Capítulo 56: "Servilleta."

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—No lo dejaré aquí, no lo dejaré aquí, no lo dejaré aquí... —me repetía a mí misma en susurros.

—Debemos irnos.

—¿A caso no lo entiendes, Matt? Él es importante para mí y ahora está muriendo en mis brazos.

Manchas llegó a nosotros —Ellos ya están aquí, sino vienes, me iré solo —le indicó a él y se alejó rápidamente.

Escuchamos un estruendo bastante fuerte, la puerta cayó al piso permitiéndonos oír los ruidos procedentes de la calle, alarmas sonaban de todas partes, la voz reproducida a través de megáfonos de algún oficial pidiendo salir voluntariamente, seguido de esto Matt se acercó a mí dejando un beso en mi frente junto a un "No te olvidaré" susurrado contra mi piel, escuché también a lo lejos cómo le pidió que me cuidara a quien sostenía mis hombros para calmar mi dolor a pesar de tener una herida sangrando en su antebrazo.

Los llantos de Ally no habían dejado de sonar en todo este tiempo, policías bajaban hacia nosotros y al encontrarnos pidieron refuerzos indicando nuestra ubicación, sin embargo, mi cabeza no dejaba de repetir constantemente la escena de los disparos y la sombra de Matt huyendo, ¿era de él quien yo me había enamorado? ¿Era él quien se supone me protegía?

Subieron el cuerpo de Leyla y el de él con un equipo especializado, luego a nosotros, salí del lugar y corrí a los brazos de Kate quien esperaba fuera con uno de los oficiales, su abrazo me devolvió parte de la calma que se había escurrido de mi vida en los últimos días, lloré desgarrando mi garganta al igual que ella, me dolía el cuerpo, me dolían los ojos, me dolía cada parte de mi ser que pudiera doler, me dolía el alma.

—¿Qué pasa, Carol? ¿Qué pasó? —cuestionó al darse cuenta de que mi dolor no era por el simple rapto.

Respiré profundo antes de decir aquello que tanto temía —Leyla cumplió su prometido.

Mi cuerpo se debilitó de sobremanera, mis ojos se oscurecieron, algo estaba pasándome y fue ahí cuando mis pies no eran capaces de sostener mi propio peso. Sentí las manos de quien me acompañó hasta aquí sostenerme y brindarme un apoyo incondicional, como siempre, siempre mi mejor amigo y sólo en ese lugar, con las heladas manos de Kate en mi rostro, me dejé ir.

No podía abrir mis ojos, por más que lo intentaba, era como si algo me obligara a mantenerlos cerrados y ser presa de aquellas visiones que estaban atormentándome, me veía correr en la finca del abuelo, correr por el césped con el vestido más caro y hermoso magullado y sucio, los disparos sonaban tras mí una y otra vez, sin embargo, no me detenía hasta que su voz mencionó mi nombre y mis pasos cesaron.

—En serio, estaba amándote.

—Yo igual —mintió.

—No —negué con mi cabeza también—. Tu no me amabas, estabas organizando mi muerte.

—Pero no estás muerta.

—¿Y él? —pregunté con temor.

—Ve a verlo.

Un disparó más sonó a mi espalda, pero no llegó a mí, la imagen que tenía de Matt frente a frente se desvaneció con el viento como si fuera polvo y lo último que vi, fue en sus labios una sonrisa llena de malicia. Volteé al lugar donde provino aquel ruido y su cuerpo estaba ahí, no me animaba a ver su rostro, tenía miedo, pero la sangre que emanaba a su alrededor me decía lo que necesitaba saber, él no podría salir vivo de esta.

Estrujé mis manos con dolor, Leyla estaba ahí, riendo ante su masacre.

—Pagarán, el dolor de mi familia caerá sobre ustedes... Mi muerte será juicio de ello y la tuya también —apuntó el arma a mi sien y esta vez no fui capaz de huir, una vez más, otro disparo, caí de rodillas al piso y cuando alcé la mirada habían ocupado el lugar de Leyla y era mi propio padre quien sonreía ante la muerte de sus hijos.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora