan admirable como verlos sonreír por cosas tontas incluso si se encontraban rodeados de una situación de penumbra y densidad. No había nada que pudiera apagar aquella luz. La Luz de los niños.

ㅡHoonie.

Esa voz en su espalda le sobresalta, su misión de no ser notado por Seungcheol falla al ser este último quien lo encuentra caminando con tanto sigilo y liviandad sin decir nada.

ㅡCheolie.ㅡ Responde en un murmullo insonoro al dar la media vuelta para mirarlo. Se siente atrapado haciendo alguna travesura, pero de inmediato los labios de Seungcheol sobre los suyos, recibiéndolo, lo agarran con la guardia baja.

Seungcheol como pareja era alguien cariñoso cada vez que encontraba la oportunidad, podía ser en un momento caliente como una maldita flama y en el otro todo un romántico empedernido. Jihoon jamás lo hubiese creído si en unos meses atrás le hubiesen dicho lo sentimental que podía ser el pelinegro.

Ahora que lo recordaba, sus inicios habían sido graciosos. No supo porqué, pero sintió como si hubiese crecido y aprendido tanto de pronto. SeungCheol y él sólo estaban interesados en llevarse mal, en provocarse de vez en cuando, en ser jóvenes traviesos, peleones y algo inmaduros.

ㅡ¿Será que estoy envejeciendo?ㅡsopesóㅡO es sólo que el dolor me ha vuelto alguien amargo?

En serena comprensión hallada entre sus inicios, él sonrió por la calidez del contrario, abrazándolo en cuánto salió de su ensueño.

ㅡPor poco me como tu merienda. Mamá trajo un pastel.

ㅡ¿De verdad? ¿Pastel de qué?ㅡ Murmura rodeando su cuello, sin importar qué, apreciaría esos momentos.

Porque no sabría cuándo volverían.

ㅡMmm, red velvet. Me encanta.

ㅡ¿Acabaste de estudiar? He escuchado en los pasillos que varios no tienen tiempo para nada.

ㅡAff, si es cierto, bebé, pero mientras se haga temprano entonces tengo el tiempo libre suficiente como para darme un gustito.

Jihoon reprime una sonrisa, oyéndolo, y niega con la cabeza, deslizando la mano por su pecho hasta tomar la contraria y juntarla con la suya.

𝐘𝐎𝐋𝐎 𝐘𝐎𝐇 • 𝐉𝐈𝐂𝐇𝐄𝐎𝐋 지철Donde viven las historias. Descúbrelo ahora